LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

sábado, 30 de octubre de 2010

PENSANDO

No pretendo caminar en sentido contrario, no pretendo vivir otra vida que no sea la mía, mas no puedo continuar mi marcha como un borrego sigue a su rebaño. Necesito, y quiero, ser participante activo en la sociedad en la que vivo.
Quiero creer que puedo pensar por mi mismo, es más, estoy seguro de ello. No creo en verdades reveladas ni en términos absolutos.
Confío en la naturaleza del hombre, en su capacidad para prosperar aún a pesar de su manifiesta torpeza por procurar el bien general en lugar de la persecución del éxito individual.
Vivir y dejar vivir no significa en ningún caso hacer lo que los demás quieren que hagamos o lo que es incluso peor, hacer aquello que pensamos se espera de nosotros. Vivir es participar de las actividades, es implicarse en las decisiones globales aportando una opinión, es complacerse cuando es necesario, sorprenderse si el momento lo precisa, mantenerse abierto a las innovaciones, despierto para comprender que el viento sopla en muchas direcciones y con diferente fuerza según la altura, el lugar, el momento…
Vivir merece siempre la pena, transitar por la vida de puntillas no. Y no merece la pena no porque no se pueda vivir así, que se puede; sino porque al final de los días, cuando la oscuridad es más segura que la claridad, en nuestro interior no habrá nada; seremos un conjunto vacío de no – vivencias, de no – experiencias.
En un futuro inmediato quisiera ayudar a mis hijos a comprender que su implicación en la vida les aportará más vida o al menos una vida más intensa.
Ahora, que el pasotismo se ha instalado en una juventud alienada por los juegos de rol, las video consolas y demás inventos, deberíamos hacer un esfuerzo por acercarles a otras maneras de pensar.
Caminamos por un mundo tecnológico que se ha alejado de las corrientes de pensamiento, de los razonamientos filosóficos que han movido el mundo desde que el tiempo es tiempo; si acaso esta deriva ha sido provocada por el dolor de pensar.
A nuestra juventud le cuesta expresarse, le cuesta manifestar una idea razonada más allá de lo que les cuentan o les dicen. La elaboración de un pensamiento individual supone un esfuerzo que casi ningún joven está dispuesto a realizar. Quizá porque hoy se busque la satisfacción momentánea en lugar de un resultado a largo plazo.

Joseph Alois Ratzinger está a punto de llegar

Ya falta menos para que este alemán pise Santiago de Compostela imbuido en el traje de Benedicto XVI. Y con su ilustre visita los gallegos y los demás ciudadanos que ese día estén en Compostela, se sentirán henchidos de felicidad por la llegada de este representante de Dios. Nada que objetar pues la fe es algo particular de cada persona. La religiosidad de cada uno de nosotros debería circunscribirse a la propia persona, sin más.
La cuestión es qué, pese a ser año Santo y demás monsergas religiosas, lo cierto es que este teutón llega en un momento económico delicado, con una tasa de paro alta, unas perspectivas nada buenas a corto plazo y un futuro gris como un otoño en Galicia.
Cuando ponga un pié en el aeropuerto de Santiago comenzará a correr la cuenta de gastos, que muchos predicen en torno a los trece millones de euros. Una cantidad alejada de la realidad que estamos viviendo y por tanto desmesurada a todas luces.
No se trata de hacer una crítica política, ni siquiera religiosa; tan sólo apelar al sentido común, a poner en claro que su visita supone para la ciudad y para todos nosotros un gasto brutal que no será amortizado por mucho que quieran, desde el poder, asegurarnos día tras día.
Con ese dinero podrían hacerse, no pocas políticas sociales, equipar a nuestras escuelas mejor, ayudar a quien verdaderamente lo necesite. ¿Vendría menos gente a Santiago? ¿Sería menos importante el año santo sin Benedicto XVI? No, rotundamente no, porque las personas que van a Compostela lo hacen por ellos mismos, por sus creencias, por el afán de aventura, por lo que sea menos por la visita de un Papa, al que vendrán a visitar unos cuantos miles que jamás amortizarán los gastos que su visita origina.
Por otro lado, desde la iglesia compostelana se ha tenido la desfachatez de enviar cartas a los empresarios de la zona solicitando ayuda económica para cubrir los excesos de esta visita… convendría una reflexión seria del tema. Imaginemos que todos los hijos de Dios, aquellos que sí profesan su fe, solicitasen ayuda a la iglesia para cubrir los gastos de sus hipotecas, dar de comer a sus hijos, etc. ¿Qué respuesta obtendrían?¿Cómo responderían, si es que fuesen a hacerlo?
Porque una cosa es solicitar ayuda para cáritas u otra organización religiosa o seudo religiosa y otra bien distinta es pedir dinero para un acto de exaltación del poder del Vaticano, que no de la fe.
Son, quienes profesan esta fe, los que deberían revelarse contra esta manipulación de sus creencias, quienes deberían exigir a la Curia un ejercicio de realidad social, habida cuenta del tiempo que vivimos.
Podrían tomar ejemplo del difunto Padre Arrupe, Padre General de la Compañía de Jesús entre 1965-1983, y bajo cuyo mandato esta compañía abrazó un compromiso en la promoción de la justicia en todos los ámbitos de la actividad humana, en un decreto 12 que entre otras muchas cosas decía que: la Compañía debería oír “el clamor de los pobres” y para ello tendría que estar cerca de la miseria y las estrecheces; que no podían identificarse con los ricos y poderosos en exclusiva, que no podían adueñarse del título de pobres, etc). La Curia Vaticana está lejos, muy lejos de estos preceptos. Preceptos adoptados aquí por la Congregación pensante de la Iglesia Católica. Son por tanto los dispendios de esta visita, a todas luces, exagerados e impropio.

EL VERDADERO PODER

Cuando a nuestros estudiantes se les enseña la división de poderes en nuestra sociedad, se les habla de tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Está claro que el Legislativo es una facultad de las Cortes que deben ser las encargadas de legislar y dar forma a las diferentes sociedades; El Ejecutivo que debería estar en manos de quien “ejecuta” todo lo que se deriva del Legislativo, es quien debe poner sobre el tablero los instrumentos necesarios para el juego democrático… El Judicial es aquel que nos debe decir donde están los límites del juego…entre otras muchas cosas. Hasta aquí todo claro.
Sin embargo el verdadero poder no está en estos tres poderes; hoy día, y quizá siempre, el verdadero poder está en los medios de comunicación, verdaderos vertebradores de las sociedades actuales.
A lo largo de la historia del hombre los medios de comunicación han sido capaces de situar a sus hombres en la cúspide de las pirámides existentes en cada caso; han provocado guerras y han ayudado a terminarlas. Crean corrientes de opinión falsas capaces de situar a un país al borde de un conflicto armado, cuando no lo provocan directamente.
Situados detrás de la barricada de la libertad de expresión, han sido capaces de soterrar a quienes le llevan la contraria; han tenido la desfachatez de incumplir sistemáticamente uno de los preceptos del periodismo: contar la verdad.
La verdad es siempre relativa cuando se habla de periodismo, sobre todo de periodismo político, social o del corazón. Quizá el único campo donde el periodismo puede estar libre de pena sea en el campo de las necrológicas…y no siempre.
Nuestro país está, aparentemente polarizado por periódicos de dos tendencias diferentes: izquierdas y derechas. Sin embargo un análisis en profundidad de los medios nos puede llevar a asegurar que hay periódicos de derechas, de extrema derecha, muchos de centro y otros que, pretendidamente de izquierdas terminan por ser víctimas de su Consejo de Dirección.
Casi todos los grupos de poder tienen un marcado carácter clasista, se advienen a situarse en una aparente izquierda para poder ocupar un espacio que está vacío desde que la sociedad es sociedad. Resulta cómodo anclarse en ese espectro social. Analizando a estos medios uno cae en la cuenta de que se mueven por intereses particulares, ajenos, en muchos casos, a ideologías o realidades periodísticas y situados en el intento de manipular la opinión de la gente en beneficio propio.

