LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

miércoles, 26 de septiembre de 2012

UNA REVUELTA SOCIAL LATENTE

La clase política de nuestro país vive ajena a la realidad social existente. Resulta obvio que más allá de lamentar los recortes y de ver de vez en cuanto el lado oscuro de la sociedad, no se enteran de nada. Los lamentables incidentes de la tarde-noche de ayer en los aledaños de la Carrera de San Jerónimo en Madrid no hacen sino mostrar que la clase dirigente está en otra órbita. Al margen de los imbéciles de turno que encuentran en los desórdenes civiles su modo de vida, lo cierto es que ayer se puso de manifiesto que hay una revuela social latente que sólo está a la espera de una espita que la permita estallar. La presidenta “de facto” de nuestro país, ha logrado que las marionetas que maneja en el sur de Europa bailen cuando ella mueve los hilos. Nos está llevando a una situación límite en la que la pérdida de derechos se sitúa muy por encima de los beneficios que puede acarrear cualquier medida de las que están imponiendo. La sociedad no puede, y no debe, permitir que le sean pisoteados uno tras otro los beneficios que ha obtenido tras muchos años de lucha por unos ideales que ahora quieren vulcanizar. Más pronto que tarde confío en que la juventud salga a las calles, y exponga en buena lid los ideales que atesoran. Ya basta de permanecer bajo el paraguas patriarcal o matriarcal sobre el que se han cobijado. Es hora de liberar a quienes los sostienen. Son ellos los que tienen la capacidad de cambiar las cosas. Están formados, tienes capacidades, cualidades y la fuerza de quien se siente totalmente ninguneado por una clase dirigente (político – empresarial) que los ha utilizado como arietes contra los trabajadores consolidados tirándolos como material de deshecho en cuando han logrado su cometido. Al empresario español en particular, le importa un comino la formación del joven, tan sólo ve en el una oportunidad de negocio, una forma de pagar poco por mucho. Para ellos es más cómodo abonar a un chaval joven y formado un sueldo de becario que abonar a un trabajador veterano y con experiencia el sueldo que se merece. Asumen al principio esa falta de experiencia a cambio de los beneficios que los políticos les dan por esas contrataciones. La sociedad, tal y como la conocemos ya no está; ha dejado de existir. La nueva, la que tiene todavía un orden por establecer, continúa a la espera de los jóvenes que se dicen formados, que se creen capaces pero que, hasta ahora, parecen estar dispuestos a esforzarse realmente por forzar los cambios. Recuerdo que en los noventa, las revueltas estudiantiles lograron modificar, que no cambiar, no pocos artículos de una Ley de la Enseñanza (una de tantas). Ahora esto es mucho más gordo. Nos afecta a todos y a todos los niveles. Les hemos dado la el bastón de mando de nuestra sociedad en las elecciones, y es en ellas donde debemos de castigarlos. Podemos también provocar que se cambien gobiernos, sin que para ello sea necesaria una involución total. Hay herramientas suficientes como para intentarlo de forma pacífica. Los paletos que desde la arena política comparan una manifestación frente al Congreso con un intento de golpe de Estado, como el de 1981, no demuestran otra cosa que la estupidez intelectual que lamentablemente nos invade en el hemiciclo. Hasta ahora, y ya van unos cuantos meses de gobierno, no ha habido una sola Ley que “perjudicase” a las élites de este país. Unas élites, conviene recordarlo, que se jactan (en privado y en público) de defraudar al Fisco cómo y cuando quieren. Pero sobre todo con su permiso. La connivencia del Ministerio de Economía y Hacienda para con las grandes fortunas raya lo aberrante. Y no es que los Inspectores sean ineficaces, sino que no los tienen en cuenta. Criticar a Botín o a González, más allá de lo que ambos bancos permitan, supone arriesgarse a quedarse sin inversiones en publicidad, sin alimentación en las líneas de crédito, etc. tienen la sartén por el mango. Movilizarse es necesario, pero sin cargar de razones a los ignorantes. La violencia sólo acarrea violencia. Y son los que detentan el poder los que pueden manipular la violencia a su conveniencia así que...con cuidado.

martes, 25 de septiembre de 2012

ABRAZADO A TI

Abrazado a ti quiero descubrir un mundo nuevo, un lugar donde el aire fresco que nos aportemos termine por llenar la estancia de un oxígeno renovador de ilusiones. Quiero ser capaz de dejarme llevar y alcanzar ese lugar donde reposa la felicidad. Las ganas de vivir una vida plena nos hacen chocar, con demasiada frecuencia, con los barrotes de la incertidumbre. Unos barrotes que pueden ceder ante la insistencia pero que difícilmente se apartan sin esfuerzo. Para poder afianzarse en la confianza del otro es necesario ser capaces de abrir de par en par la camisa que envuelve nuestro corazón y mostrarle al otro todas las cicatrices, sin temor a que ese otro se asuste o acongoje. Claro que este es un paso que no es fácil, sino que precisa en algún caso de ir botón a botón. Abrazado a ti quiero descubrir de que color es ese sentimiento maravilloso que nos lleva a sentir que nada tiene importancia excepto el otro. Quisiera ser capaz de mostrarte cuanto hay en mi interior. Las vivencias del pasado suelen producir demasiada maleza que termina por ocultar lo importante. Debo esperar que tengas las ganas de caminar entre ella y encontrarme. Abrazado a ti quisiera avanzar por la senda que me lleva hacia delante. La vista atrás sólo para aprender, los errores del pasado son eso...pasado. Y del pasado sólo puede sacarse una conclusión: ya pasó. Espero que sientas mi apoyo incondicional en todo aquello que te atrevas a iniciar, y también que de la crítica constructiva que pueda hacerte saques la conclusión de que nada es ofensivo mientras el interés sea real. La vida es oportunidad, la vida es ilusión, la vida es sueño...y los sueños son para intentar alcanzarlos. La utopía del amor no debe de quedarse jamás atrapada tras la puerta de la realidad. Abrazado también a ti, quisiera transmitirte aquellos valores en los que creo; quisiera ser capaz de transmitirte la seguridad de que siempre que me necesites estaré, de que una mano amiga estará ahí, para que puedas asirla ante cualquier adversidad que te suceda. Abrazado a ti...

¿HASTA DONDE CAMINAR?

