LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

miércoles, 4 de febrero de 2015

¿CÓMO SABRÁ TU PIEL?

No pocas veces en este tiempo me lo he preguntado. Unas veces coincidiendo contigo, otras pasando cerca de ti, las más sólo imaginándote. Y siempre la misma pregunta...¿cómo será el sabor de tu piel? He recorrido tus piernas con la suavidad de la seda, escondiendo mis manos en lo profundo de tu cuerpo buscando el parapeto del placer; ese húmedo lugar en el que a nadie le importa correr el riesgo de una gripe. Me he permitido recorrer los surcos de tu espalda en la búsqueda de la suave pendiente que me eleve a tus nalgas antes de precipitarme en el angosto pasadizo por el que deseo deslizarme... Sonrío si me veo imaginando tus pechos ondulantes frente a mí en una quimérica visión que sólo ocurre en mi mente y que me hace sostener la cara de párvulo que tú ignoras incluso cuando pasas a mi lado. Quisiera descubrir el sabor de tus labios, de la piel de tu cuello; poder apreciar el salobre sabor de tu vientre y afianzar mi descenso en tus caderas. Tu no sabes que yo te sueño y que deseo tu piel; aunque es posible que tan sólo seas el producto de mi imaginación y no pases de ser un anhelo más en la cuenta de este soñador empedernido. Ante la posibilidad de tu realidad o de que un día trasciendas a mis sueños ya sabes cuales son mis deseos. Si coinciden con los tuyos espero me permitas perderme en ti. Mientras seguiré pensando cómo sabrá tu piel...

DEL HIEL A LA UTÓPICA ILUSIÓN

Caminando por la vida uno se topa, con más frecuencia de lo esperado, con circunspectos seres que nos sumergen en tenebrosas sensaciones; son personas con miradas henchidas de hiel; seres cuyo único precepto en la vida pareciere ser el de llenar la vida de los demás de apocalípticas sensaciones. El universo gris de estas personas logra, con cierta facilidad, cercenar el camino a la utópica ilusión con el que uno amanece cada día para poder alejarse de una realidad, dura en demasía. Siempre he considerado que amanecer con una nube en los ojos tan sólo contribuye a nuestro acercamiento al abismo de la depresión. Los problemas, los nuestros y los de otros, siempre estarán presentes como un Mantra. Enfrentarlos supone, casi siempre, un agotador esfuerzo no carente de satisfacción. Mas es bueno, no sumergirse de inmediato en ellos; no digo que los soslayemos, sino que afiancemos la mirada en lontananza para poder imaginar una realidad mejor. Las ilusiones son, posiblemente, los mejores motores de la vida. Contribuyen al cambio. Nos acercan a una realidad, muchas veces ficticia, que traslada nuestro monótono día a día a un estatus superior. Claro que, no conviene quedarse colgado en lo ilusorio, ya que lo real termina por materializarse sí o sí y lo demás...quien sabe. Si debo de elegir un camino y mi elección se situase entre la quimérica ilusión y la, muchas veces, real desazón; situaría mis huestes en la senda de la utopía...