Uno debe de observar los diferentes medios de comunicación con un punto de vista escéptico, siento consciente de que las verdades reveladas casi nunca tienen la consistencia suficiente como para prolongarse en el tiempo. Y que cada noticia es importante en la medida en que tiene capacidad para generar ingresos al medio que la ofrece… por muy real y verdadera que sea la noticia, sino no genera ingresos seguramente no pasará el filtro del redactor jefe o su superior….

¿SE ESTÁ CONVIRTIENDO NUESTRA SOCIEDAD EN CAINITA?

Los Cainitas en el siglo II veneraron a todos aquellos que estaban contra el poder espiritual. Apreciaban la fortaleza y se mostraban contrarios a la debilidad humana. Creían que los llamados “pecadores” debían ser los beneficiarios últimos de su admiración. No tuvieron muchos adeptos, es cierto, pero su legado, su manera de entender la vida ha tenido continuidad hasta nuestros días.
Obviamente hoy día nadie se denominará a sí mismo como cainita, si acaso por su desconocimiento del término. Mas no es menos cierto que muchos se comportan de la misma manera salvando los casi diecinueve siglos de diferencia.
En nuestras sociedad de lleva a la cúspide a quien es rechazado por las mayorías, a quien representa el poder por la fuerza o la fuerza del poder.
Pese a estar en un momento histórico, hablando exclusivamente del mundo desarrollado, en el que la comunicación es fácil, donde el diálogo debería ser la forma de llegar a consensos…la realidad es que todos somos cainitas, nos revelamos contra el poder establecido simplemente por el hecho de revelarnos.
No digo que no sea necesario revolucionar a la sociedad de cuando en cuando, pero no es necesario hacerlo de manera continua.
Para avanzar es necesario que un grupo numeroso de personas remen en la misma dirección, se precisa de la consistencia de un grupo que busque el progreso social en contra de los “disidentes” que hacen de la rebelión contra todo su modo de vida.
Quizá no vivamos un momento de agitación social como debería de verse habida cuenta de la situación económico – laboral que vivimos. El gran problema de las sociedades de bienestar es que les cuesta reconocer que su preciado modo de vida se puede derrumbar.
Y son las personas con una mentalidad cainita, los que se haciendo pequeñas fracturas sociales, situándose siempre del lado del vencedor, ofuscando al vencido, separando en lugar de unir… y este tipo de persona abunda en todos los sectores sociales: desde la fe hasta la política.

jueves, 28 de octubre de 2010

TRANSITANDO POR LA VIDA

El mundo de los vivos tiene su fin en el estrecho tránsito que da paso al mundo de los muertos. Lugar éste del que hablan muchos libros y teóricos pero que nadie regresado de allí, se ha prestado a contar públicamente.
Razón esta por la que he comprendido desde bien pequeño que estamos en este mundo de una forma efímera hasta que un día la apatía por la vida nos conduzca al lado oscuro.
Por la vida se puede transitar de muchas maneras, de diferentes formas; los hay que están aquí para disfrutar de ella, para vivir de una manera apasionada cada instante, vivencia, emoción…; otros, por el contrario, se toman el paso como un tiempo necesario para hacer a los demás la vida menos llevadera, para tocar las narices, para fastidiar.
Curiosamente el disfrute de la vida en armonía no se podría valorar sin la existencia de estos toca pelotas que, con su frustrada manera de vivir, te enseñan casi a diario el placer de lo contrario.
También hay quienes transitan por la vida con la intención de dejar una impronta en ella; para ello emplean tiempo, dinero, esfuerzo y dedicación. Claro que no todas las intenciones son necesariamente buenas. No es lo mismo quien dedica su vida a investigar una vacuna de una enfermedad incurable, que quien investiga, con los mismos patrones, la creación de un arma de destrucción masiva, que un día cualquiera puede caer en manos de algún loco.
Mi tránsito por la vida está siendo lo suficientemente intenso como para que no pueda o deba quejarme mucho. No ha sido fácil como no lo ha sido para casi nadie en este mundo; quejarme de algo cuando más o menos puedo tener acceso a casi todo, sería temerario por mi parte. Así pues, comprendido que se puede estar peor, me contento con los tropiezos que he ido teniendo y que han contribuido a crear la persona que puedo ser hoy día.
No soy el indicado para aseverar que clase de persona soy, o incluso si soy persona a ojos de según quien. Sin embargo, subjetivamente hablando, creo que he vivido estos años sin la intención de hacer daño a nadie, aun siendo consciente de la imposibilidad de este hecho.
Quisiera seguir transitando muchos años, disfrutar de este tiempo con quien desee, en las circunstancias que desee tener dentro de lo posible y real. Pretendo dejar cierta impronta en mi hija o hijos (si llega el momento), que cuando miren un día atrás sonrían con la seguridad de que, equivocado o acertado, siempre lo he hecho lo mejor que podía con ellos.
Transitar por la vida requiere también un esfuerzo continuado con uno mismo, supone comprender que tras el hoy llega el mañana y que quizá ese mañana no sea mejor que el hoy, pero pasará. Implica compatibilizar nuestra vida con la de otras personas; somos seres sociales que necesitamos de la imbricación con los demás para poder llegar a situarnos; esta obviedad no es entendida por todos de igual manera. Muchos son los que quieren situarse en el centro de un mundo que nunca girará en torno a ellos, auque crean lo contrario.
Así pues transito por la vida con la esperanza de que mi paso al otro lado sea lo más tardío posible…

