LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

jueves, 24 de diciembre de 2015

EL COMPLEJO ECOSISTEMA DE LOS SENTIMIENTOS

Creemos ser capaces de gobernar nuestros sentimientos cuando en realidad, una vez son reales y firmes, son ellos quienes te controlan. Y es ahí cuando, en determinadas circunstancias, entran en conflicto con el sentido común, o con la realidad que vives. Considerando que tenemos dos piernas, capacidad para caminar y deseos de hacerlo; si nos topamos con la imposibilidad mental para hacerlo entraremos en conflicto interno. Un estado que puede arrastrarnos a lo más profundo de nosotros mismos. Uno tiene una vida determinada, unos hábitos, unos principios, unas coordenadas por las que se está moviendo. Quizá no sean las mejores, pero las controlas desde hace tiempo. Y de pronto tu mundo comienza a moverse, inicias un proceso interno de rebelión y redescubrimiento de la verdad. Percibes que lo que ahora te ocurre está dentro de la realidad que habías obviado hasta el momento presente. Y ahora qué? El libre albedrío debería determinar qué hacer y cuando. Pero nuestro atribulado cerebro a duras penas es capaz de trazar mapas mentales por los que desplazar la vida que ha vivido y la que se presenta. Uno sabe, cuando está en este trance, que con cierta frecuencia nos acomodamos a un estilo de vida sin que nos llene. Y ver saltar por los aires todos los puntos de sujeción nos lleva a una realidad absoluta: tan sólo controlamos nuestra vida hasta un punto. Debemos dejarnos llevar por lo que sentimos o coartamos los deseos en aras de sostener una situación que sabemos mala en relación con la presente… en mi opinión uno llega a esta coyuntura porque la vida anterior no era lo suficientemente perfecta como para abrirla a un cambio. Cuando eres fanático de un refresco determinado, no quieres otro. Pero si el fabricante cambia la fórmula logra que tú pituitaria sienta la necesidad de probar otros. Y existe una posibilidad cierta de que nuestro gusto derive. No hay parámetros inamovibles en la vida. Si eres capaz de abrazar aquello que sabes que te llena y satisface, no lo dejes escapar. El tiempo perdido jamás ser recupera. La vida que dejamos perdida en los apeaderos de nuestra existencia va al desagüe, jamás regresan. Así que quizás debemos vivir del modo más intenso que podamos. La seguridad absoluta jamás existe, pero siempre será mejor vivir de acuerdo con lo que sentimos.

domingo, 6 de diciembre de 2015

LAS MADRIGUERAS DE LOS SENTIMIENTOS

Resulta curioso como el ser humano logra protegerse del enemigo más peligroso, sus sentimientos. Años de un cuidadoso plan llevado a cabo por el corazón y la mente de muchas generaciones de personas. Durante siglos hemos ido construyendo elaboradas madrigueras en las que los afectos, los odios, las fobias y demás sentimientos profundos se han ido escondiendo. Y es en ellas donde permanecen ocultos hasta que su presencia es necesaria o se antoja imprescindible. Quizás sea el odio el sentimiento que toque más a arrebato. No en vano muchas de las barbaridades de este mundo suceden después de brotes exacerbados de un odio lacerante que dinamita la mejor de las mentes has convertirlas en poco más que polvo. Sin embargo nada acongoja más que el amor, ningún sentimiento ha movido más a la humanidad que éste. Las razones, no por manidas, dejan de ser importantes. Desde mi punto de vista la virtud del hombre reside en saber administrar los sentimientos de amor, sin caer en la precariedad de quien apenas sabe amar por no haberlo trabajado. Es posible que la razón sea capaz de adecuar los pensamientos a la realidad que, posteriormente, debemos vivir. Mas siempre he guardado para mí que la razón, en un sentido más metafísico, obedece sin duda a los sentimientos. No somos seres inanes, no tomamos una decisión de un modo aséptico, es falso. Decidimos después de sentir. Sentir y razonar lo que sentimos siempre será un ejercicio personal y complejo. Ya no sólo por cómo o qué sentimos; sino porque quizás no tengamos la capacidad de medir, o nos falten los indicadores mínimos del “desde y el hasta”. Los sentimientos condicionan todo cuando hacemos.

