LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

jueves, 26 de mayo de 2011

LA VIDA ES SUFRIMIENTO...O NO

Desde que somos pequeños nuestros padres nos inculcan el sufrimiento como parte inherente del ser humano. Nos meten de manera inmisericorde y sin pausa en nuestro cerebro un fin último de nuestra existencia, sufrir.
Siempre he creído que la vida no es sufrimiento, sino una realidad que nosotros modificamos en función de nuestras creencias, vivencias y demás.
Uno no llega a este mundo para pasarlo mal, sino para sobrevivir el mayor tiempo posible y, en mi modo de entender la vida, hacerlo de la mejor manera posible dejando a un lado aquellos males que condicionarán nuestro futuro.
Sin embargo, la moralina que se desprende de las diferentes sociedades convierte al individuo en un ser doliente que no puede hacer otra cosa que penar por su propia existencia lamentándose de unas cosas o haciendo actos de contrición por otras.
La vida es hermosa, bella, está ahí para disfrutarla, para sentir cada día como el último, para aprender de aquellos errores que cometemos y tratar de no volver a repetirlos. Claro que es más fácil decirlo que hacerlo, pues nos condicionan tanto desde que somos unos bebés que crecemos creyendo que el sufrimiento te hace fuerte.
Y no es así, sufrir mucho a lo largo de una parte de tu existencia, no hace que veas el resto de la misma de mejor manera; más bien al contrario, ya que ese modo de vivir tan pernicioso lo único que consigue es cercenar las capacidades del ser humano para admirar lo bello sin coartadas.
La vida es sufrimiento para quienes no tienen la oportunidad de elegir, quienes se ven arrastrados por la inercia de la existencia que les rodea hacia un modo de vida lastrado por los miedos atávicos, por la idiosincrasia de las diferentes religiones, etc.
Espero ser capaz de inculcar en mis descendientes y en aquellos sobre los que pueda tener algún tipo de ascendencia, el deber de disfrutar con los cinco sentidos de cada uno de los minutos que les toque vivir. Los problemas vienen solos, no precisamos llevarlos en la mochila de la conciencia...

AHORA, ¡AGITEN SU VARITA!

Ya han pasado las elecciones, el PSOE ha sido duramente castigado por una población hastiada de tanta crisis y que ha pagado con el Gobierno de la nación todos los platos rotos.
Sin entrar en profundidad sobre la culpabilidad real, impuesta o auto-impuesta del Ejecutivo, convendría tener en cuenta el único dato real al 100% de todo esto: Del 100% del presupuesto de España, el 70% está en manos de las autonomías y por tanto son dispuestos por los Presidentes Autonómicos. O lo que es más sencillo de entender, de cada 100 euros que llegan a mi autonomía, 70 los distribuye y controla mi presidente autonómico...
El color azul se ha impuesto con rotundidad en el mapa de la nación, sin que para ello hubiese necesitado el Partido Popular subir en votos, que no lo ha hecho, ha bastado con el castigo que el propio electorado de izquierdas ha inflingido a un Gobierno en clara deriva hacia la derecha.
Ahora, con los nuevos o renovados alcaldes y presidentes autonómicos a las puertas de tomar el mando, cabría pedirles que agiten esa varita mágica de la que han presumido en campaña. Los ciudadanos queremos cambios inmediatos, de fácil percepción, toda vez que los elegidos han alardeado durante estos últimos meses de tener la solución para los males que acosan al país.
Parece claro, por otro lado, que el Partido Popular parte con notable ventaja para la disputa de las próximas elecciones nacionales, mas tiene por delante nueve meses, todo un embarazo, para demostrar a la ciudadanía que tiene algo más que palabras, que la varita funciona. Si no es capaz de hacerlo, tal vez su victoria (segura) en las próximas generales deba estar apoyada por esas minorías que tanto critica. Aunque ya se sabe que quien desea aferrarse al poder pronto olvida el verbo fácil de la crítica en aras a practicar euskera, gallego o catalán en la intimidad.
En el otro lado se sitúa el electorado, la ciudadanía mal informada que tiende a hablar por boca de otros; de esos que desde las atalayas de sus editoriales, ondas de radio o imágenes de televisión, agitan las masas como banderas cimbreantes al viento de Poniente. Nunca una sociedad ha sido menos consciente de su propia realidad y tan manipulada como ésta.
¡Agiten su varita señores! Y háganlo pronto y bien, que ya estamos hartos de falsedades...o no.