A lo largo de nuestras vidas seguramente nos plantearemos esta pregunta en alguna ocasión. Es posible que no de una manera literal, pero sí de forma implícita. ¿Cuánto más vamos a aguantar?¿Cuánto durará esta crisis?, etc. Es posible que la respuesta esté en nuestro interior, en nuestra capacidad para afrontar las situaciones que nos toquen vivir. Quizá en un futuro próximo seamos capaces de gobernar nuestra vida, de ser verdaderamente dueños de nuestro futuro y, por tanto, seamos capaces de decidir por dónde caminar. Un día haremos de la televisión un mueble más, un electrodoméstico más y no un miembro de la familia que come con nosotros y absorbe cualquier capacidad de comunicación. Es posible que la estupidez que gobierna la vida de quienes sólo viven para tener o para ganar, deje paso a la capacidad de descubrir por qué la vida es cómo es. Vivimos rodeados de personas que nos gobiernan sin tener la más mínima idea de la realidad desde el mismo instante en que son elegidos. Los poderosos nunca han sido de este mundo, sino de ese otro lugar desde el que se manipula este. Tan sólo se convierten en humanos cuando dejan este mundo. La muerte no hace diferencias. Algún día podremos caminar en la dirección de los nuevos economistas que establecerán un orden nuevo en el que los objetivos económicos sean diferentes de los actuales que sólo tratan de abrir cada día más la distancia entre los que tienen y los que desean. Hay políticos buenos y políticos malos. Los malos son aquellos que creen que a los pobres les encanta comer promesas; los buenos son... todavía los busco. Uno puede plantearse hasta donde caminar en muchos aspectos de la vida; puede inferir que de su infelicidad emocional, que no es capaz de tener una relación plena con nadie, sin reparar en que siempre cabe la posibilidad de no haberse dado de bruces con quien sin duda la tendrá. ¿Hasta donde caminar cuando el final de la enfermedad es la muerte?, aquí la respuesta que uno puede dar será tanto más subjetiva cuanto más cerca esté uno de una situación similar. Imagino que afrontar el futuro cuando uno tiene ante sí una negra cortina no debe de ser fácil. Apostaría porque son las ganas de vivir el más eficaz de los fármacos. El caminante sólo sabe que camina, nunca termina por saber cual es el final del camino; todo los más puede ser conocedor de las posteriores etapas, sin más. El continuo espacio – tiempo hará el resto. Espero que mi camino sea todavía largo pues me gusta caminar...

miércoles, 19 de septiembre de 2012

EN MEDIO DE LAS ROCAS

Siempre me ha gustado la naturaleza, creo que en alguna otra vida he sido cabra. La pasión que siento por los paisajes naturales no siempre se corresponde, por desgracias, con las posibilidades que tengo de salir al campo. O mejor dicho, a los campos que quiero visitar. A veces ocurre, que una salida corta se torna maravillosa. Unas veces por la compañía, otras veces por las vistas, las más de las veces por ambas cosas. No hace mucho que sentado en un peñasco logré sentir una paz especial, esa que surge cuando estás en el lugar apropiado, en el momento correcto. Por un instante me sentí pleno, cómodo, lleno de felicidad por estar viviendo un momento de belleza intensa. Como si me sintiese invadido por el Síndrome de Stendhal. Quise detener el tiempo en ese preciso instante...aunque no lo conseguí. Su recuerdo se mantiene vívido en mi memoria, el descenso por el cuello de aquella senda al infinito no puede ser olvidado de inmediato. Las sensaciones perturban la mente más fuerte. Claro está cuando de la percepción de la belleza natural hablamos. Hay quien ve un cuadro maravilloso y sólo vé un dibujo. Allá él. Caminando por aquella senda mi respiración se aceleraba; mi cuerpo, ávido como estaba de seguir explorando se calentó en exceso, sudando demasiado. Al final, la falta de tiempo hizo que fuese imposible continuar camino. Aunque espero tener la oportunidad de hacer el recorrido completo y descubrir, al final, cuan grande es la belleza a contemplar. En medio de las rocas uno comprende la importancia y relevancia de la vida, de sentirse unido a la naturaleza que rodea a uno en ese instante y a la vida que es capaz de abrazar. Para alguien que ya ha visitado algún que otro paraíso de la piel de toro, siempre es grato encontrarse, en la proximidad del hogar, con momentos así, en los que el tiempo puede llegar a detenerse. La sensibilidad de cada uno de nosotros es la que nos hace sentirnos de un modo u otro. Ninguna verdad es absoluta y si hablamos de sentir...bueno, ahí todo es pura relatividad.

LA VIDA DE LOS OTROS

En la sociedad actual muchas son las personas que, victimas de las nuevas tecnologías, se asoman a la vida de los demás para escudriñar qué hacen los que les rodean. Es un ejercicio muchas veces ingrato, porque puede llevar a la confusión y al razonamiento circular en el que uno se cree el adalid de la verdad. Hace ya unos años Florian Henckel von Donneismarck dirigió una maravillosa película, aquí traducida como: “La vida de los otros” en las que a un oficial de la antigua RDA se le instaba a investigar a una pareja. Como resultas de su investigación su percepción de la vida fue cambiando, su propia realidad fue dejando paso a otra muy distinta. Hoy día con Facebook, con Wathsapp, con MSN, etc. todo el mundo piensa saber de los demás a través de sus fotografías, de sus instantes de conexión, de su estado en red...como si las personas tan sólo fuésemos datos fríos; apenas tienen en cuenta que una persona siente, piensa, opina, hace... Hace más de sesenta años que George Orwel se convirtió en visionario; acertó al escribir su obra “1984” sobre la existencia de un Gran Hermano que nos vigila, que nos dice cómo debemos actuar si, a su juicio, nos salimos de su correcta percepción de la vida. Las facilidades electrónicas que nos acercan a personas lejanas a través de la comunicación instantánea y directa son también un arma de doble filo para quienes se pasan demasiadas horas pendientes de qué hace éste o aquel. Cuando uno coge, por ejemplo, un teléfono móvil y ve que alguien está conectado y no le habla, no puede ser, en modo alguno, motivo para enfadarse con esa persona. A mi modo de ver no deja de ser una intromisión en la vida privada que, de algún modo, debería de ser subsanada. Cada uno debe de ser libre de actuar según su conciencia y no tener que actuar en función de lo que éste o aquel piense. En “la ventana indiscreta” de Hitchcock, el reportero lesionado se interesa por la vida de los vecinos adyacentes observándoles a través de unos prismáticos. Unos binoculares que sesgan la realidad, al hacerle ver una parte mínima de la vida de los otros sin tener en cuenta el todo que les rodea. Es la simplificación la que hace de muchas personas seres carentes del más mínimo interés. Quedarse en la superficie sin rascar qué hay detrás tan sólo muestra desinterés. Para muchos su vida consiste en descubrir cómo es la vida del de enfrente, y deja que su tiempo transcurra. En 1949 cuando Orwel escribió su novela, la sociedad caminaba a medio camino entre el puritanismo y la recuperación de las heridas de conflictos internacionales demasiado recientes. Había mucha desconfianza hacia el próximo porque el miedo termina atenazando al ser humano. Con el paso de los años y tras los momentos de “crédula libertad” de los años setenta, llegó el despegue socio-económico occidental, donde eras lo que eras en base a lo que podías poseer. Para llegar a los tiempos actuales en los que todo el mundo cree saber de todos. Por suerte, casi siempre son elucubraciones de mentes aburridas. Hoy queremos saber, pero no saber la verdad, sino la morbosa “realidad” que algunos quieren ver. Para profundizar hay que tener capacidad, ambición, interés y ganas...lamentablemente a muchos les sirve mirar por el ojo de la cerradura.

