LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

martes, 22 de abril de 2014

DEBATIENDO SOBRE LA VIOLENCIA

Recientemente, en el transcurso de una comida, alguien aseveraba que sólo la violencia forzará el cambio social y político necesario que nuestra sociedad necesita y que el Estado demanda. Es cierto que los grandes cambios sociales y civiles que ha habido a lo largo de la Historia han tenido como punto de partida revueltas más o menos violentas que han acongojado a la clase dominante y la ha hecho caer del púlpito. La cuestión, paradigmática sin duda, es que una vez hecha la revuelta y pasado un cierto tiempo, aquellos que buscaban un ideal y que se revelaron de forma agresiva termina por aferrarse al mismo poder que antes detestaban. Entiendo que la sociedad debe de entenderse desde un punto de vista pragmático aun cuando el ideal de un futuro mejor no lo alejemos de nuestras perspectivas. Habría pues, que preguntarse, si tenemos las herramientas suficientes como para derribar a los corruptos de donde se encuentran y canalizar nuestras necesidades de cambio hacia una regeneración profunda de la sociedad. Mi humilde opinión es que dicho cambio hay que hacerlo desde la formación y el convencimiento. Los cambios que ser fuerzan a través de la violencia no llevan a que los derrotados crean en las novedades, sino al sometimiento. Tenemos un claro déficit educativo, una absoluta falta de valores éticos y un profundo desconocimientos de los verdaderos debates que sí deberían vertebrar el pensamiento social. El alejamiento de las Humanidades en el curriculum educativo nos hace mucho menos reflexivos. La capacidad de pensamiento crítico de las nuevas generaciones dista mucho de tener una mínima base. Los que gobiernan nos tratan de convencer de que es en áreas técnicas en las que nos tenemos que formar, buscan una suerte de robots que trabajen sin pensar en otra cosa que en la mejora del producto, sin pararse a pensar si dicho producto tiene razón de ser. La violencia sólo genera violencia; es cierto que abruptamente puede terminar con lo establecido pero...a qué coste. Las revueltas violentas sacuden de un modo terrible las conciencias de la gente pero tiene como contrapartida el resentimiento de quienes se ven “derrocados”. La formación, la educación, la filosofía, el conocimiento, el descubrimiento del por qué de las cosas...eso es lo que nos haría capaces de lograr un cambio verdadero. Lo radical no está en incendiar el Congreso; el verdadero radicalismo se lograría al acercar el pensamiento crítico a la juventud que vive amordazada entre las carencias económicas y una formación carente de valores reales. Si uno echa un vistazo a la historia descubre dos cosas: por un lado, y esto alienta a quien cree en la violencia como un modo de alcanzar un fin, a lo largo de los siglos ha habido innumerables sucesos violentos que han logrado terminar con lo establecido y lo han cambiado. La cuestión es que dichos cambios han sido por espacios cortos, históricamente hablando. En el otro lado está el pensamiento, y ese si ha logrado cambios de largo recorrido. Así pues una mirada menos pasional nos llevaría a descubrir que formando se logra más....

viernes, 18 de abril de 2014

EN LOS LIMITES DE LA REALIDAD

Siempre tratamos de mantener nuestros pensamientos dentro de la cordura; buscamos asideros sobre los que sujetarnos cuando la endeblez de nuestro carácter nos juega malas pasadas. Queremos tener los pies sobre la tierra y empezar la casa por los cimientos y no por el tejado; en definitiva tendemos a vivir dentro de la realidad. Una pregunta, sin embargo, me ha hecho tener dudas sobre la veracidad de afirmaciones que hablan de ahora y aquí. ¿dónde están los límites de la realidad? Y ¿qué clase de realidad existe?¿Es la misma para todos? Y sí así fuese ¿qué ocurre si creo que la mía es diferente?. La realidad es ese intangible en el que todos creemos vivir de un modo cierto. La realidad es también la quimera de muchos y el ocaso de otros. La realidad es...qué se yo que puede ser. Tan sólo especulo sobre los límites con el fin de decidir si mi modo de vida está dentro o fuera y, en todo caso, si quiero vivir en el centro o en exterior. Los sueños nos ayudan a contemplar el presente que nos rodea de un modo mas relajado cuando éste amenaza comernos. Los juegos mentales mezclan experiencias y utopías; mantienen una apasionada partida de mus en la que no siempre gana la desaforada vida real. Una observación sobre los diferentes medios de comunicación nos puede llevar hacia unas creencias u otras. Podemos creernos a “pies juntillas” que en Ucrania está a punto de haber una guerra civil, o por el contrario podemos atisbar otros intereses más próximos a los económicos que a los militares. Y entonces uno puede preguntarse ¿qué hay de real allí? Barry Levinson en “Wag the Dog”, nos advertía de lo fácil que es modificar la realidad, de modo tal que podemos hacer ver a nuestros ojos (y por tanto entender a nuestro cerebro) aquello que queramos. En las apariciones Marianas alguien siempre cree haber visto a la Virgen y, por tanto, su realidad incluye a un ente como éste. Cuestionarnos la veracidad de sus afirmaciones nos lleva a entrar en el complejo mundo de las creencias. Los límites de la realidad se extienden pues, en mi humilde forma de ver la vida, hasta donde nosotros seamos capaces de llegar. Y es en esos límites donde yo aventuro que está lo mollar de la vida. Lo intrínseco del hombre es quedarse en el mismo redil donde los demás están. De cuando en cuando un paseo por el exterior de la realidad aparente nos puede acercar a una realidad que siempre será subjetiva, pero que será la nuestra. Creo que sería útil que en las escuelas se incentivase la exploración más allá de lo establecido, desde muy temprana edad. El universo de los sueños infantiles es un campo, sin duda, proclive a ello...