jueves, 19 de mayo de 2011

AMENAZA TORMENTA

A estas horas los boletines informativos de todas las emisoras de radio, las rotativas de los periódicos y los demás medios de comunicación están en lo mismo: oteando el horizonte para ver cómo se desarrollan las cosas pues amenaza tormenta.
Hace unos días, cuando las revueltas en el mundo musulmán asomaban al primer plano de la actualidad reflexionaba sobre la conveniencia de una revuelta en Occidente. Y parece que mis reflexiones de entonces no estaban muy desencaminadas.
El desencanto de la sociedad va en aumento con una clase dirigente que nos ha expuesto, como mercancía, antes aquellos que han jugado con nuestros intereses mientras nosotros nos flagelábamos entre trabajos de medio pelo o conservando los escasos ahorros que tenemos en cualquier caja o banco más o menos seguro.
Aparentemente este movimiento social tiene su origen en la red, y no pretende manipular las inminentes elecciones, etc. Esto es importante, toda vez que formar parte de una sociedad que ha sido manejada como una marioneta durante bastante tiempo.
Lo que se pretende es una regeneración democrática, una suerte de renacer social donde aquellos llamados a dirigirnos vayan a hacerlo desde otra perspectiva. Tomando en cuenta a la sociedad y no gobernando al margen de ella. La búsqueda de utopías ha acompañado al hombre desde que es hombre. Y también en el aspecto social.
Aspirar a una democracia mejor no sólo supone exigir más sino ser capaces de asumir una cuota de responsabilidad mayor. Implica abandonar prácticas tan maravillosas como evadir impuestos, la economía sumergida, no declarar, intentar pagar menos impuestos… mejorar la sociedad implica necesariamente la asunción de responsabilidades por parte de todos los actores implicados: sociedad y dirigentes. ¿Estamos dispuestos a ello?
Por otro lado, todo proceso democrático lleva su tiempo y revertir un modo de funcionamiento como el nuestro implicará no menos de una década. Estoy de acuerdo con que no podíamos quedarnos de brazos cruzados ante la salvación “sí o sí” de un sistema, el capitalista, que ha fracasado de manera estrepitosa, al menos como lo conocemos. No puede ser la solución la inyección de dinero por parte de la ciudadanía para que los mismos que nos llevaron a la bancarrota sigan gobernando.
Bien es cierto que el cambio debería ser más profundo de lo que se cree; siendo época electoral todo el mundo habla de lo mismo: política, paro, dinero. Mas el cambio más importante sería el cambio en el interior de la sociedad, la búsqueda de unos valores acorde con el mundo que estamos viviendo. Es difícil mantener una misma velocidad en todos los cambios sociales, pero echando la vista atrás uno descubre que los estratos sociales siempre han estado presentes y que a nadie se le ha ocurrido reducir las distancias, más bien al contrario; estas distancias se han acentuado todavía más.
Está claro que un primer paso puede ser manifestar públicamente nuestro descontento con quienes manipulan la realidad de forma tal que vivimos según ellos quieran que lo hagamos.
Las redes sociales se escapan al control de los medios de comunicación, verdadero eje vertebrador de la manipulación que se lleva a cabo desde el poder establecido. Y por ello se trata de movimientos imparables que terminan arrastrando a estos medios. Sí este movimiento social es capaz de provocar en los medios de comunicación una regeneración será posible que se cambie la democracia tal y como la conocemos.
Los grupos de presión son los verdaderos amos del mundo, hasta ahora hemos sido marionetas en sus manos, quizá debamos apuntar hacia ellos y no hacia la clase política solamente. Sin dejar de reflexionar sobre nuestro propio papel actual y el que queremos representar en nuestro propio futuro.