lunes, 17 de septiembre de 2012

LA VIDA (II)

¿Qué es la vida? Una buena pregunta con no pocas respuestas. Diría que la vida son instantes, momentos, episodios...pero la vida es, además, mucho más. La vida es poder contemplar la mirada limpia de tus hijos cuando te miran, descubrir en ellos ese amor incondicional que sólo perturban los normales cambios hormonales de su desarrollo. La vida es poner en liza un conjunto de sentimientos internos que no siempre queremos exponer al ojo ajeno, incluso al nuestro propio. Mostrar supone tener, al menos, la valentía de reconocerlos. La vida es cuidar de aquellos que nos han ayudado a nosotros a lo largo de nuestra existencia, corresponder con los mismos afectos, disfrutar de su vejez, aprender de su sabiduría y mostrarles sin ambages el apoyo que precisen, la ternura que quieran...Si, ya sé, los hay que de viejos se vuelven ariscos, incluso mentes atribuladas que se pelean internamente; da igual, si te han ofrecido sus mejores años para cuidarte, por qué no devolver cinco minutos de los tuyos. La vida es asistir perplejo a los cambios que la naturaleza nos ofrece a diario; descubrir cómo florecen los cerezos cada primavera llenando de color y olor el ambiente. Siempre me he sentido unido a la naturaleza, sin excesos ni extravagancias; disfruto del campo más que la ciudad; tal vez porque los animales sean menos peligrosos. La vida es descubrir el amor por otra persona, caer embrujado ante el otro sin tener una explicación clara del porqué, ni tampoco del por qué no. Amar es una labor ardua, que se caracteriza por mantenernos en un estado de euforia seguido de otros de decaimiento, siempre en el vértice del corazón. La vida es llorar también la pérdida de aquellos que habíamos querido, y pasar raudos a recordar los buenos momentos que disfrutamos con ellos; añorándoles de cuando en cuando al descubrir de nuevo, aquel rincón donde compartíamos conversación, etc. La vida es todo cuanto sucede a nuestro alrededor sin que tengamos la más mínima participación en ello. Sucede sí o sí, con independencia de nuestra presencia. Mas la vida también la construimos con nuestros actos, orientándola en la dirección que nosotros queremos tomar. La vida es lo que nosotros queramos que sea. Seguro que muchos podrán decir: “ya pero cuando te mueres por una enfermedad...; cuando te van mal las cosas...; cuando...” A ellos decirles que quizá tengan razón y que no todo sea maravilloso, pero es que entonces ya no hablamos de la vida, sino de la supervivencia, algo diferente. También intrínseco al ser humano, pero que yo situaría en el otro lado de la montaña. Sé que tengo la certeza de morir desde el mismo día que he llegado a este mundo, avanzar supone mirar casi siempre hacia delante, aprender de los errores todo lo posible y creer en uno mismo. Nuestra existencia está salpicada de obstáculos que debemos superar cada día, de enfermedades que optan a acortar nuestro modo de vida, de otras personas capaces de cercenar por sí mismas nuestro desarrollo individual y colectivo...todo eso sé que está ahí, que puede tocarme y que, incluso, me ha tocado. Da igual, la vida es maravillosa desde el mismo momento en que eres consciente realmente de que la estás viviendo. Y eso, casi nunca coincide con el momento del nacimiento, hay personas que fallecen sin haber sabido que un día vivieron. La vida es vivir y también vivirla.

ILUSION, SUEÑO, GANAS

Cuantas veces nos hemos despertado una mañana recordando el sueño de la noche anterior, reviviendo aquellos detalles tan intensos como si de una historia real se tratase. Percibimos al cabo de poco rato que la realidad es otra, que el día acaba de comenzar y que casi nada es lo que parecía pero... Y sí resulta que ese sueño que hemos tenido puede convertirse en una realidad. Una ilusión termina siendo realidad cuando ponemos empeño y ganas en alcanzarla, por difícil que parezca. Sabes que vas a una entrevista de trabajo en la que tus capacidades quizá no cumplen con las exigencias previstas para el puesto pero si pones toda tu ilusión y todo tu empeño, quizá te sorprenda descubrir que has alcanzado algo que no creías posible. Hay parejas que sueñan con ser padres, que recurren a mil y una maneras de tener descendencia, sin saber que (en algunos casos) no son más que víctimas de sí mismos, de su ansiedad, de esa auto-exigencia que se han colocado sobre los hombros para dar hijos a la Tierra. Al cabo de un tiempo en el que dan por perdido el empeño descubren con notable sorpresa que, ausente el estrés y la premura, van a ser padres. El amor es un campo abonado al sueño, a la ilusión...ambos corren paralelos a la desilusión y el desengaño. Poniendo ganas se suelen conseguir las cosas, y si no se logra, al menos no le quedan a uno dudas. Ser rechazado por otro u otra no es más que la resolución de una tesitura en la que nos encontrábamos. Cuanto antes seamos capaces de asimilar que una negativa no siempre es una derrota, antes afrontaremos el resto de nuestra vida con el optimismo que nos merecemos. Si somos aceptados interpretaremos el empeño y la ilusión como la fuente de la que deben manar todos nuestros actos. El ser humano es como es. Nuestros hijos viven en una perenne ilusión, incluso en aquellos lugares donde el trabajo de los infantes es más arduo que el de los mayores. Claro que ahí, las ilusiones son menos banales y mucho más humanas. Ni aquellos tienen responsabilidad de ser así ni los nuestros, que viven mejor, tienen responsabilidad, no son más que participantes de la sociedad que les ha tocado vivir. Pero todos ellos tienen en sus manos la capacidad de cambiar las cosas...será su ilusión por conseguirlo la que les lleve de un lugar a otro o, por el contrario, les someta para siempre. A mi hija sólo puedo enseñarle que la ilusión es el motor de muchas cosas en la vida, aunque lleve aparejado el lado oscuro, la desilusión. Puedo animarla a que siga soñando, a que quiera cambiar las cosas, a que sueñe con ser aquello que quiera ser, en cada momento de su vida, en cada minuto. También debo de enseñarle cómo iniciarse en el camino del esfuerzo, ese que se inicia con las ganas pero que muchas veces abandonamos... tener ganas es bueno, pero no siempre suficiente...