miércoles, 2 de abril de 2014

ERES

Eres ese sueño inalcanzable que flota en mi mente Eres la brisa suave que calma la tempestad de mi alma Eres aquello que añora desde siempre mi corazón latente Eres mi pensamiento, mi sosiego, mi calma. Eres el farol que alumbra mis pasos cada madrugada Eres el calor que mitiga mi frío en las noches de invierno Eres un consejo sabio para mi mente atribulada Eres la mirada limpia del niño más tierno. Eres un deseo, un misterio, una utopía Eres cuanto necesito para el resto de mi camino Eres el asidero perfecto al que anclar mi destino Eres tú quien trajo luz donde ya no la había. Eres

LA MENTIRA DEL ESPEJO

Casi la totalidad del “mundo civilizado” se ha visto reflejado alguna vez en un espejo. Este artilugio que ya usaban los egipcios ha tenido una historia que ha viajado en el tiempo paralela al desarrollo de las “civilizaciones más avanzadas”. El hedonismo ha hecho de él, un lugar sagrado en el que poder satisfacer nuestras más profundas aspiraciones de estar más hermosos, más bellos. La realidad, distorsionada en más de una ocasión, dista mucho de ser aquella que nuestros ojos ven reflejada. La mente nos juega, no pocas veces, malas pasadas. Y delante del espejo no sería diferente. Ni somos tan guapos, ni tan feos; ni tenemos tan poco pelo, ni tanto... A lo largo de este tiempo en el que el espejo ha viajado con nosotros, hemos aprendido que ha sido la mente, junto con las corrientes de pensamiento vigentes en cada momento, la que nos ha hecho vernos reflejados de uno u otro modo. En una época en la que estar orondo era un síntoma de buena salud, verse delgado en el espejo era mala señal; cuando ocurría justamente lo contrario, pues eran los afectos a la gota los que perecían y no los enjutos propietarios de cuerpos lacerados por el hambre. Jacques Lacan en su teoría del Estadío del Espejo situaba entre los seis y los dieciocho meses la aparición del “yo” psicoanalítico, toda vez que el niño de esa edad ve su reflejo en el espejo sin ser consciente de que no es el mismo. Y quiere ser como él, ya que cuando se mira a si mismo no se ve como un ser completo. Así pues, el espejo nos ha engañado desde bien pronto. Nos ha convertido en esclavos de una belleza fingida; nos ha atribulado con estándares que no se ajustan las más de las veces a la realidad social que vivimos. Buscamos en el espejo una belleza que muchas veces nos es esquiva; tal vez la proporción áurea esté demasiado distante de la angulosa forma de nuestra cara, o tal vez sea la redondez de nuestra mandíbula la que se escape de ese canon de belleza. El espejo miente cuando nos muestra perfectos, guapos, esbeltos, simétricos...y miente básicamente porque cuando nos miramos, no lo hacemos de un modo aséptico, sino que nuestros ojos nos transmiten aquella realidad para la que han sido entrenados. Afortunadamente cada uno de nosotros es un entrenador potencial. Tal vez un día alguien diseñe un espejo que sea capaz de reflejar el interior de cada uno de nosotros; un gran espejo en el que se muestren las miserias y virtudes que balancean nuestro destino. Mientras esto no ocurra, estaría bien dejar un poco a un lado nuestro hedonismo particular, e intentar reflejar en nuestro espejo, el verdadero interior que nos hace ser cómo somos en realidad....