miércoles, 18 de mayo de 2011

AL PRINCIPIO FUE LA ILUSIÓN

Ilusión, esta sensación y no otra, es la verdadera fuerza motor de la vida. Nada más llegar a nuestro pensamiento convierte cualquier utopía en realidad, cualquier atisbo de duda o fracaso en el sueño de una noche de verano.
Para después queda el trabajo, el esfuerzo diario en mantener el ímpetu necesario para alcanzar la gloria esperada.
Sin el comienzo, sin la ilusión del principio casi nada sería posible. Es poco probable que un ser humano haga un esfuerzo denodado por algo que piensa que va a salir mal, salvo que su interior no funcione como debería.
Nuestro músculo más fuerte y resistente, el cerebro, funciona por impulsos eléctricos que son sobrecargados con altas dosis de ilusión.
¿Cabe el fracaso? Claro que cabe, como no va a caber en una realidad como la humana, donde la volatilidad de los sentimientos se manifiesta con la aparición de una nueva ilusión.
Imaginemos una realidad utópica donde nos sintamos maravillosos, donde creamos que la plenitud nos ha llegado, o hemos alcanzado la cima de nuestra existencia. De pronto una ventana se abre a nuestro lado, asomamos la cabeza y una nueva ilusión llena nuestros sentidos; retomaríamos entonces un nuevo principio, comenzaríamos a vivir de nuevo la ilusión de la primera vez…
Para muchas personas este, es un modo de vida, precisan cambiar de estatus, de pareja, de sociedad, de país…la cuestión es volver al principio, regresar al mundo de la ilusión, donde lo improbable se hace plausible, siquiera en nuestra mente.
Las razones para que muchos se suban a este vagón habría que buscarlas en la sobredosis de realidad que afrontamos día a día, a la necesidad que tenemos de ser capaces de catapultarnos desde las profundidades de una vida anodina a una posibilidad de vida intensa, divertida, nueva…una nueva ilusión.
El equilibrio siempre está en ser capaces de discernir una ilusión de una utopía irrealizable, en ser quien de adivinar sobre que roca anclar nuestra vida sin por ello perder la perspectiva de encontrar nuevas ilusiones, tal vez compartidas, con las que disfrutar cada instante.
Al principio fue la ilusión…

SENTADO EN LA ORILLA

Sentado en la orilla miro al infinito intentando atisbar como será mi futuro, cómo puede ser la vida que me espera. La esperanza de un mañana mejor me permite ver una realidad ilusoria que se sostiene en este único marco, el de la contemplación de un futuro infinito…
Sentado también puedo cerrar los ojos y echar la vista atrás, ser consciente de los errores que he cometido en el pasado y analizarlos con la esperanza de no volver a repetirlos, pues todo esfuerzo por cambiar lo sucedido resulta baldío.
Desde aquí, con los pies en el agua fresca siento la presencia de la naturaleza que me rodea; me dejo llevar por el lugar, por el momento, por el tiempo.
Mas aquí sentado también soy consciente de las limitaciones que tengo, de la ineficacia de mis acciones cuando no estoy convencido de ellas; de la ausencia de sentimientos en aquello que hago contra mi voluntad… tal vez sea la paz que consigo aquí, o quizá que sin ruidos externos la música interior se escucha con mucha más fuerza y nitidez…
Sentado en la orilla…

HABLAR MAL DE ALGUIEN – HABLAR BIEN DE ALGUIEN

Escuchando con atención las conversaciones que se suceden a mi alrededor e incluso las mías propias he llegado a la conclusión de que es más habitual escuchar hablar mal de alguien que escuchar hablar bien. Esto me hace pensar que tal vez perdamos demasiado el tiempo y quememos demasiadas energías en dilapidar la imagen de alguien.
Hablar mal es sencillo porque puede hacerse desde la infamia, desde la constatación burda de hechos falseados, o lo que es peor, desde la ignorancia.
Resulta habitual ser partícipe de conversaciones donde alguien sale mal parado, normalmente sin que pueda defenderse por no estar presente, sin que quien hable mal tenga un mínimo de garantías en lo que refiere.
Hablamos por boca de otros, porque “alguien me ha dicho”, lo hacemos desde el prejuicio moral en el que nos establecemos en función de nuestro estrato social, nuestra educación u cualquier otra variable.
Hablar bien de alguien resulta gratificante, algunas veces se hace también de forma hagiográfica, porque manifestamos en nuestras palabras las bondades de otro igual. Lo que implica mucho menos esfuerzo mental. Para encontrar lo bueno de alguien basta con estar atento, con abrir los sentidos a las sensaciones, con eliminar nuestros propios prejuicios y miedos. Se trata de un ejercicio mental saludable, donde ponemos a disposición de otros todas nuestras habilidades comunicativas.
Sin entrar en la adulación absurda, contarle a los demás las características buenas de este o aquel, implica que nuestra manera de entender la vida es positiva y eso ya merece la pena.
Este es un país donde se premia la difamación, donde la no constatación de los hechos se ha convertido en noticia. Un país donde periodistas como Pedro J. han implantado un: “tu di lo que quieras que ya lo desmentirán”… y así nos va…