martes, 11 de septiembre de 2012

PIEZAS SUELTAS

Somos capaces de describir aquello que nos haría felices, incluso podemos ir un poco más allá y dejarnos llevar por breves instantes de felicidad paradójica, esa que se produce cuando tenemos al alcance de la mano lo que queremos y, sin embargo, nos alejamos de ello a medida que sentimos en nuestro interior emociones que no controlamos. Dejamos de lado lo que nos llena, lo que nos gusta para... para nada, para lamentarnos el resto de nuestras vidas de no haber sido capaces de dar un pequeño paso y salir del cascarón apolillado en el que estamos. Tendemos a acomodarnos, a no prestar atención a las cosas que suceden a nuestro alrededor nada más que cuando nos afectan de algún modo. Roban al Estado y lo aceptamos como algo inherente al ser humano sin querer darnos cuenta de que, en realidad, nos están metiendo la mano en el bolsillo. Prestamos poca atención a la educación que debemos de dar a nuestros hijos en casa, dejándolo todo en manos de los docentes, cuya labor por encima de cualquier otra es la de formar. Luego nos sorprendemos con el comportamiento de algunos de nuestros hijos cuando vemos que graban barbaridades con sus teléfonos móviles. En nuestras vidas van apareciendo con cierta frecuencia luces rojas, indicadores cómo los que tenemos en los coches que manejamos día a día. Tendemos a dejar que se apaguen con la esperanza de que se solucionen solas y no tener que ir al taller donde gastaremos tiempo y dinero. Al final se esas luces se transforman en piezas sueltas, que difícilmente logramos volver a encajar. Es bueno permanecer atentos a las señales que van apareciendo, esas piezas sueltas que si no se ajustan o sustituyen terminan por tener un coste demasiado elevado. Cuando nuestros hijos tengan dieciséis o dieciocho años quizá ya sea tarde para preocuparnos por su educación, es posible que no darnos cuenta a tiempo de que nuestra relación de pareja hace aguas termine más tarde con la zozobra de nuestra vida sin apenas tiempo para remontar el río de la vida. La vida no es un camino de una sola dirección, sino un continuo espacio tiempo en el que caminamos en todas direcciones sometiéndola a un traqueteo constante que afloja esas piezas que pueden llegar a perderse. ¿y si ya se han echado a perder? Bueno, si algo no tiene arreglo lo mejor es sustituirlo, una mala pieza o un mal arreglo siempre será un goteo constante de problemas. Claro que no vamos a cambiar a un hijo o a unos padres cuando las cosas ya no tienen solución y el enconamiento de la situación ha llegado al límite, ¿qué hacer entonces? Cada uno debe de encontrar las respuestas en su propia vida, yo tengo claro que uno debe de ser valiente y mirar siempre hacia delante. Dejar en el camino algunas piezas puede resultar incluso la mejor manera de avanzar. En ocasiones hay aditamentos estéticos sin los que se puede circular. Quizás nuestra vida luzca más con todo lo que traía de serie pero de igual manera que vamos añadiendo piezas a lo largo de los años, es inteligente aligerar peso cuando los palos en las ruedas provienen de nosotros mismos. Piezas sueltas.

ATREVERSE A VIVIR

Seguramente existen muchas formas de vida, muchas maneras de estar en este mundo, diferentes modos de vivir. Sin embargo yo las agruparía en dos grandes bandos: vivir como te dicen que debes vivir o vivir como, en realidad, te gustaría vivir. Vivir la vida según te la marquen tus padres, amigos, o la sociedad en la que vives te convierte automáticamente en un un número más, en una hormiga cualquiera a la orden de una reina. La gran mayoría de las personas pasan sus días de este modo. Sin detenerse a pensar en sus verdaderos sentimientos y/o necesidades. Hacen lo que les han enseñado que deben hacer, olvidándose del libre albedrío, o de la capacidad intrínseca del ser humano de pensar cómo quiere hacerlo. Atreverse a vivir es dejar a un lado los tabúes, apartarse de las bolas que invisibles te atan al modo de vida que tú no quieres vivir pero que te han dicho es el correcto. Atreverse a vivir es trasgredir incluso falsos valores que creemos a buena fe, cuando en realidad no son más que patrañas trasnochadas en el tiempo. Conviene no caer en la tentación de pasar de blanco a negro, de vivo a muerto. Si no te gusta vivir del modo en el que lo haces tienes, sin ningún género de dudas, la oportunidad de revertir esa situación. Tan sólo debes de quererte un poco a ti mismo. Diría más, diría respetarte para poder ser respetado. En otras épocas, la sociedad opresora generó roles de los que todavía no han salido muchas personas, hombres y mujeres. Aquello de: eso es cosa de …. hombres o mujeres, según el caso. Podría ser justificable atendiendo a ciertas capacidades físicas o psíquicas, mas jamás sería cercenable para el sexo contrario. Está claro que yo no podré ser madre nunca, pero sí que puedo hacer las mismas labores laborales, personales e incluso sentimentales que una mujer. Y ellas igual. Aceptamos verdades de otros como propias, asumimos roles que nos son impuestos, etc. El problema aparece cuando, al hilo de una misma forma de ser en sociedad, nos adentramos en nuestra vida privada como si lo hiciésemos en una máquina del tiempo donde los roles, además de diferenciados, son penados. Si no quieres a alguien no puedes seguir con esa persona por lo que digan los demás, por lo que opinen tus padres, tus hijos, tu pareja....una relación se fundamente en la libertad para sentir; si no siento...¿por qué continuar con algo que sólo menoscaba mi personalidad? Estoy completamente seguro de que me he equivocado más de una vez, incluso más de cien. Pero tampoco podré achacar a nadie, sobre todo de un tiempo a estar parte, los errores que yo he cometido, pues vivo la vida tal y cómo yo he decidido hacerlo. Los trenes van pasando, pero nunca dejan de hacerlo del todo. Es bueno subirse a los vagones, aunque sean los últimos, cuando en nuestro interior está el iniciar viaje. La introspección nos ayuda a conocernos mejor, a descubrir dónde fallamos y por qué. Si no somos felices con nuestra vida...¿por qué aguantar?, ¿no es acaso mejor cambiar que vivir una pantomima? Atreverse a vivir es no cerrar las puertas a nada, a pesar de estar todavía restañando las heridas recientes. Atreverse a vivir es albergar la esperanza de que las cosas pueden mejorar. Y está claro que el futuro siempre será de los optimistas.