lunes, 25 de octubre de 2010

PEQUEÑOS DIABLOS

Quien tiene un hijo sabe que lo más preciado que tendrá en el futuro es ese ser que ayudamos a llegar a este mundo. Uno se siente afortunado cuando puede estrechar con sus manos a un hijo, disfrutar de sus afectos, del cariño... somos capaces de ofrecer un amor incondicional que ninguna otra persona será capaz de recibir de nuestra parte. Pero no quiero hablar de lo maravillosos que son, sino de lo diablos que pueden llegar a ser.
Al cabo de nacer comienzas a descubrir que la maravillosa maquinaria que has creado no funciona, digámoslo así, de una manera adecuada. Para comenzar cuando tu decides irte a dormir, ellos deciden que hay que llorar. Y te levantas, y lo acunas, y lo duermes...
Cuando terminas de darle el biberón y lo sitúas sobre tu hombro, con el correspondiente paño para no mancharte; deciden que en lugar de gases echarán un vómito con la potencia precisa para que deslice por la camisa más allá del paño...
Un día, cuando estás disfrutando del placer de cambiar un pañal que ya no es blanco, él, decide mearse, apuntando hacia arriba...
Mientras son bebés esperas con impaciente que deje de gatear y romperte los riñones y que comiencen a caminar; pero cuando se incorporan y comienzan su carrera impenitente contra todas las cosas, ahí... ahí te dices “con lo bien que gateaba... qué necesidad había”...
Los inicios de caminar coinciden con ese placer nuevo, recién descubierto, de tocar todo aquello que habían visto hasta entonces desde abajo; es el principio del fin de innumerables figuras decorativas, el momento para comenzar a pintar las mesas, las paredes, la ropa... todos aquellos lugares que no son para ello...
Los mandos a distancia son una verdadera obsesión, al igual que todo aparato electrónico. Un día te descubres rojo de ira porque no encuentras el mando de la tele, o del dvd, o de... compras otro, universal, que no capta la mitad de las funciones... un buen día, meses o años después, aparecerán los mandos metidos en el interior del Vhs que tenías bajo el video. saben esconder las cosas eh?
A medida que crecen descubres que tienes habilidades innatas para manchar allí donde has limpiado; descubren un nuevo placer en ver como te afanas en hacer las camas y colocar el salón para, acto seguido, saltar sobre ellas, tirar los cojines, etc. La ira te embarga y vas hacia ellos con la cara roja, jurando en arameo y amenazándolos con mil y una horas sin tele... te miran con cara de yo no fui, te sonríen y... vuelves a colocar las cosas.
Cuando comienzan a tener cierto criterio sobre lo que les gusta o no de ropa, de comida, de programación... ahí comienza otra lucha de poder. Ellos intentan hacer lo que quieren y tú que hagan lo que quieres. El resultado suele ser favorable a ti, pero cada vez en una proporción menor, hasta que un día comienzan a actuar por su cuenta. has perdido.
A partir de los seis o siete años, comienzan a adentrarse en una edad donde el doble sentido de las palabras, ya les comienza a ser fácilmente manejable; prestan atención a las conversaciones de los mayores para poder enterarse de qué hablan y después preguntarte en peor de las situaciones aquello de: “Papá ¿cómo era que le hacías a mamá para que gritase?....
Lo bueno de los hijos es que seguirán siendo hijos toda la vida, y serán nuestros niños siempre. No conozco todavía la experiencia del hijo adolescente, ni del hijo joven, ni del presuntamente maduro, ni del casado, ni del divorciado... ahí sólo podría hablar de la experiencia del hijo que soy.
Y desde esa experiencia sólo puedo ponerme a temblar pensando en cómo será ese futuro donde tenga que escuchar lo que tantas veces yo he dicho: “Papá, tu no lo entiendes...” “Mamá, ¿qué vas a saber tú?” “¿Beber yo? No, sólo tomo coca – cola...” “Uy, que va... no dejo que me toque...” “¿Anticonceptivos? ¡Claro que los conozco! ¿Cómo no voy a conocerlos?”... y a todas esas frases llegarán otras de mi parte nuevamente, pero en otro papel: “Ya te lo decía yo...”; ¡Café con sal, eso es lo que te voy a enseñar a beber, café con sal!; “¡¿dónde diablos está tu ropa interior?!”; “¿Y ahora qué vamos a hacer? Porque no querréis tenerlo”

Obviamente a los hijos se les quiere, se les adora, se les mima, se les..... sí, en algunos instantes también se les tiraría por la ventana...

domingo, 24 de octubre de 2010

YO TAMBIÉN QUIERO CREER EN LOS REYES MAGOS

Me comentaban que una niña está esperando a que llegue esta navidad porque quiere que los Reyes de oriente le traigan, este año, un padre nuevo... no deja de ser una ilusión fantástica para una cría de apenas nueve años y en puertas de abandonar una creencia en estos hacedores de voluntades.
Quiero sumarme a su ilusión y, a pesar de que hace años que no creo en ilusiones hipnóticas, decirle que es posible; que todo puede suceder cuando se quiere algo con mucha fuerza.
Con esto, no digo que los sueños se cumplan cuando uno espera, o en una determinada fecha, pero sí es cierto que es la ilusión la que mueve el mundo en general.
Desear lo que no se tiene forma parte del imaginario de cualquier ser humano; mas cuando lo que se desea es algo que ya se ha tenido la cosa hay que analizarla de otra manera, ver si se trata de añoranza, de deseo o de verdadera necesidad de volver a tener lo que, un día, tuvimos.
Sucede que cuando añoramos lo que hemos tenido y un día perdimos, tenemos un brillo especial en la mirada al ver próxima la consecución de ese retorno esperado. Al cabo de un tiempo puede darse la circunstancia de que la realidad te golpea en la cara y te dice que no es tiempo de quimeras; puede ser que la quimera se haga realidad y seamos nosotros los que deseemos que sea un sueño pasajero o tal vez nuestro deseo sea tangible y con él veamos satisfecho nuestro corazón, nuestra mente...
No voy a ser yo quien ciegue el sueño de un niño, en todo caso seré el hombro en el que ahogue su llanto si las cosas vienen mal dadas....

miércoles, 20 de octubre de 2010

EL INEXORABLE PASO DEL TIEMPO

Que el tiempo pasa no es ninguna novedad, que con los años vamos perdiendo capacidades es tan obvio como detenerse a ver un anciano cómo camina con dificultad si lo comparamos con un joven que transite a su lado.
Lo complicado es, cuando estás en una edad en la que es complicado aceptar que no eres el que eras. Un momento de tu vida en el que los intentos de mantenerte en una edad que no te corresponde son tan vanos y absurdos como un burro en una corrida de toros.
Una mañana, mientras te ves en el espejo, tras lavarte la cara, descubres que lo que era una hermosa línea que recorría tu frente se ha convertido en una autovía de tres o cuatro carriles, con curvas y baches.
Si antes tardabas media hora en peinarte, ahora sólo te duchas y ya estás, la frente comienza encima de las cejas y se pierde atrás... muy atrás.
Te sigues mirando y te dices: “bueno, no estoy tan mal” y al cabo de un segundo reparas en que, de tu nariz, salen unos pelos largos, torcidos, negros que antaño no estaban y ahora surgen cual gato. Tomas unas pinzas de depilar y te los arrancas total “no es para tanto”.
Dejas las pinzas y te vuelves a lavar la cara, coges la toalla y te secas... ¿qué es eso que sale de tus orejas? ¿Pelos? ... pues sí, más pelos. Parece que tus capilares abandonaron tu cabeza para caer en otras partes del cuerpo.
Todo tiene solución, seguramente podrás hacerte depilaciones en casi todo el cuerpo para eliminar tanto pelo pero... hay más.
Vuelves a mirarte en el espejo y descubres que donde antes había un torso fuerte ahora se muestra un pecho en retirada y una variable distribución de la tableta de chocolate (en caso de haberla tenido) más bien parece que te has comido todo el chocolate tu sólo. Ellas se mirarán y observarán que los pechos tampoco son los de antes, ahora... no son.
Si continuas bajando te encuentras, si la curvatura de tu vientre te lo permite, con una parte de ti que todas las mañanas pasadas te observaba y que ahora anda renqueante entre las nueve y las tres. Los que hace unos años que no se la ven de manera directa aprovechan ese instante en el espejo para comprobar que cada cosa cuelga donde debe. A veces pueden surgir dudas.
No todos los hombres se dan la vuelta para verse el culo, pero es en este momento de nuestras vidas donde cobra una especial importancia. Si las posaderas siguen en su sitio serán motivo de orgullo en detrimento de otros lugares, obviamente no se conforma el que no quiere.
El paso inexorable del tiempo se manifiesta en nuestro aspecto físico por encima del mental. Ya que uno mentalmente puede hacer muchas cosas que la realidad hace inviables.
Aquellos maratones sexuales de juventud, dan paso ahora a episodios de asombrosa intensidad mezclados con sinopsis de películas de serie B. En ese instante es cuando especialidades como el sexo tántrico cobran especial importancia, cualquier cosa con tal de sublimar el coito común.
Fuera del ámbito íntimo no resulta mucho más alentador, basta con acercarse a un partido de veteranos de cualquier deporte para caer en la cuenta de que, casi siempre, cualquier tiempo pasado no fue mejor, sino infinitamente mejor. Con suerte uno regresa a casa sano, sin problemas. Cuando lo hace lesionado, lo que antes eran dos días y a correr, se traducen en un mes de baja, una discusión en casa, un dolor insoportable, una sensación de impotencia...
Imagino que uno termina por reciclarse en la persona que va a ser más adelante, pero el proceso es siempre doloroso. El tiempo es como el día, inexorable, pues a cada atardecer siempre sucede la noche.