NOTAS SIN DAR – CARTAS SIN ENVIAR

Quien no ha escrito alguna vez una nota, una carta, con la firme intención de entregársela al destinatario de nuestras diatribas y al final…nada; una nota en el fondo de un escritorio, un sobre cerrado en el cajón…
Palabras que se quedan sin decir, sentimientos que dejan de mostrarse, sensaciones que no explicamos, deseos a medio camino…
Para muchos, como para mí, escribir es una de las mejores armas para plasmar aquello que sentimos, que pretendemos decir, que queremos decir y que, en ocasiones, incluso decimos. Escribir sirve como terapia para dejar patente un estado mental y personal, para reivindicar una situación concreta…también para hacer de una manera sosegada lo que, quizá, no seamos capaces de hacer en una conversación cara a cara.
La cuestión es determinar por qué motivos notas o cartas no llegan donde pretendíamos cuando comenzamos a escribirlas; quizá la razón haya que buscarla en un cambio de opinión, en la oportunidad de hacerlo, en el momento temporal…en nuestro interior.
Con el paso de los años, el hallazgo de cartas y notas no enviadas sirve como reflejo de una personalidad, muestran una parte de la persona que somos o fuimos, son retales de nuestra vida que un día dejamos sobre un papel….

¿Qué hacer? ¿Votar? ¿Abstenerse? ¿Votar en blanco? ¿Manifestarse?

Estamos a menos de tres días del final de la campaña electoral para estas próximas elecciones municipales. Quedan pues tres días para la jornada de reflexión, una jornada que se entiende dedicada pensar qué hacer al día siguiente.
No es este un momento donde los políticos tengan un especial seguimiento, en el horizonte electoral pocos son los que pueden presumir de arrastrar masas, más bien todo lo contrario. Los mítines se llenan en uno y otro punto de nuestra geografía gracias a la labor de transporte realizada por los acólitos de los partidos que se afanan en arrastrar hasta pabellones y plazas de toros a ociosos jubilados que enarbolen sus banderas como si de una fiesta taurina se tratase…quizá muchos no pidan las orejas…sino…
Yo, como otros tantos, me pregunto todavía qué hacer y cómo hacerlo. En una elecciones municipales hay variables que no se pueden trasladar a unas nacionales. Aquí decidimos quien va a dirigir nuestra ciudad los próximos cuatro años y, en buena lógica, deberíamos pensar quien está mejor cualificado independientemente de sus colores políticos. Lamentablemente no siempre actuamos así.
Votar es, a mi modo de ver, imprescindible dentro del juego democrático en el que quiero participar. Da igual si voto en blanco, en rojo, en azul, en negro u otro color; lo importante es hacerlo.
Bueno sería, dado el descontento manifiesto con la clase dirigente, que en estas elecciones hubiese un voto próximo al 100% aunque el 40% o más votase en blanco. Así quedaría constatación de que la sociedad es madura, y de que no estamos de acuerdo con la forma de gobernar de quienes detentan un poder que nosotros le otorgamos a través de las urnas.
Somos una sociedad que disfruta de la libertad de voto desde hace menos de cuarenta años y, por tanto, deberíamos hacer un uso responsable de un derecho que debería ser inalienable.
Los políticos, todos ellos manifiestamente mejorables, se han acostumbrado a gobernar por encima de corruptelas y corrupciones; de sobornos y chanchullos. Es el país del todo vale, del da igual. Es esta una sociedad con tan poco nivel democrático y sobre todo político, que cualquier ladrón se puede presentar a las elecciones y ganarlas.
Algunos defenderán que en eso consiste la democracia y la libertad, para mí, sin embargo, tan sólo pone sobre el papel la poca cultura política de una nación que todavía no se ha liberado de la política caciquil, del favoritismo…
El derecho de manifestación, tan mal empleado habitualmente, también debería servirnos en estos momentos para reflejar de forman notoria nuestro descontento con quienes salen atribulados estos días en los diferentes vídeos electorales.
Los candidatos y candidatas son conscientes, muchos de ellos, de que se presentan sin estar capacitados; algunos incluso figuran en las listas sin posibilidades y por un golpe de suerte terminan en plenos municipales sin saber para que sirve un bolígrafo…
No es fácil afrontar unas elecciones en momentos como éste. Nos están vendiendo las municipales como unas generales, cuando ahora se trata de decidir quien arregla las aceras de mi ciudad. Y para ello no debo de tener en cuenta quien va a gobernar en Madrid, dado que si así lo pienso, terminaré por situar en mi ayuntamiento a quien desde Madrid me digan…