UNA VIDA PERDIDA

Hace unos días hablaba con un amigo sobre qué había llevado a su hijo a dilapidar su vida, y parte de las de sus padres, en alcohol y drogas. La búsqueda de respuestas a las preguntas que se hacía una y otra vez no eran más que tratar de encontrar una utopía. Detrás de una persona adicta, casi siempre, hay una persona débil. Alguien con falta de confianza. O con debilidad ante ciertos individuos como para decir que no. Habría que distinguir entre aquellos que son adictos a las drogas permitidas y los que se enganchan con lo prohibido. Lo prohibido siempre ha sido un reclamo para las mentes abiertas y transgresoras, aquellas que buscan siempre ir un paso más allá. Quienes piensan así suelen adentrarse en caminos tenebrosos de los que salen con no pocas dificultades. Sucede, que suelen ir acompañados de otros muchos que son incapaces de darse cuenta de que ya están pillados. Lo permitido hace que su uso y disfrute se convierta en un automatismo más del día a día. Tomo una copa aquí, una cerveza allí, un vino en el otro lado...al final es el alcoholismo el que se asienta entre ellos. El tabaco es, sin duda, la droga más adictiva, y también la más destructiva. Quizá no sean sus efectos tan abrumadores socialmente, pero sí lo son a nivel físico y sobre todo, mental. Los que verdaderamente lo pasan mal son quienes consumen, da igual si drogas permitidas o prohibidas. Quizá no se den cuenta de que sufren, ni de que estén siquiera haciendo algo mal; sin embargo no es así. No son dueños de sus vidas, en tanto en cuanto las adicciones les dominan. Y los familiares (padres, madres, hijos, esposas, maridos, hermanos), ¿qué sucede con ellos? Pues normalmente se preguntan ¿en qué hemos fallado?¿por qué a nosotros? Y otras preguntas mal formuladas. Conviene hacer un estudio introspectivo para ver si, efectivamente, hemos tratado a nuestros hijos igual, a nuestros amigos de igual manera, si prestamos la atención debida, etc. Seguramente lo que descubramos no nos gustara pero... ¿nos hace realmente responsable de lo que ha pasado a los nuestros?. La respuesta más obvia podría ser que sí; sin embargo, a ciertas edades, y en determinadas condiciones los verdaderos responsables siempre son los consumidores. La gran mayoría tienen la capacidad de abandonar unos hábitos que le hacen daño, y para aquellos que no alcanzan esa capacidad están los programas de ayuda. Pero hay grupos de personas que no aceptan ayuda, que no tienen la voluntad de aceptar sus propios problemas, a esas personas conviene no prestarles más atención de la debida. Si eres consciente de que haces algo mal y perseveras cuando tienes posibilidad de que te ayuden, debes aceptar las condiciones. Tienes que aceptar la marginación, que te señalen, que te marquen con uno de esos carteles infames que no se ven que dice: marginal. Y quien piense que marginal es aquel que se pone un “pico” en una tienda de campaña de un polígono cualquiera, se equivoca; hay muchos “marginales” de traje y corbata, acodados en cualquier barra, escondidos en cualquier lugar oscuro. A mi amigo, que se encontraba en este último grupo le recordé la conveniencia de cuidar lo suyo, de mirar por aquellos que todavía quedaban bajo su paraguas. Que si su hijo se mojaba había sido por plena decisión. Y en la vida hay que decidir. Todos cometemos errores, pero si lo cometes a sabiendas. Una vida perdida...

viernes, 7 de septiembre de 2012

LA CIUDAD DE LAS TINIEBLAS

Con más frecuencia de la debida muchas personas pasan sus días entrando en callejones oscuros, donde el frío cala hasta los huesos aunque la temperatura sea elevada. Los misterios de la mente llevan a los más desafortunados a la ciudad de las tinieblas, allí donde la desilusión por la vida es la bandera de sus habitantes. En la ciudad de las tinieblas no sale nunca el sol, cualquier resquicio de ilusión es sofocado por la presencia abrumadora de la noche. Una noche mental que nos hace ver las cosas de forma tal, que no atisbamos más que la soledad de nuestra alma. Necesitamos una mano que nos guíe por ese laberinto intrincado de espinas y llanto. Es preciso correr el riesgo de terminar desollados por la angustia e intentar dejarla atrás. Barrunta nuestro cerebro las mas peregrinas respuestas a las preguntas que tan a menudo le planteamos, todo con tal de soterrarnos todavía más en la ciénaga de la depresión. La modernidad ha logrado sacar a la luz del conocimiento general la existencia de esta ciudad que ha permanecido oculta durante tantos y tantos años. En tiempos pretéritos no era infrecuente encontrarse a personas con semblante taciturno, incapaces de manifestar otra emoción que no fuese la tristeza. Las aclaraciones más inverosímiles se hacían presentes entonces; dependiendo eso sí de si la persona fuese de un sexo u otro. Ya se sabe que en un universo, esencialmente machista, los estados de ansiedad, la histeria y la pena eran cosa de mujeres. Esto que es obvio convertía a los hombres en seres humanos no capacitados para mostrar su angustia. Hoy las cosas son diferentes, cualquiera de nosotros puede terminar paseando por esta ciudad maldita de la que algunos jamás vuelven a salir. Animar a salir de ella a voz en grito desde el exterior es un ejercicio tan ineficaz como destructivo. ¿Acaso no son sus habitantes los primeros que quieren salir?¿No saldrían ellos de saber cómo? Los mapas para la huida siempre serán más fáciles de ver desde la atalaya de la tranquilidad. En el fondo, dentro del agujero, difícilmente logra uno imaginarse siquiera los primeros tramos del sendero. Sin embargo, es posible ayudar a quienes giran sin sentido, tan sólo tenemos que detenernos seriamente sobre los planos, intentar averiguar en qué lugar se esconden los que pretendemos ayudar y tenderle luego la mano para que, asidos a ella, logren encontrar la fuerza suficiente como para decidirse a salir. Nadie puede ni debe empujarlos, es preciso que sea un ejercicio voluntario. La ciudad de las tinieblas está al acecho cada día, aguardando a quienes se pierdan por sus calles. La voracidad del hombre por vivir la vida demasiado deprisa, le hace correr el riesgo de equivocarse de portal y toparse de bruces con una realidad donde las losas dificultan el paso. La búsqueda del “Mar de la tranquilidad” se antoja como el inequívoco lugar donde encontrarse a uno mismo, mirarse al espejo y reconocerse.

HE CERRADO LOS OJOS Y...