LUCHA ENTRE EL IR Y EL VENIR

Cuántas veces habremos oído aquello de: “cuando tu vas, yo vengo de vuelta”, generalmente esto dicho por nuestros mayores o por personas que creen tener la experiencia suficiente en la vida como para hacer bandera de ella. No tienen, sin embargo, en cuenta que la subjetividad de cada momento vivido es inversamente proporcional al momento que normalmente quieren comparar. Mi experiencia nunca será la tuya...
Llegados a este punto, uno no puede hacer otra cosa que comparar su ir con su propio venir. Con el paso de los años acumulamos, no pocas, experiencias en nuestras espaldas, a ellas recurrimos cuando vamos encauzados hacia una experiencia similar. Es casi imposible no establecer comparaciones entre las situaciones ya vividas y las presentes, cuando no con las futuras.
Quizá debería hacer un ejercicio de objetividad en este razonamiento tan subjetivo; pero es complicado hacerlo.
En este tiempo ya vivido he sido parte de situaciones, he tomado decisiones, me he dejado llevar por el momento y el tiempo, etc. Ahora, que quiero dar un nuevo rumbo a mi vida me he propuesto no comparar el tiempo presente con el pasado imperfecto que, sin duda, hallaré a la vuelta de la esquina.
El corazón es una herramienta tan locuaz como muda parece; es capaz de hacer saltar por los aires cualquier planteamiento de futuro; es tenaz como una mula cuando siente de verdad; es duro como un muro cuando el dolor tapa cualquier capacidad de amar...
No he sido una persona que se dejase llevar en la vida, casi siempre he tendido a la autoprotección impidiendo con ello que el fragor del verdadero amor fraguase en mi casa como yo hubiese deseado. Seguramente la inseguridad en unos casos, la falta de acomodo en otros; han logrado que jamás perdiese el verbo por nadie.
Escucho a unos y otros hablar de perder el sentido por amor, de quedarse mermado de capacidades por el mero hecho de estar enamorado. A mí, nunca me ha pasado, sin embargo creo ser consciente de haber amado con intensidad, con mucha intensidad, pero... hasta el punto de perder el sentido de las horas y los días? Lo cierto es que no.
Tal vez mi manera de ver la vida, de afrontar el día a día y las realidades que me ha tocado vivir, han hecho de mi un ser que quiere de otras maneras o que entiende el amor de manera diferente.
Este sería más o menos el camino de regreso de mi vida, ese venir del que he hablado. Mas ahora quiero hablar del ir, de ese salto al vacío que quiero dar. Pretendo caminar hacia el final del túnel del amor por muy angosto que pueda parecerme, por mucho miedo que pueda darme. Necesito entregar mi alma al diablo para que los sentimientos sean tan intensos como sea capaz de asimilar, incluso más.
Calculo, que más o menos debería estar en el ecuador de mi vida, en ese momento en el que se inicia una cuesta abajo que terminará con mis huesos en algún centro de la tercera edad donde, con suerte, me cambiarán el pañal cada ciertas horas. No quisiera llegar a esa edad carente de sentido común, mejor quedarse en el camino que arrimarse a la orilla sin remos que te sostengan.
Es en el inicio de este nuevo tramo de vida donde quiero sentir, donde quiero ver nacer en mi interior ese brillo del que me han hablado y contado. Quiero descubrir que conocerse, amarse, desearse, vivir... es ahora una experiencia para todos los sentidos; no cómo hasta ahora donde el tacto era el más importante.
El órgano sexual más importante siempre ha sido el cerebro, lo que sucede, es que mientras uno es joven desprecia la racionalidad por la imprudencia de la temeridad. Cuando tienes veinte años no evalúas la relación, simplemente la valoras carnalmente y numéricamente. Ahora la ecuación tiene muchas variables, los métodos para resolverla son tan complejos y variados que casi todo tiende a infinito... como infinitas son las formas de amor.
Ya está decidido, voy a iniciar el camino del ir, tal vez un viaje a ninguna parte, puede que un viaje hacia la realización personal de un amor fuerte.

martes, 19 de octubre de 2010

AÑORANZAS

Todos, unos en mayor número otros en menor, hemos sentido añoranza de algo o alguien. La vida se compone de un continuo espacio tiempo en el que se van sucediendo episodios que van alicatando nuestra vida, dejando huellas, marcas, restos, recuerdos, añoranzas...
Nunca he vivido fuera de mi país, todo lo más ha sido estar un mes fuera de vacaciones; por lo que no he tenido nunca esa sensación que tan bien ha transmitido un fado de nombre “Gente da minha terra”. Pero supongo que cuando uno se instala en otro país, con otras costumbres...añora irremediablemente los lugares comunes que compartía con los suyos; Me atrevería a decir que incluso aquellos que nunca nos han gustado.
Pero por qué añoramos, por qué necesitamos echar de menos algo o a alguien. Yo creo que es porque necesitamos tener la seguridad de que en nuestra vida pasada hay cosas tan importantes como en el momento presente; para darnos la razón a nosotros mismos y poder asirnos al recuerdo de un momento pasado que fue vivido con intensidad.
Normalmente las añoranzas suelen ser sobre algo que nos produce una agradable sensación de bienestar y ante cuya ausencia, sentimos una suerte de pena o lamento por no tenerlo en un momento dado delante nuestra.
Añoramos la niñez porque en esa época nuestros recuerdos son casi siempre felices, henchidos de cariño y amor, cuando esto no sucede no lo añoramos, sino que sentimos pesadillas.
Añoramos los tiempos en qué nos creíamos libres, sin responsabilidades que hablasen o nos mirasen a los ojos, sin cuestionarnos el día siguiente.
Añoramos al amigo que se ha ido, al que no volverá, al que nunca ha estado...añoramos un pasado que ya no nos pertenece e imaginamos un futuro idílico que poder añorar cuando se convierta en pasado reciente.
Añoramos los retales de nuestra vida que un día formaron el traje de nuestro día a día; casi nunca añoramos a los que se fueron sin despedirse, a los que pusieron zancadillas a cada paso que dábamos...
El ser humano precisa pensar en su futuro analizando su pasado, por eso añora lo bueno que se fue; sin embargo lo importante para mañana es hoy; y muchas veces no somos conscientes de ellos. Por eso muchos melancólicos pasan sus días entre las tinieblas del recuerdo. Un recuerdo rara vez certero, casi siempre acomodado en nuestra memoria a largo plazo de manera que podamos extraer de ella lo mejor.
Añoranzas...