sábado, 14 de mayo de 2011

ILUSIONES

Quizá uno de los grandes males de la sociedad moderna sea la falta de Ilusiones individuales; en un mundo globalizado vivimos la ilusión colectiva de ganar un partido como algo habitual y, por el contrario, carecemos de ilusiones individuales a medida que nos desarrollamos como adultos.
El pragmatismo de la vida ha logrado que la ilusión se convierta en algo recóndito en nuestra memoria.
De pequeños nos pasamos las horas con la ilusión entre los ojos, las distorsiones de la realidad presente y futura son el día a día de la adolescencia, de la juventud…momentos donde el hervor de las neuronas en desarrollo es capaz de recrear en nuestra mente películas de un estilo u otro, según las apetencias de cada uno.
Es al llegar a la edad adulta cuando, sin que sea necesario, abandonamos la ilusión por una sobredosis de realidad que termina fundiéndonos los plomos hasta límites poco razonables.
Hoy día la mayoría de las muertes en el mundo occidental tienen mucho que ver con la atomización mental de una realidad que no somos capaces de asimilar en su totalidad. Apartamos la ilusión por el mañana bajo la presión de hoy, del ahora.
La inmediatez de los acontecimientos ha logrado aparcar en la acera de nuestra vida la ilusión por lo que puede llegar, por lo que quisiéramos alcanzar.
No podemos vivir sin ilusiones, pues son éstas las que de verdad nos mueven y nos conmueven. Incluso cuando una de ellas es frustrada por la manida realidad.
Nuestra vida es el hoy, es cierto, pero también lo es el mañana. Y ese mañana no es tangible, no podemos medirlo, tan sólo podemos recrearlo de modo ilusorio en nuestra consciencia.
Sin ilusiones no serían posibles los avances de la ciencia, los tropiezos con descubrimientos que fueron hollados cuando se buscaban quizás otras cumbres. La ilusión de un montañero puede estar en alcanzar la cima, pero también en hacerlo por un lugar por donde nadie antes la había alcanzado.
Está claro que no podemos vivir de ilusiones, mas sin ellas no lo veo posible. En todo caso podemos sobrevivir, transitar por la vida como robots movidos por la intangible fuerza de la sociedad. Somos autómatas de un mundo que camina rápidamente hacia el aciago mundo de la soledad. Cada vez nos comunicamos menos en persona, y así no es posible averiguar qué nos pasa, todo lo más intuirlo por una manera de escribir, de hablar.
Los grandes escritores de la ilusión, como Julio Verne, como Isaac Asimov llevaron la ilusión hasta terrenos inexplorados entonces; fantasiosos mundos recreados en su imaginación que se convirtieron en realidad con el paso de los años.
No, no podemos vivir sin ilusión, no merece la pena.

jueves, 12 de mayo de 2011

QUISIERA DECIRTE QUE… PERO….

¿Cuantas veces nos hemos enfrentado a estas disyuntiva?, la mayoría de nosotros muchas veces.
Nos encontramos en nuestras casas, oficinas, espacios privados, etc. Pensando en lo que vamos ha decirle a tal o cual persona, maduramos el razonamiento previsto, nos afirmamos en nuestras ideas, nos sentimos seguros. Salimos a su encuentro y de pronto…. Nada.
Encontraremos muchas respuestas que justifiquen esta actitud tan humana como errónea. Todos nos justificamos con una excusa válida para refutarnos a nosotros mismos aquello que cinco minutos antes era una afirmación taxativa… ¿por qué?
Creo que lo hacemos por nuestra propia debilidad interior, por ser espejos ocasionales de otros. Por temor a ver en ese reflejo de otro, lo que nos podría pasar a nosotros mismos. Y es ese temor el que nos obliga a cambiar de registro en un espacio tan breve de tiempo.
Son aquellos que consiguen minimizar estos momentos, los que verdaderamente avanzan en su desarrollo personal, puesto que afrontan sin problema las incertidumbres que les rodean.
Aquellos que se muestran impasibles ante los acontecimientos que les rodean, quienes mantienen lo pensado a pesar de lo vivido, afrontan mucho mejor el futuro. Porque el resto, los que se amilanan o nos amilanamos en un momento dado, se convierten o nos convertimos en prisioneros de la incierta verdad.
Quisiera decirte que…pero…