He te he imaginado a mi lado, caminado a mi vera, compartiendo los paisajes a nuestro alrededor a la vez que las sonrisas cómplices se entrecruzaban. Nuestros ojos se han topado una y otra vez en miradas furtivas que provocaban aceleraciones en el corazón y cierto rubor en la cara. Nos hemos detenido bajo un árbol, para recuperar por un lado el aliento tras la caminata y para sentir nuestra mutua presencia. Nos miramos, nos apoyamos el uno en el otro, sin más. En silencio, uno de esos momentos de quietud que nunca quieres que se terminen por temor a romper el hechizo del momento. Y continuamos camino, regresando al lugar de partida, donde con un abrazo nos trasladamos a otro lugar, a otro momento. La luz es tenue, el fuego crepita frente a nosotros, una manta nos tapa levemente, la luna ilumina el resto de la estancia que el fuego tiñe de un naranja intenso. Siento tu cuerpo cálido junto al mío, el olor de tu cabello penetra en mi nariz, haciéndome respirar profundamente. Arrebujada contra mi pecho pareces dormirte, tu cara refleja calma, tranquilidad, estás a gusto. Te aprietas todavía más contra mí. No hace frío, así que supongo que es grata mi presencia a tu lado. Por un momento no sé qué hacer, tengo miedo a moverte, a que te despiertes, a que desaparezcas de mi lado. La imaginación suele ser caprichosa y no quiero perderte en algún lugar de mi memoria. Recorro con mis manos tus cabellos, acaricio tu cara, la punta de tu nariz, tus labios; unos labios que se abren levemente provocando en mí una alteración interior que ya no puedo refrenar. Beso tus labios; me corresponden, me abrazas, me atrapas todavía más buscando con tus manos mi espalda, mi cuello, mi alma... Mis dedos buscan entre la manta y tu ropa encontrar la habilidad suficiente como para quitarte la ropa sin ser violento, no quiero rapidez ni inmediatez sino disfrutar cada segundo como si fuese el inicio de una vida nueva. Tu piel es suave, huele fresca, el sabor ligeramente salado de tu cuello contrasta con el dulzor de tus besos, con el cálido contacto de tus labios en los míos. Son mis manos las que buscan tu espalda, las que recorren la pequeña cuesta que me lleva del final de tu espalda al inicio de tus nalgas... Recorro cada milímetro de tu piel con mis labios, sintiendo cada alteración en tu piel, cada cambio en la respiración. Te giras, mirándome a los ojos, mientras sus senos se balancean suavemente rozando mi pecho, como si de un baile antiguo se tratase. Me rodeas con tus piernas sin dejar de mirarme, hablándome con voz queda diciéndome todo lo que un hombre desea escuchar. Acompasados en un ir y venir de sensaciones, emociones, deseo, fulgor...terminamos derrotados uno a lado del otro, frente a frente, observándonos en un juego de miradas gentiles en las que buscamos guardar en nuestra retina el perfil del deseo, del amor... Como siempre ocurre, el final de la noche llega con el alba, y con el alba el canto del gallo, ese que me despierta muy a pesar mío para que mire a mi alrededor en tú búsqueda y no encuentre más que una manta a mi lado...es posible que hubieses estado esta noche conmigo, no lo sé. Son tan vívidos los recuerdos, tan tangible tu aroma, que dudo incluso de mi capacidad para discernir entre la realidad y la ficción. El día que me tope contigo, te preguntaré....

ENTRE LA FE Y LA RAZÓN

La dicotomía que existe entre la fe y la razón va mucho más allá de la mera “lucha” entre la Filosofía y la Religión. Hay personas que ven en la fe y la religión su razón de vida y la bandera ante la que golpearse el pecho cada vez que la ven y otros que se cuestionan su propia existencia acudiendo, no a la revelación, sino a la refutación de los hechos. Es posible que para los creyentes no exista ninguna duda, incluso es probable que entre los escépticos que buscan la lógica existan creyentes a pies puntillas. ¿cómo se descubren los límites de la fe o de la razón? En momentos duros, en las dificultades, en las situaciones donde la tensión soportada supera a la soportable. Baste un ejemplo como este: “Un hombre se cae a un pozo muy profundo y baja cien metros a plomo antes de poder agarrarse a una rama que sobresale y detener su caída. Va perdiendo fuerzas, cada vez le resulta más difícil sujetarse y, en su desesperación, grita: ¿Hay alguien ahí? Mira hacia arriba y sólo logra ver un círculo de cielo. De pronto, se abren las nubes y surge un haz de luz que le ilumina. Se oye el rugido de una voz profunda que dice: Eh, tú, soy el Señor, suéltate de la rama, que te salvo. El hombre pondera por un momento sus palabras y grita: ¿Hay alguien más? La posibilidad de perder la vida hace que la balanza entre la fe y la razón no tenga discusión en cuanto a su peso especifico. Puede ocurrir justo lo contrario y que alguien escéptico ante la tesitura de una muerte segura abrace una fe que diez minutos antes repudiase. Los miedos nos hacen comportarnos, finalmente, de un modo u otro. Si tuviese que elegir entre Fe y Razón, no tengo ninguna duda, me quedo con Descartes y su “Pienso, luego existo”. Lo divino tiende a enmascarar la realidad desconocida con un halo de presunto conocimiento. La fe mueve montañas y por esas montañas es capaz de matar el ser humano. La sinrazón se da más entre las luchas religiosas que en las disputas entre científicos, que también las hay. Tal vez el equilibrio habría que buscarlo entre la sabiduría que nos aporta la búsqueda del conocimiento y la paz que nos puede dar el sentirnos seguros de que aquello que todavía desconocemos no puede ser tan malo. Descartada la existencia del cielo ante lo goloso del infierno, más vale alejarse de los extremismos religiosos y vivir la fe sin perderle la cara a la ciencia.

LA PRIMERA VEZ QUE TE VI

Ocurre, con mucha más frecuencia de lo que se piensa, que las primeras impresiones son las que determinan el camino a tomar con respecto a otra persona a la que vemos por primera vez. Si la persona a la que ves de nuevas no te dice nada, no te llama, o no supone ningún interés para ti, no pasará de ser una mirada más, una visión del mundo que te rodea que no irá más allá. Sin embargo, cuando en la primera impresión quedas prendado de alguien tu mente y tu cuerpo reaccionan de forma diferente. Queriendo o sin querer comienzas a emitir señales: ruborizándote, poniéndote nervioso, hablando demasiado... De pronto te encuentras prestando toda tu atención a esa persona que ha captado de forma alevosa tu atención. Te fijas en cómo camina, en cómo se ríe, en si lo hace; escuchas lo que tiene que decir con atención..y al final te vas a tu casa con la esperanza de volver a toparte con quien ha revolucionado tus pensamientos. Si la primera vez la sensación es de las que impactan, no dudas en hacerte el encontradizo (si fuese necesario) para volver a toparte con los ojos, las manos, la voz, las opiniones, lo que fuere que hizo que tú sigas pensando en ella. Es verdad que uno corre el riesgo de equivocarse con las primeras impresiones, que las personas luego son una cosa o la otra con independencia de cómo los veamos nosotros...¿o no? Pudiera darse la circunstancia de que las sensaciones fuesen recíprocas y que el comportamiento del observado es de una determinada manera por el mero hecho de ser observador a la vez. Quien sabe... Sé que cuando me ha pasado, cuando alguien me ha entrado por los ojos he querido conocer a esa persona. Con el paso de los días puedes conocer más, descubrir más, pero esa primera impresión siempre la tendrás en el recuerdo. Cuanto más se aproxime luego la realidad a lo que uno imagina, más cerca está uno de encontrar aquello que desea. La primera vez que te vi supe que serías importante en mi vida...