lunes, 18 de octubre de 2010

LA SOLEDAD DEL YO

En un mundo convulso, donde las prisas son la primera causa de accidente, un lugar donde los movimientos colectivos han subyugado al individuo; tenemos que dar un golpe sobre la mesa y poner en blanco sobre negro las razones que nos empujan a una corriente de la que es complicado salir.
Habría que observar con detenimiento el mundo en el que nos está tocando vivir, ver cómo son en realidad las sociedades que en él están creciendo; sería prudente tomar cierta distancia para alejarse del hedor que desprende el tumulto y poder respirar el aire puro de la soledad.
Hoy día no somos nosotros quienes regimos nuestras vidas, no tomamos las decisiones que queremos tomar, no vamos a los lugares donde nos gustaría estar, ni acudimos a fiestas en las que nos sintamos plenamente felices... somos corderos que caminamos en fila india al albur de las decisiones que unos pocos toman sobre la conveniencia o no de determinadas actitudes que el colectivo debe tomar en la vida.
Haciendo uso de nuestra memoria individual y colectiva, podemos comparar este momento, sociológicamente hablando, con la época de la lucha de clases, de labor sindical, donde el estar al margen creaba un perjuicio tremendo sobre los demás; convertirse en un paria era fácil, sólo había que estar con las mayorías para lograr algo interesante para el individuo. Así se lograron muchos de los derechos que hoy disfrutamos individualmente.
Por el contrario la individualidad, hoy día, constituye un rara avis, una suerte de isla en medio de una colectividad mal entendida que termina por crear subgrupos de inadaptados dentro del gran grupo que todo lo arrastra.
El yo individual debe salir con más fuerza que nunca, promulgando la diferenciación, evidenciando de algún modo que cada uno de nosotros somos una personalidad lo suficientemente importante como para poder decidir: Cuándo, cómo y por qué hacemos una u otra cosa.
En los últimos veinticinco años del SXX y en este primer decenio del SXXI nos hemos dejado arrollar por ideas globales, por eslóganes que todos hemos aceptado sin prestar atención a sus contenidos, al final nos hemos visto donde estamos.
¿Y dónde estamos? Se preguntan muchos, fácil respuesta diría yo: nos encontramos en medio del todo y la nada. En medio del todo porque hay mucho rodeándonos, tantas que apenas nos dejan ver apenas unos metros más allá de nuestros ojos; En medio de la nada porque la nada es el total de nuestras decisiones individuales.
Hay mucho que sí lo hacen, personas que viven su vida según sus propios dictados mentales; construyendo un mundo exterior a su alrededor partiendo de un yo interior que se ha sabido aislar de la mayoría de las influencias.
Debemos hacer de las generaciones futuras, comenzando por nuestros hijos, seres capaces de crear el lugar donde se van a desarrollar partiendo de sus propias necesidades o deseos individuales. No hace falta renunciar al colectivo, mas tampoco ser sometidos a él.

jueves, 14 de octubre de 2010

CASI

Nuestra vida, y la de tantos, podrían resumirse por los “casi” que hemos tenido; por esos momentos en los que hemos estado a punto de conseguir hacer algo y no hemos podido concluir o llegar.
En cada momento de mi vida encuentro un “casi”. Es más, estoy seguro de qué, a pesar de haber conseguido no pocas satisfacciones, son más los “casi” que los “Eureka”
De pequeño, cuando miraba absorto mi pubis en busca de una pelusilla que apenas sombreaba, me decía que casi tenía pelo, en mi mente era casi un hombre.
Cuando fui creciendo y quise ser aún más adulto comencé a fumar; era lo que se llevaba entonces. Al principio casi tragaba el humo; con el tiempo casi reviento por culpa de él.
En plena adolescencia casi pude tocar los pechos a la hija de la panadera, un bofetón a tiempo hizo que mi mente se aclarase del todo…iba por buen camino.
Con apenas quince años casi hago el amor por primera vez, al final resultó un sórdido ejercicio físico con alguien que tenía en mente pasarnos a todos por la piedra. Y a fe que lo logró. Ella también, casi se convierte en señora con los años, pero casi.
Hubo momentos de duda existencial en mi vida, donde casi me convierto en alguien que no quería ser. Al final la cordura del pensamiento absurdo hizo que casi me convirtiera de nuevo en persona “normal”.
Casi consigo ser un hombre libre tras haber pasado por las rejas del matrimonio, mas terminé, de alguna manera, donde casi siempre terminan los que no las piensan…víctima de mis propios errores.
Ahora, que soy un hombre adulto, diría yo que incluso bastante adulto, me doy cuenta de que casi todo en la vida es relativo. Nuestro universo está lleno de incertidumbres que surgen siempre tras cada afirmación. Nadie en la vida puede asegurar a pies juntillas nada, porque casi siempre vendrá alguien a refutarlo.
Casi todo el mundo logra en su vida lo que en algún momento se propone y casi siempre termina perdiendo lo que más quiere…
Casi…

martes, 12 de octubre de 2010

ESCUCHANDO

Corren malos tiempos para la comunicación, vivimos momentos en los que todo el mundo oye pero pocos escuchan. La información nos bombardea desde cualquier trinchera, sin tener en cuenta si nos interesa o no; no se trata de ser escuchados, sino de ser los más oídos.
El juego semántico es muy interesante, pero prefiero escuchar a oír. Al oír, muchos pueden ser los sonidos que nos invaden, los datos que nos llegan; con lo que terminamos en medio de una sinfonía de ruido.
Al escuchar hacemos un aparte con lo que nos interesa, prestamos atención a un solo sonido en medio de un océano. Al escuchar comprendemos, al comprender sabemos dónde estamos.
En no pocas ocasiones me he encontrado en medio de conversaciones disociadas, esas en las que dos o más personas entablan un no-diálogo, que deriva en monólogos alternos sobre temas diversos que nada interesan al otro.
El tiempo transcurre así en muchos hogares, en muchas parejas, en no menos conversaciones en bares y restaurantes. Y uno se pregunta hacia dónde nos llevará una sociedad en la que sólo importa el yo.
Este es un mundo creado en base a la exaltación de egos, vivimos en una sociedad que va quedando huérfana de valores; perdemos con cada generación capacidad de comunicación.
Alguno dirá que estoy loco, que ahora tenemos Internet, que chateamos, que hay teléfonos móviles, etc. Y no digo que eso no sea progresar, yo mismo me sirvo de un medio tecnológico para escribir y comunicarme; pero lo cierto es que la comunicación cara a cara se ha perdido. Cuántas parejas sentadas juntas mantienen conversaciones separadas a través del teléfono mientras se sonríen como quien sonríe a un conocido.
Me gusta hablar, siempre me ha gustado. Eso sí, siempre que no se convierta en un monólogo donde todo el mundo termine hasta allí de mí. Interactuar es una de las mejores maneras de crecer intelectualmente. De nada te vale tener una gran formación académica, ser una eminencia en cualquier disciplina, si no eres capaz de transmitir lo que sabes. Y ya no digo hablar, porque hablar sabe cualquiera, lo difícil es que quien escucha entienda lo que dices.
Escuchando he aprendido que me había equivocado muchas veces; en otras ocasiones he escuchado orgulloso como alababan mis aciertos.
Deberíamos enseñar a nuestros hijos el valor del tiempo en compañía de otros, enseñarles qué, además de video conferencias y webcam existe una cosa que se llama contacto físico, sino corremos el riesgo de que un día dos de nuestros hijos se sientes uno frente al otro y sean incapaces de hablar si no hay un portátil por medio.