martes, 1 de diciembre de 2015

ENTRE LA SOSPECHA Y LA SUSPICACIA

Así es cómo parece vivir esta sociedad nuestra, en la que todo el mundo pudiese parecer un maleante y cualquier cosa que uno diga se mira con suspicacia. Hubo un tiempo, que uno creía ya superado, en el que la impronta de una dogmática determinada hizo de esta sociedad un Estado, no policial, sino de patio de vecinas. De cotillas irritadas que no dejan títere con cabeza. Sale alguien en cualquier medio de comunicación haciendo una aseveración y es puesta en duda por cualquier imbécil en otro medio sin atender a los razonamientos de quien la ha dicho. Vivimos en una sociedad de intérpretes de lo ajeno que trasladan razonamientos de otros a lo propio como dogmas de fe. Y los ciudadanos damos pábulo a semejante cutrez. Y todo esto lo trasladamos a nuestra vida personal. Parece que uno se presenta en una nueva relación, personal o laboral, y debe demostrar su “inocencia”, antes siquiera de que te valoren por lo que eres. Las relaciones de hoy día ya no son las de antes, donde muchos parejas estaban juntas años por imposición legal, cristiana o social. Hoy estamos el tiempo que queremos con la persona que nos apetezca. Sin embargo, ese avance social, se ve limitado por una sospecha perenne. Inicias una relación con todas las suspicacias posibles, te sientes observado en todo momento, analizado de un modo pormenorizado y hasta señalado por situaciones que, para ti no significan nada, pero para los demás son un acercarse al abismo. Dice el refranero español, tan acertado unas veces como desatinado otras: “Si no las haces no las temes”. Que sería de aplicación a todas las personas que someten a otras a la disyuntiva de no hacer aquello que no han hecho o hacer aquello que no quieren hacer. Iniciar una relación del tipo que sea bajo la sombra de la sospecha es para hacérselo mirar. “Pero me han engañado otras veces” “Ese no es trigo limpio que me lo dijo…” ¿Acaso vive uno dentro de una noria y todo se repite una y otra vez?, no lo creo. ¿Entonces por qué piensa la gente que siempre le van a hacer daño? Estaremos todos de acuerdo en que alguna vez hemos infringido alguna norma de tráfico o nos han multado por exceso de velocidad. ¿Estamos por ello constantemente infringiendo esas normas y quedándonos sin puntos? O, al contrario, aprendemos de ello y tenemos a bien prestar atención. Mas en la vida personal esta sociedad ha dejado de hacer tábula rasa cada vez que da paso a una nueva aventura. Vive bajo la sombra de la sospecha privándose así de la sorpresa del agrado, de los matices maravillosos que se producen cuando acudes libremente a una cita y no subyugado por el temor a decir o hacer algo que recuerde a…. Uno no puede juzgar a otro por aquello que vivió o le pasó con otro. Muchas veces tenemos un comportamiento en un momento de nuestra vida que jamás repetimos. Y no puede ser que te demonicen por ello. Obviamente para que esto suceda tienen que darse dos circunstancias reales: inteligencia y sentimientos reales. La inteligencia para ser capaz de discernir entre lo importante y lo que no lo es. Los sentimientos porque son los únicos capaces de dejarnos avanzar en un mundo tan absurdo. Es el corazón de las personas lo que mueve el mundo. El cerebro nos ayuda a manejarnos en el mundo. No hay vida sin emociones, sin verdaderos sentimientos. El ejemplo más claro lo tenemos en la Ira, ese sentimiento tan humano que nos lleva a cometer y sufrir atrocidades. Tal vez un día el ser humano sea capaz de respetar al otro sin tratar de imponer…