jueves, 6 de septiembre de 2012

ABRIR LAS VENTANAS

A lo largo de mi vida me he topado con algunas personas que viven cautivas de sí mismas, de las decisiones que han tomado en un momento dado y que les han pesado como una losa a lo largo del tiempo. Sus vidas suelen estar melladas por esa u otra decisión que les ata como una cadena invisible a un pasado del que muchas veces ya no son parte siquiera. ¿cómo salir de ese bucle? No debe de ser fácil, se necesita reunir el valor suficiente como para hacerlo, como para afrontar lo que viene de cara, sin temor a verse desamparado fuera de ese cautiverio voluntariamente elegido. Abrir las ventanas de la vida debería de ser el primer paso necesario. Para salir de una casa en llamas no es preciso hacerlo por la puerta, lo importante es salir y no perecer quemado. Así, en la vida, cuando esta nos acongoja se nos pueden plantear debates de todo tipo: morales, personales, sentimentales, económicos...cualquier debate debería terminar con una misma conclusión; “mi vida es mía y debo de ser yo quien ha de vivirla”. Cuantas ilusiones se han visto truncadas ante la inacción; esperar a que capee el temporal suele ser un mal mayor cuando la tormenta se empecina en situarse sobre nuestro techo. Abrir las ventanas para que entre el aire fresco contribuye, además, a que podamos afrontar el inmediato presente con una bocanada de ilusión que termine por darnos los arrestos suficientes y afrontar un nuevo día, una nueva vida. Hoy vivimos tiempos difíciles, en los que las personas se quedan sin trabajo, sin nada que llevar a sus casas donde bocas alborotadas solicitan el sustento diario. El miedo nos hace aferrarnos muchas veces a tesituras imposibles en las que la solución momentánea, de aguantar, nunca debería cercenar el objetivo de la independencia. Las ataduras económicas hacen de la fidelidad a una empresa una suerte de esclavitud moderna en la que nos atan sin ligazón; las parejas se vuelven perennes por algo mucho más prosaico que el amor.... Abrir las ventanas supone, en muchos casos, un esfuerzo numantino por la pelea por uno mismo ante la defensa de los demás. Mi experiencia personal me dice que cuando logras encontrar el resquicio por donde palanquear la ventana y comenzar a abrirla, todo lo que querrás hacer es abrirla de par en par y salir por ella. No hay mayor sensación interna que la de mirarse al espejo y sentirse dueño de uno mismo, de su propia vida, de sus decisiones. Da igual si el resultado no es el esperado. Siempre será mejor vivir una vida difícil fuera y libre que permanecer preso de una jaula de oro. Si hablamos de sentimientos, y este es un tema muy subjetivo, creo que uno debería de hacer siempre aquello que quiere en realidad hacer. Permanecer parado cuando uno siente el impulso de cruzar al otro lado y tiene, además, la necesidad interna y externa de hacerlo, tan sólo puede acarrear infelicidad. He cometido errores en mi vida, me he equivocado con las decisiones, he acertado en otras, de disfrutado los aciertos, he apechugado con las consecuencias...pero he vivido y sigo viviendo. Y trato de que lo que vivo sea por decisión propia. Dicen que es el amor el que mueve al mundo, yo estoy convencido de ello, y la búsqueda del mismo nos garantiza las suficientes emociones como para intentar alcanzarlo en cada esquina. Algunas veces llegará con llanto, otras con alegría, pero lo que es indudable es que si llega...lo inunda todo. Abramos pues las ventanas a vivir.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Una respuesta compleja

No todas las preguntas tienes una respuesta fácil; es posible que, incluso, a un razonamiento lógico no pueda acompañarle una pregunta igual. Las cosas son de una manera o de otra en función de según qué variables. ¿Qué hace que las cosas sean como son? La descripción que hacemos de ellas podría ser una respuesta válida, pero...¿no lo sería también si decimos las características de algo para que realmente sea?. ¿Qué es esencial para describir algo y qué forma parte de ese algo?. Preguntas y respuestas, al fin, difíciles. Las personas que conocemos y que somos capaces de describir ante los demás ¿las describimos como son?¿o lo hacemos como creemos nosotros que son? Porque son cosas completamente diferentes. Acostumbramos a creer que lo que nosotros decimos es la verdad absoluta, obviamos que toda opinión es subjetiva. También hay quien opina de oído, los que hablan de quien no conocen con el convencimiento de saberlo todo de ellos. Pero bueno, ese tipo de persona tiene otro nombre. La realidad no es única, y mucho menos objetiva. Si, que hay situaciones que se describen solas, para todos más o menos igual. Pero son las menos. Lo obvio, no siempre lo es...o al menos dependerá mucho de la mente que se sitúe en frente: ¿por qué un elefante es grande, gris y arrugado? Porque si fuera pequeño, blanco y liso sería una aspirina Una respuesta simple a una pregunta compleja. ¿el por qué de las cosas? Nunca son fáciles las respuestas, sobre todo cuando corresponden a preguntas ambiguas o con muchas interpretaciones posibles. Ante un vaso de agua habrá siempre quien lo vea medio lleno y quien medio vacío, incluso habrá quien discuta la existencia del mismo vaso. Sin embargo unos y otros no dudan en afirmar su verdad, que es la buena. ¿Qué es el amor? Complejo, responder a esto es siempre complejo. El amor es... hay tantas formas de describirlo y seguramente ninguna se ajustaría a la del particular que lo siente de forma distinta. Imagino que el amor es un estado de ánimo, una serie de emociones que logra transformar lo malo que pueda rodearnos en algo menos importante. Pero somos muchos los que podemos describir cómo es pero...quién acierta y quien no. Yo creo que acertamos todos, pues describir un sentimiento que obedece al corazón y a la mente es tan subjetivo que sería imposible atribuirle unas determinadas características. Y el tiempo...¿qué es el tiempo?. Cómo acotamos eso, en qué lugar englobamos algo tan relativo como el tiempo. Estamos en este mundo de visita o es para más tiempo. A unos eso le importará mucho, para otros sin embargo, será una pregunta que ni se plantean: Dos vacas están pastando cuando una se vuelve y le dice a la otra: aunque “pi” se suele abreviar con cinco números, en realidad progresa hasta el infinito. La segunda vaca se da la vuelta y le responde: Muuu Para cada pregunta hay una respuesta, pero para pregunta hay muchos que responden... Todo es cuestión de perspectiva. ¿Somos dueños de nuestras emociones? ¿Sentimos como queremos o sentimos tal y cómo nos han enseñado a sentir? No son preguntas baladíes, un niño, sin que nadie le diga nada llora para pedir alimento, después atención. El aprendizaje básico es así pero...y después, a medida que vamos creciendo...nos enseñan cómo odiar, nos enseñan cómo hay que querer.... Es posible que las emociones las sintamos internamente pero que las exterioricemos de la manera en que nos han enseñado cómo hacerlo. No lo sé, no tengo una respuesta clara a una pregunta así... La vida es, en si misma una gran pregunta...