EQUILIBRISTA

Recuerdo, cuando era pequeño, que me quedaba anonadado por los equilibrios que algunos acróbatas eran capaces de hacer en los diferentes circos que podía ver en la tele (al circo físico no podía acudir por lo escaso de cantineo de monedas en el bolsillo de mi madre).
Mantenerse en lo alto de unos “pirulos” haciendo equilibrios con el cuerpo me ha parecido siempre un ejercicio casi imposible. La falta de facultades para hacer tamaña valentía hizo que me decantase por alejarme de equilibrios de ese tipo y adentrarme en equilibrios mentales.
Cuando uno no tiene muchas cosas agudiza entonces su ingenio, hace equilibrios con los recursos que tiene y sobre todo elabora mentalmente todo tipo de juegos que difícilmente se sostienen en equilibrio fuera del universo mental.
Creciendo uno cae en distintas vicisitudes que no conoce en la niñez, como es la economía doméstica, los afectos intensos de amor, los brotes lujuriosos, los enfados, las decepciones…y ahí comienza el verdadero entrenamiento que te lleva a convertirte en un verdadero equilibrista de la vida.
En lo sucesivo, en los años que restan por delante, intentaré ser un verdadero especialista, alguien capaz de actuar en los mejores circos. Circos con carpas inmensas como éste que me ha tocado vivir. Un lugar lleno de funambulistas, de malos actores, de peores cómicos, de grandes fieras que esperan cualquier descuido para romperte el alma…
Un día seré ese equilibrista que un día soñé cuando niño.

sábado, 9 de octubre de 2010

EN TUS OJOS

He visto la severidad necesaria como para tomar las decisiones adecuadas cuando era un ser imberbe, cuando las dudas eran todas y las seguridades escasas.

He visto el amor de una madre que, a punto de ahogarse con todo del desecho que la rodeaba, nadaba contra corriente para sacar adelante una familia apenas sostenida por un hilo.

He visto la impotencia de un padre, que en los momentos de lucidez, era capaz de discernir entre su incapacidad para amar a una mujer y el temor a querer a un hijo.

He visto la placidez de una persona singular, de un ser maravilloso que acompañó mi infancia sin más preguntas que las precisas, con los afectos necesarios y el calor humano de quien da sin pedir, de quien quiere sin más.

He visto el amor, la intensidad de un sentimiento desbocado que no se sostiene dentro de un pecho pleno, he sentido en tu mirada ese amor sincero de quien ama con todo, contra todo.

He visto esa otra clase de amor, ese amor infantil henchido de optimismo, con la candidez de una vida por descubrir, de un camino por hacer…

He visto y he sentido la traición por la espalda y a la cara, la desfachatez de la mentira ignominiosa por el mero hecho de medrar en un contexto sucio, salpicado de agujeros por los que caer en el olvido…

He visto el agradecimiento del que recibe de manera insospechada la ayuda de quien no esperaba, de quien es acompañado por quien menos se esperaba, a quien más había traicionado… en tus ojos…uff en tus ojos.

He visto el odio que es capaz de brotar del interior del ser humano, el estiércol que todos llevamos dentro sin saberlo y que un buen día comienza a soltar un hedor tan intenso que termina por marear la propia conciencia y también la ajena.

He visto la sonrisa interior de quien vive en la placidez de una conciencia limpia, de un corazón amable capaz de brindar a los demás la mayor de las satisfacciones sin esperar más a cambio que un gracias, y no siempre.

He visto que la vida es tan corta que ni viviendo cien años alcanzaría a disfrutarla tanto como querrías…nada hay más triste que la muerte en vida, ni más alegre que la alegría del partir cuando se sabe concluida una existencia completa, llena… vivida.

He visto y sigo mirando para poder captar todo aquello que me muestres, que me enseñes, que me ocultes sin saber…

NORMALIDAD

Cuando la normalidad se apodera de nuestras vidas encontramos el punto de equilibrio necesario para mejorar, para crecer interiormente y que ello se manifieste exteriormente.
Pero… ¿qué es la normalidad? Para mí significa encontrar en cada uno el normal denominador de cada quien. La normalidad es simplemente la ausencia de lo anormal, de lo extraordinario.
Lo normal es que mi hija se comporte como una niña de siete años, no como una de doce… lo normal es que en otoño llueva y haga sol, aunque también sucede en invierno…entonces ¿no es normal el otoño? Sí, porque además se caen las hojas de los árboles… tantas respuestas como preguntas.
Últimamente hablamos de personas normales porque nos parece raro encontrarlas; un amigo me comenta de cuando en cuando que ninguno estamos al 100%, que como mucho al 90%... quizá tenga razón.
Todos tenemos un puntito donde nos distanciamos del otro; ese hecho diferenciador es el que sitúa a unos en la órbita del humano normal y traslada al otro al lado de los “especiales”; un término éste, que también se las trae.
Por normalidad entiendo encontrar a una persona con la que poder mantener una conversación o discusión dentro de los normales cánones de comportamiento humano, sin agresión verbal, física o acústica. La normalidad es levantarse por las mañanas y acostarse por las noches…
Y qué sucede cuando tu normalidad no es normal, cuando eres una de esas personas especiales que dan color a nuestras vidas, que iluminan con sus ocurrencias el espacio, normalmente anodino, de la normalidad.
Los artistas, casi todos ellos, dejaron de ser normales cuando el punto creativo de su ser superó los miedos y se situó el la vanguardia de la personalidad que atesoran. Sin embargo su normalidad es fabulosa, admirable, intensa… siento envidia sana de ellos; muchas veces he soñado con ser un día escritor o poeta…
Para un soldado en guerra, su normalidad es matar a tres o cuatro al día y evitar que lo maten… para ellos, regresar a la “normalidad” de sus casas es casi siempre un estadío de lucha contra ellos mismos…