EL OTRO LADO

El ser humano es curioso por naturaleza, gusta de saber que ocurre en casi todas las circunstancias en las que se ve inmerso. Y, como no, conocer qué hay al otro lado siempre es interesante.
Muchos llevan esta labor a lo largo de su vida, están tan pendientes de lo que sucede al otro lado de su propia realidad que terminan por no vivir en ninguna. No disfrutan su presente, no terminan de ver el otro lado, esa realidad paralela que buscan y no encuentran.
Pero… ¿Qué es el otro lado? ¿Cómo lo definiríamos?
Esto es algo conceptual, pues dependiendo de dónde creamos estar situados física o mentalmente, el otro lado cobrará una relevancia u otra.
Para un político gobernante el otro lado significa la oposición, ese lugar donde hace tanto frío. Un religioso tiende a situar el otro lado en el vértice tras el cual declina su moralidad; un deportista situará el otro lado en el fracaso deportivo… y así podríamos ir enumerando un sinfín de personas o personajes cuyo “otro lado” sería diferente al del resto.
Mas estar al otro lado no siempre tiene un componente negativo; en muchas ocasiones significa estar en el “lado bueno”. Si uno vive en una zona de conflicto armado significará situarse más allá de la zona de conflicto; si las disputas familiares invaden la vida privada, el otro lado será la tranquilidad reinante en otros domicilios, etc.
El otro lado nos sirve también para comparar, para asegurarnos en nuestras posiciones frente a otras que creemos equivocadas; es un instrumento fantástico para señalar a nuestros hijos aquel lugar al que no deben ir; utilizamos “el otro lado” con un fin educativo.
El otro lado es, a fin de cuentas, esa certeza incierta de que más allá de dónde pongamos la línea existe otra realidad, supuesta o real.
El otro lado…

SEÍSMOS, LORCA, CONSTRUCTORES Y COMPRADORES

Ayer Lorca sufrió las consecuencias de un terremoto, de un seísmo de poco más de 5 en la escala Richter. Para los habitantes de esta localidad murciana fue una tarde que no olvidarán, un momento de susto tremendo en el que, lamentablemente, algunos perdieron a seres queridos. Víctimas inocentes de la madre naturaleza y de la desaprensión del hombre.
La escala Richter nos indica que los daños en los edificios con seísmos de entre 5 y 5.9 sólo se producen en aquellos mal construidos, hablamos de daños graves. Así, cabría preguntarse cómo es posible que en una localidad occidental, de un país desarrollado que ha vivido de la construcción durante buena parte de la última década, los daños hayan sido tan cuantiosos. La respuesta no hay que buscarla en una Naturaleza que está ahí desde el comienzo de los tiempos, sino en la edificación sin control que este país ha vivido. Donde la especulación ha hecho de constructores, promotores y compradores cómplices necesarios de las consecuencias funestas de la actividad sísmica de la zona.
Una zona que está marcada en rojo por las autoridades encargadas del control Geológico. Pero claro, el español es un hábil manipulador de normas y leyes, tan sólo se acuerda de ellas cuando ocurren cosas así.
En el año 1997 se produce en Galicia un seísmo de magnitud similar a la de este miércoles en Murcia y las consecuencias son diametralmente opuestas. Mientras que en Galicia no se pasó de un gran susto y daños menores, en Lorca las consecuencias han sido dramáticas.
No se trata de echar la culpa a nadie en particular, sino de dar un toque de atención sobre quienes deben ejercer el control sobre los que construyen y dar un toque, esta vez más serio, sobre aquellos que sostenemos a quienes luego autorizan y deciden. Ya que es el ciudadano en su ejercicio de derecho a voto, quien faculta a muchos de estos especuladores para que construyan cómo y cuando quieren.
Esta vez ha sido un terremoto, otras veces es un simple torrente de agua al que han tapado su salida natural, el que se convierte en catástrofe climatológica. Las imágenes que, tan a menudo, vemos en ciudades y pueblos de nuestra geografía serían muchos menos de existir construcciones lógicas teniendo en cuenta las condiciones previas, tanto geográficas, como geomórficas. Esto, sin embargo, pondría en riesgo muchas de las construcciones autorizadas, y con ellos las primas que reciben muchos concejales o alcaldes…