martes, 4 de septiembre de 2012

CAMINANDO

Caminando se llega a todos los lados. Decían los antiguos que todos los caminos llevaban a Roma. Siendo una exageración lo cierto es que todos los caminos que iniciamos en la vida tienen como destino único nuestra propia Roma. Para muchos su Itaca se queda a la vuelta de la esquina, en el primer bar al girar la calle. Otros emprenden una marcha sin final cierto en la que aspiran a encontrar aquello con lo que soñaron. En cualquier caso caminando es como se llega. La sociedad actual, moderna y llena de angostos pasadizos por los que unos pocos nos hacen caminar como gorrinos en procesión, no es ajena a que son los movimientos sociales los que tienen la capacidad de cambiar el orden establecido. Nos aborregan con todo tipo de aparatos tecnológicos y términos que desconocemos para que transitemos sin levantar mucho la cabeza, no sea que decidamos, motu propio, emprender la marcha de forma asilvestrada. Caminando hacia el conocimiento es cómo se avanza en el mundo, los grandes descubrimientos (muchos de ellos por azar) son la consecuencia del camino a ninguna parte que muchos científicos iniciaron partiendo de un único sueño. En ocasiones nada plausible. Caminando por la vida (como dice Melendi) es cómo se ve el mundo. Permanecer estáticos o esperando a que alguien venga a rescatarnos de nuestra mísera existencia, no es más que perecer estando todavía vivos. Admiro a aquellos de nuestros mayores que, habiendo tenido una vida llena de trabajos, experiencias, vivencias y demás, afrontan el invierno de su vida buscando pequeños “veranillos” en los que disfrutar todavía un poco más. Quiero pensar que cuando llegue ese tiempo a mi vida tenga el tesón suficiente como para emprender nuevos caminos. Todos somos caminantes, unos de paso largo, otros de paso corto. Sí, también los hay que sólo se mueven a empujones pero, incluso esos, son caminantes. Forman parte del conglomerado de piedras que acostumbramos a sentir en las zapatillas de nuestra vida. Unas nos dejan lastimados sin pretenderlo, otras pretendiéndolo no lo consiguen. Siempre he caminado, incluso cuando he metido mis pies en losas de hormigón fresco que, al fraguar, ralentizaron mi paso. Al fin y al cabo la fortaleza del caminante está en su capacidad para continuar camino, aun lleno de remiendos. Caminando.

¿TE ATREVES?

Quisiera proponerte una aventura, un viaje a lo largo de la vida, de lo que me resta, ¿te atreves? El viaje no será cómodo, ni viajaremos siempre en primera clase. La vida es un tren salpicado de vagones con asientos de madera donde la rigidez termina por dañarte la espalda. También hay asientos cómodos, compartimentos llenos de paz y de sosiego, lugares donde contemplar juntos cómo van pasando las horas, los días, los años... Encontrar con quien descubrir y descubrirse no es nada fácil, mas bien al contrario. A lo largo de mi vida he descubierto que mirando por el mismo cristal se ven cosas diferentes. En la vida común solemos cometer el error de pensar que quienes habitan con uno ven los platos colocados de igual forma, sin percatarnos de que tal vez alguien pueda ver las grietas que se van formando. El ofrecimiento que te hago no sólo implica mostrarte el lado bueno, sino también las sombras que todos tenemos, la invitación es a que me muestres esa parte de ti que no te te gusta tanto. Suele ocurrir que lo que nos mostramos es lo más interesante. Te advierto desde el primer momento que no será sencillo. Me gustaría ser tu compañero en el descubrimiento mutuo, en el hallazgo de ese lugar común en el que nos encontremos de igual a igual, aceptando al otro tal y como es, sin preguntarse más allá. El pasado es eso, pasado. Muchos son los que lo llevan en la mochila, sin percatarse de que quizá sea una carga demasiado pesada para ellos mismos. Pretendo acercarme sin cargas, sin pesadas losas, tan sólo con recuerdos de los errores cometidos para tratar de no volver a cometerlos. No soy un santo varón, ni soy perfecto. Tengo virtudes, como todos; pero también defectos. A lo largo de mi vida alguien habrá sufrido a mi paso, negarlo sería estúpido. El daño se infringe a los demás muchas veces sin ser consciente de ello. Basta con no ser receptivo a las señales que otros nos envían para que puedan sentirse agraviados... tampoco estamos en este mundo para agradar a todos. Y aún así...¿te atreves?. No quiero prometerte nada, no quiero llenar tus oídos con promesas que no sé si cumpliré. Tan sólo quiero que sepas que soy, cómo soy, a qué voy, de dónde vengo...después valora si quieres aventurarte conmigo el el sendero que lleva a lo desconocido. A menudo solemos creer que la realidad es la que nos imaginamos en nuestra cabeza, que las relaciones que tenemos con los demás, en todos los órdenes, son tal y cómo las sentimos interiormente. Sucede que los demás sienten, piensan, viven, e interpretan los mismos hechos con diferentes percepciones. Quiero pensar que soy capaz de tomar distancia de ello y no pretender que los demás vean el mundo que yo veo. Tal vez por este motivo quienes advierten que no veo las cosas de la misma manera, se sienten ofendidos. Al final de camino, de esta larga aventura que estoy ofreciéndote espero encontrar ese particular “Dorado” que todos anhelamos. Una vida plena en la que uno pueda reconfortarse en el otro con su sola presencia. El paraíso, al final, suele reducirse a un café calentito bajo una manta... ¿Te atreves?