Cuando hablamos de normalidad, lo hacemos situándonos en un lado de cierta superioridad, pues somos capaces de establecer por la vía del “ya” qué es normal y qué no…
Al final el mundo es pura subjetividad…

jueves, 7 de octubre de 2010

ESENCIA

Quiero escribirte para expresarte, lo mejor que pueda, cómo es el antes y el después, de qué manera tu esencia habrá impregnado mis recuerdos, mis sentimientos, mis recuerdos.
En el tiempo que nos toca vivir acostumbramos a conocer lugares, personas o cosas; de muy diversa índole, de diferente color. Muchos de esos lugares o cosas quedarán grabados en nuestra memoria por lo impresionante de su paisaje, por los recuerdos que se adhieren a las paredes de nuestra memoria de un hecho tal, o de un hecho cual.
De las cosas, de esos objetos que un día supusieron un giro en nuestra vida, la adopción de una manera de ser ante las cosas, etc. De ellos también guardamos su esencia. Y cuando pasamos en un momento de nuestras vidas cerca de un objeto similar comenzamos a sentir en nuestro interior la presencia de ese recuerdo abstraído ya en nuestra mente.
Si hablamos de personas entonces la cosa cambia, muchos pasarán por nuestras vidas dejando, en lugar de esencia, tufos y olores varios. Muchos de ellos irrespirables por lo insano o insoportable. La esencia de una persona queda impregnada en nosotros cuando somos capaces de ver un poco más allá; cuando nos sentamos tranquilos y disfrutamos de la composición básica e íntima de esa persona que hemos dejado acercar a nosotros y de la que queremos disfrutar.
Por eso quiero expresarte mi agradecimiento por haber dejado en mí un poso imborrable, por haberte acercado con la serenidad de quien sabe lo que no quiere y tiene pocas dudas sobre lo que quiere.
Compartir momentos que se anclen en el recuerdo no es fácil. Acostumbra el ser humano a recordar más una fiesta que un hecho importante. ¿Por qué lo hace? Muchas veces por no querer afrontar una responsabilidad determinada.
Dicen que las esencias vienen en frascos pequeños, en envases de tamaño tal que puedan ser transportadas y guardadas con gran facilidad y ocultarlas y protegerlas de posibles actos contra ellas. No temas, tu esencia no será víctima de ataques, no será escondida en otro lugar que no sea en lo profundo de mí.
Tu esencia es mía y, perdona mi egoísmo, no pretendo compartirla.

FRASES INSTANTANEAS

He comprendido, con el paso de los minutos, que las horas son importantes cuando los días son cortos, los meses escasos y nos quedan pocos años.

Hay personas que creen que gritar es una manera de hablar, que someter a la fuerza es la mejor manera de mandar, que imponer es mejor que llegar a acuerdos; lamentablemente para ellos, la soledad será lo único que les aguarda.

Me dispuse a acariciar su cuerpo, a besar sus labios, a sentir su calor, a percibir su deseo; tan sólo por el mero hecho de dejarme llevar por mi imaginación, mis deseos, mis sueños; al cabo de un instante me encontré a mí mismo, pleno… feliz.

Un día, alguien, se dará cuenta de lo estúpido que resulta perseguir la felicidad, cuando ésta es la que siempre nos atrapará cuando ella quiera, caprichosa como es.

La mejor manera de llegar al corazón de una persona es dejando salir de nuestro interior la personas que somos, apartando de nuestra vista la persona que queremos ser.

La pasión es como un gato que se acuesta a tu lado esperando tus caricias, tus mismos, tu amor. Cuando dejas de hacerlo, al dejar de lado los afectos, el gato se vuelve arisco, frío, distante. Acariciemos nuestro gato cada día...

Un día cualquiera descubriré que yo, ya no soy yo; que tú ya no eres quien eras; que vosotros tampoco sois ya lo que un día fuisteis; entonces habré descubierto que la vejez ha llegado y me sentiré feliz de teneros a mi lado.

¿Es la soledad una manera de encontrarse a uno mismo o por el contrario es la mejor manera de perderse?

El mejor momento del día es cuando mis ojos se topan con los tuyos y provocan en mi interior un cambio repentino de temperatura...

A veces, cuando me despierto por las mañanas, me siento en plenitud sabiendo que soy parte de una realidad, que puedo contribuir a modificar el mundo en el que habito. Siempre he creído en las posibilidades de la soledad para cambiar el colectivo. Uno no puede ser impasible, debe actuar…

Sé que en la vida he causado dolor; también he visto el placer en las caras de quien me ha acompañado. Sólo me arrepiento de lo que no he hecho, de los momentos que he dejado pasar por cobardía. Lo vivido tan sólo forma parte de mi pasado y he de tenerlo en cuenta para mi futuro.

Por qué, dónde, cuándo....pequeñas palabras que mueven el mundo. Las respuestas a estas simples cuestiones acarrean no pocos dolores de cabeza, y sin embargo son tan simples...

¿Por qué razón tenemos miedo a decir a la cara lo que pensamos, a dejarnos llevar por lo que sentimos, si en el fondo es lo que deseamos hacer?

Renunciar al amor es, en la práctica, renunciar a la vida. Qué es la vida sin amor, sino el vacío más absoluto.

Nunca ha sido la distancia la que ha separado definitivamente un amor o una amistad, sino la falta de interés. En ocasiones la proximidad perturba tanto como la lejanía. Para amar, basta con querer hacerlo.


Es preciso enseñar a nuestros hijos el dolor de la lucidez, de la capacidad de pensar, de la responsabilidad de decidir...


Resulta curioso el hecho, cierto, de toparnos con personas con las que nos sentimos geniales y las dejamos pasar porque tenemos nuestras vidas ordenadas y no tenemos miedo a cambiarlas. Al cabo de un tiempo nos echamos las manos a la cabeza por no haber tomado las riendas de nuestras vidas y dejarnos llevar por…

Si descubro que puedo amarte, si siento que tú puedes amarme. Si comprendo cómo eres, y tú entiendes cómo soy. Si siento tu cuerpo como mío y tú sientes el mío parte de ti. Y aún así no estamos juntos, ¿qué falla? ¿Nuestra capacidad de amar? ¿O ponemos de manifiesto lo más absurdo de nosotros mismos cuando negamos una realidad?

Cuando miras muy de cerca en los ojos de alguien, cuando compartes el mismo aire a corta distancia, cuando la intensidad del momento supera el espacio – tiempo; en ese momento, debes de ser consciente de que ahí debes estar, es tu momento, vívelo, siéntelo… y no dejes pasar la oportunidad de cerrar por dentro para tirar la llave

EFÍMERO

Define la RAE, lo efímero como de corta duración, de tan sólo un día. Estoy seguro de que es una definición acertada y aceptada. Sin embargo me atrevería a sugerir que el plazo se me antoja corto.
24 horas son, desde luego, suficientes como para que un hecho acontezca y desaparezca y con ello digamos que es efímero. Pero en otros terrenos, donde los sentimientos, los patrones de conducta, la personalidad… entran, ahí lo efímero no suele ser un día, sino el tiempo imprescindible como para que, a nosotros, nos parezca demasiado poco y, por tanto, efímero.
Imagino al adolescente esperando a su, reciente, novia en la puerta el colegio, caminando día tras días desde allí a la casa de esta; hasta que un día, una semana o dos más tarde, ella le dice que no vuelva más. Sin duda para este adolescente será un momento efímero pues sin librar una batalla ha perdido la guerra.
Siendo adulto lo efímero va a tener tantas lecturas como emociones, tanta duración como sensaciones, tanta intensidad como deseo. Encontrarte con alguien, disfrutar de su compañía, participar de una misma actividad… y que, al cabo de un día, dos, seis, una semana, se termine; será sin duda efímero desde cualquier punto de vista. Si este momento se vive con malestar sin duda se convertirá en una “eternidad”. La subjetividad siempre estará presente.
Dicen, en todo caso, que: lo bueno, si breve, dos veces bueno. No estoy de acuerdo en absoluto, no tengo ninguna duda de que, quien escribió esto disfrutó poco del momento y se contentó con ello. Si hubiese sido sincero habría dicho: lo bueno…que no se termine nunca.
El recuerdo efímero de las personas que marcan tu vida, en un momento determinado, suele rondarnos cada vez que algo nos la recuerda… para entonces, gustosos, habríamos cambiado ese efímero por un eterno.