viernes, 6 de mayo de 2011

CULPABILIDAD

A lo largo de nuestras vidas nos vemos sometidos, en muchas ocasiones, al sentimiento de culpa. Una sensación de haber cometido un fallo importante que hace que nuestro cuerpo y mente reaccione de una manera tan particular.
La culpabilidad es un concepto humano, que no está presente en el reino animal y que obedece a conductas adquiridas, casi siempre por imposición.
Una imposición que tiene mucho que ver con lo social, con las relaciones humanas, con la necesidad de achacar a alguien o a algo nuestras propias incapacidades, las cosas que ocurren o cualquier otro fenómeno para el que no encontremos una explicación más razonable.
Incrustamos en la mente de nuestros hijos ese sentimiento de culpa que muchas veces bloquea su creatividad, que llega a ser capaz de cambiar su normal desarrollo para convertirlos en seres mutilados en una parte de su conciencia de ser.
Las sociedades, todas sin exclusión, medran al abrigo del sentimiento de culpa que cada uno de sus miembros interioriza y adopta para sí. Da igual que vivas en una tribu aislada en medio del Amazonas que en Londres, la culpa estará presente.
Cabría preguntarse ¿por qué? Y no es una respuesta fácil, o mejor dicho, no hay una sola respuesta, sino un conjunto de circunstancias socio-históricas que hacen de la culpa una piedra angular social.
Ciñéndonos a un esquema creacionista, cabría decir que la culpa nace con el hombre, pues aparece en el acta fundacional de la propia religión, con la Creación.
Si nos ceñimos a un esquema evolucionista, entonces situaríamos la culpa en el momento de la aparición de los roles sociales, en la instauración de una jerarquía como inductora de conductas.
En una sociedad como la nuestra la culpa habría que situarla en la órbita de la moral, o más bien de la moralina. Da igual en qué estrato social te muevas, da igual si hablamos de moral católica, protestante, budista, islámica…la culpa está en todas ellas como elemento de manipulación que sirve como eje de rotación para el soterramiento de voluntades.
Cuando extrapolamos estas conductas a nuestra vida conyugal, individual o familiar, hacemos que nuestras decisiones traten de acomodarse, no a lo que más nos convenga en realidad, sino que tratan de no enfrentarse con nada que suponga tener sentimientos de culpa a posteriori.
Así, cuando vemos que algo malo le ocurre a la población de un determinado país, comenzamos a tener cierto sentimiento de culpa por pertenecer a la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Esto, que sólo es un ejemplo, es consecuencia de un sentimiento adquirido sin necesidad, pues nada tenemos que ver con lo que ocurre a miles de kilómetros, ni con la conducta del vecino de al lado.
La medida de nuestros actos o los de nuestros hijos no debería estar en la culpa que podamos o puedan sentir en relación al acto en sí mismo, sino que habría de ser la recompensa el verdadero medidor. Si hago algo y no tiene recompensa, es posible que no vuelva a repetir el hecho, si tiene recompensa quizá establezca el acto como parte de la vida. La culpabilidad dolosa, el acto consciente de hacer daño, es otro tipo de culpa que no afecta al sentimiento de culpa, sino a una actitud social, a la libertad, a la integridad física y psíquica…
Culpabilidad….