miércoles, 6 de octubre de 2010

ENCUENTROS

Es curioso el ser humano, necesita saber, conocer a otras personas, otros lugares. Nuestra manera de ser social hace de nosotros individuos a la búsqueda incesante de nuevos encuentros.
Encuentros con la cultura, con la capacidad de aprender de nosotros y sobre nosotros, además de comprender a los demás. Para poder entender la historia personal o colectiva de alguien es preciso, primero, sostener un encuentro con nuestra propia vida. Sólo así podremos ser enteramente objetivos dentro de la inherente subjetividad.
Del encuentro, casual o no, con otro igual va a surgir una unión psíquica o física, que hará de esa interrelación una manera de crecimiento; un crecimiento que puede ser demográfico, a nivel espiritual, social, etc.
En nuestra vida diaria, en el normal desarrollo de nuestra vida necesitamos y buscamos encuentros con el sexo en el que estemos interesados. Al principio, los encuentros, pueden ser fortuitos, fruto de la conjunción de causalidades que se dan en un momento dado; después los encuentros se convierten en destino clandestino de deseos y ardores; de sueños y anhelos; en abierta relación de pareja o simplemente en un juego dual donde, casi siempre, uno sale perdiendo.
Hay otra clase de encuentro que jamás olvidamos; ese instante preciso, precioso en el que encontramos la vida de nuestros hijos; en el que nos encontramos con la mejor maquinaria que seremos capaces de crear jamás.
El encuentro con la muerte también suele ser intenso; cuando el óbito se produce en nuestra proximidad el dolor puede llegar a quemar, a romperte por dentro. Quizá el consuelo de ese momento, para los creyentes, radique en la posibilidad de un posterior y postrer encuentro en esa otra dimensión, de la que muchos hablan y pocos conocen.
Los encuentros marcarán nuestras vidas siempre, aun cuando no los busquemos. Alguien o algo saldrá a nuestro encuentro. En nuestra maduración personal encontraremos las actitudes necesarias para ese instante que, en ocasiones, es demasiado intenso.

viernes, 1 de octubre de 2010

ACEPTACIÓN

Hoy día, donde la palabra igualdad, los movimientos en pro de los derechos humanos, la extensión del estado de bienestar y demás, están más en boga que nunca uno no puede dejar de plantearse verdaderas reflexiones sobre lo que significa todo esto que se mueve a mi alrededor.
Se nos llena la boca con la palabra igualdad, queremos que la gente (en nuestra sociedad del primer mundo) viva con igualdad de oportunidades, como si eso fuese una innovación pretérica.
Lo complejo es el proceso de aceptación, ese mecanismo mental y físico por el cual somos capaces de reconocer un estado social, una apariencia física y un entorno particular como nuestro, como parte del todo que forma cada unidad personal.
Cuando queremos que alguien forme parte de nuestras vidas, ya sea de manera personal o laboral, le decimos que lo queremos, que nos gusta. Pero en cuanto conocemos de manera cercana las circunstancias personales de cada individuo comenzamos a echar balones fuera. Pasamos del te quiero, al te quiero pero sin eso, sin aquello, sin lo otro...
Aceptar al otro cómo es requiere un ejercicio brutal de mirada interna, de no comparación, de análisis frío de las situaciones dadas,etc.
La lucha por los derechos humanos ha sido el caballo de batalla de muchas generaciones, de libertadores y liberados, de soñadores y realistas... y no es una guerra perdida, pero si un continuo batallar. Confundimos aquí los derechos humanos (occidentales y del primer mundo) con la imposición de una manera de ver la vida, las cosas, las sociedades; que poco o nada tiene que ver con la que tienen en lugares como el subcontinente africano, Asia central, etc.
Pero nosotros, los occidentales, no los aceptamos como son, sino que queremos modificar la sociedad en la que ellos viven e imponerles un modelo, el nuestro, que consideramos el mejor de todos. Imaginemos, por un instante, que los indios Yanomami estuviesen en posesión de armas de destrucción masiva con un ejército imponente e invadiesen Europa; imaginemos ahora que en lugar de aceptarnos como somos, nos impusiesen ir con taparrabos, rezarle a un tronco de árbol, comer con las manos... qué sucedería? lo soportaríamos? No, claro que no. Sin embargo no los aceptamos a ellos como son, les imponemos. Los queremos, si, pero en reservas...
Aceptar no significa claudicar y mucho menos renunciar. Deberíamos aceptar al otro como es, con todas sus circunstancias individuales o sociales. La adaptabilidad del ser humano has sido su mejor arma para la supervivencia en un mundo que no es amable con nosotros. ¿Por qué nos empeñamos en imponernos a los demás? ¿Por qué nos agrada tanto someter a las demás naciones o pueblos?
Claro que habrá quien diga: «yo respeto a todos», la respuesta es fácil; para que nosotros podamos llevar el estilo de vida que llevamos en las naciones industrializadas, es preciso que en otros lugares se mueran de hambre, trabajen por un euro al mes, o desparezcan en experimentos de todo tipo... si somos capaces de aceptar eso, seguro que lograríamos un mayor respeto entre iguales.

UN PAIS DE PANTOJAS

La noticia del día en nuestro país es la fianza que se le ha impuesto a la tonadillera andaluza por un presunto desfalco de capitales. Así las cosas seguro que llenará horas y horas de progamas de televisión donde analizarán hasta las bragas que usó el día de su boda. También en las revistas y periódicos harán carnaza de ella.
No seré yo quien la defienda, lo que sucede es que nuestro país está repleto de «pantojas» de todo tipo y calaña; seres que se pasean por nuestras calles, por nuestros municipios llevándose dinero en maletas, mientras los bobos del pueblo (todos los que votamos) les siguen apoyando legislatura tras legislatura.
Ponemos a parir a los políticos argentinos, ecuatorianos, venezolanos y demás porque hacen políticas de vodevil, llenamos telediarios con imágenes de corruptos en iberoamérica o centroeuropa. Mientras, aquí, dejamos que nos suban los impuestos con qué tapar los agujeros que deja la corrupción urbanística; no salimos a la calle a manifestarnos constra el robo organizado del dinero del contribuyente, sí lo hacemos para defender a un equipo de fútbol si lo descienden por no cumplir con Hacienda... en fin.
Creo que la imagen de nuestro país debe salir fortalecida de juicios como el de la operación «Malaya» con sentencias ejemplares; pero deberíamos exigir a nuestros políticos una legislación más dura contra quien se hace rico a consta del erario público.
Cuantos nos hemos preguntado por qué razón no salen los inspectores de hacienda, los jueces y policías a investigar la vida y patrimonio de personas que en cuatro años pasan de un piso hipotecado a un chalet en la playa. La excusa es que no hay denuncias... por qué entran de oficio entonces los inspectores en la cartera del contribuyente...