lunes, 2 de mayo de 2011

LUCES Y SOBRAS PARA UN BEATO

Estos días los informativos se llenan con la beatificación de Juan Pablo II, hecha en tiempo record, como si la iglesia no quisiese dejar pasar demasiado tiempo y que con él apareciesen noticias que inclinasen la balanza hacia otro camino.
No seré yo quien critique la vida y obra de Juan Pablo II, pero sí me llama la atención la celeridad con la que Benedicto XVI ha llegado al convencimiento de su beatificación. Habida cuenta de que hay cuestiones que no se sostienen.
Al “Papa viajero” se le atribuyen muchas, y estoy seguro que reales, habilidades, entre ellas se aventuran a decir que ha sido el causante de la caída del comunismo en los países del Este (hecho en el que, cómo mucho, fue un actor de reparto); es posible que haya sido también el mejor comunicador de entre los Papas de la historia reciente de la Iglesia; ha sido un dogmático tremendo, capaz de cercenar cualquier atisbo aperturista dentro de la iglesia y a la vez dar una pátina de modernidad en su encuentro con los jóvenes, a quienes en verdad se acercó mucho.
En su pontificado cabría también describir su alejamiento progresivo de Franciscanos, Dominicos y Jesuitas, demasiado cercanos a los pobres y, por tanto, reivindicativos por naturaleza.
Alejándose de ellos se encontró con otros movimientos que medraron a su lado, aupándole ahora a los altares, me refiero a: Opus Dei (fundado por Escrivá de Balaguer en 1928), Kilos (movimiento neocatecomunal fundado por Kiko Argüello y Carmen Hernández en 1960), Lumen Dei (Asociación privada fundada por Rodrigo Molina en 1967), Carismáticos (movimiento espiritual, neopentecostal, originario del luterano Harold Bredesen, 1962), Comunión y Liberación (Luigi Giussani, 1954), Schoenstatt (José Kentenich, 1914), San Egido (Movimiento laico fundado en 1968 tras el Concilio Vaticano II), Legionarios de Cristo (Marcial Maciel, 1941)… todos estos grupos religiosos, o movimientos espirituales han sido promotores válidos para la beatificación de Juan Pablo II. Sin embargo sobre casi todos ellos hay nubarrones sobre su gestión, su eficacia, su verdadera labor…la controversia con el pederasta Maciel, con el millonario Kiko Argüello, etc..hacen que uno observe la presunta Santidad, como algo de mercadillo.
A este Papa se le pueden (y deben) atribuir méritos cómo la divulgación religiosa de su fe; los esfuerzos por un acercamiento hacia otras corrientes de fe; la disculpa por los errores del pasado…sin embargo no reconoce los errores del presente.
Critica, condena y persigue la Teología de la Liberación: corriente religiosa que surge del Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Medellín en 1968 y que pretende ser pragmática plateándose preguntas sobre cómo debe de ser un cristiano en un continente oprimido. Ignacio Ellacuría, jesuita español asesinado en El Salvador, fue uno de sus más firmes defensores; los jesuitas…siempre los jesuitas. Verdaderos dolores de cabeza en la vida de Juan Pablo II…
Benedicto XVI, quien ahora le ha Beatificado es también un personaje a seguir, capaz de hacer creer al mundo que es un renovador, siendo quien más ha criticado los intentos aperturistas desde los prelados de continentes oprimidos…
Está claro que ni uno ni otro han vivido bajo el yugo de la pobreza extrema, de las injusticias vitales, morales y fanáticas. Nadie les culpa, pero beatificar se está convirtiendo en un ejercicio barato con el que el Vaticano llena sus arcas con la llegada de peregrinos, creyentes y curiosos.
Es, Juan Pablo II, pues, un Papa con muchas luces, pero con bastantes sombras…

QUISIERA SENTARME EN SU BANCO

Muchas son las ocasiones en las que me he quedado observando a las diferentes personas que acuden cada día a los bancos públicos de mi ciudad. Pasamos muchas veces por parques y alamedas sin tener en cuenta a los habitantes que ocupan su escaño particular, a cualquier hora, en cualquier ciudad.
Y les he mirado por que cada una de esas personas representa, en si misma y en conjunto, como es una parte de la sociedad.
Somos un conglomerado de sueños, de pensamientos, de éxitos, de fracasos, de posibles e imposibles, de sentimientos y frialdad…y todo ello tiene su reflejo en estos bancos.
En éste se sienta un abuelo con su nieta, los ojos abiertos de ella reflejan, sin duda, la admiración que siente por el maravilloso contador de historias que es su abuelo.
En aquel, una pareja de adolescentes entrelaza sus manos observando tímidamente a derecha e izquierda por si tropiezan con una mirada inquisitiva de un adulto que pudiese observarles.
Al otro lado, en aquel banco lejano, un anciano conversa con palabras breves con las palomas, ajeno a cuanto le rodea, absorto entre si mismo y el aleteo de tanta ave.
Lejos, en el rincón de la plaza, dos “chuliños” apuran su cartón de vino barato, ajada su piel por las muchas horas a la intemperie y los hábitos que les han hecho hacer de aquel lugar su morada provisional.
Hay jaleo en este de aquí delante; un grupo de jóvenes estudiantes habla, ríe, bromea, jalea…qué recuerdos de juventud, cuando sentado en un banco como éste hacía las mismas o parecidas cosas…pasa el tiempo sí.
Pero es más allá, en aquel banco tan apartado, donde mis ojos se centran: Un hombre contempla en soledad el mundo que tiene ante sí… lágrimas de tristeza parecen correr por sus mejillas; quisiera poder sentarme en su banco, en silencio, mirando al frente, compartiendo quizá con él sus penas, sus sueños, mis sueños…