LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

viernes, 27 de septiembre de 2013

EN LO PROFUNDO DE TU SER

Uno de estos días quisiera ser consciente de un hecho que busco desde el mismo momento que supe de tu existencia. Me gustaría ser capaz de establecer mi reino en lo profundo de tu ser. Quisiera formar parte de la corte de tu corazón, tener parada y fonda en los sentimientos más profundos que hoy eres capaz de sentir. La vida, unas veces procelosa y otras avara en sentimientos, me ha hecho caminar muchas veces por el borde del abismo. Un abismo del cual no sería fácil salir. Asumir los fracasos personales e ir acomodándolos en las estanterías del cerebro y del corazón no es una labor menor. Por ello, cuando supe de ti, me decidí a lanzarme por la colina, sin temor a dejarme el pellejo contra algún que otro árbol o matorral que, sin duda, se encontraban en el camino que me llevaba hacia ti. Así que hoy, movido desde mi propio interior por el deseo de abrazarte, quiero decirte que es dentro de tu cuerpo donde quiero estar, pues ahí encontraré el acomodo que he buscado siempre. No pienses que sólo busco morada, pues pretendo ser cocinero de muchas de tus emociones, de la mayor parte de tus deseos y de casi todo el amor que puedas llegar a sentir. Las dudas, esas grandes piedras que jalonan casi cualquier aventura emocional, serán menos en la medida en que sea capaz de hacer medrar la confianza a la vuelta de cualquier esquina. El pasado, muchas veces pesada losa que somete nuestras ilusiones bajo el peso del fracaso, lo apartaremos juntos. El largo caminar que nos ha de llevar al futuro será mucho más fácil de llevar si la carga es compartida. Así que recuerda lo que ahora te digo, quiero establecerme en lo más profundo de tu ser, en el mismo lugar en el que los recuerdos imborrables se vuelven perennes...

LOS SUEÑOS QUE NO SE CUMPLEN

¿Quién no ha soñado alguna vez? Seguramente podríamos aseverar que todo el mundo sueña en algún momento de su vida. El sueño nos ayuda a relajar la mente, a establecer una conexión entre lo real y lo inventado. La eterna lucha entre el deseo y la realidad. Son, sin embargo, los sueños que no se cumplen los que yo considero verdaderamente importantes; en tanto en cuanto me aproximan con certeza a la realidad que debo de vivir. Acostumbramos, con cierta frecuencia, a crear castillos en el aire; presumimos una vida que nunca tendremos basándonos en indicios poco fiables del futuro que realmente nos aguarda. La vida, la compleja existencia que mantenemos, se empeña día a día en enseñarnos la bondades de la existencia plena. Una existencia que debe de alejarse de lo metafísico para quedarse en lo terrenal. Vivir es sentir, es emocionarse, es llorar, es percibir.... los sueños nos permiten disfrutar de estas emociones de un modo tal que, al despertar, pueden llegar a crearnos ansiedad. Cuando somos conscientes de que nuestros sueños no van a cumplirse aprendemos, en el camino, que las limitaciones inherentes a cada uno están ahí. Si aprendemos de ellas creceremos interiormente de un modo exponencial, toda vez que los sueños incumplidos deben dar paso a las realidades posibles. Ambicionamos cada noche, al introducirnos en los terrenos de Morfeo, cumplir los deseos que de un modo real nos parecen inalcanzables. Nos lanzamos así a por un tobogán de emociones enlatadas en las que vivimos de un modo simulado, pero vívido, la fantasía de la vida. Al despertar somos, sin duda, mejores personas. Si no recordamos el sueño, nuestro cerebro guardará para sí ese secreto. Si descubrimos, al despertar, que todo terminó en ese preciso momento...habremos avanzado...

APRETANDOME CONTRA TI

He soñado tu cuerpo pegado al mío; he podido sentir como tu corazón latía acompasado con el mío; o tal vez vez fuese mi corazón el que, henchido de dicha por tu presencia, decidiese acompasarse al tuyo. Mis manos rozaron las tuyas nada más despertarse; acariciaron tus brazos hasta llegar a los hombros; mis labios buscaron tu cuello y...hube de alejarme levemente de ti, porque una parte de mi cuerpo amenazaba con entorpecer tu sueño y, de paso, comprometer mi capacidad parar controlarme. Al separarme de ti te observé; pude ver tu cuerpo en toda su extensión tendido a mi lado. Tus formas, tus bonitas formas, insinuantes; un hermoso cuerpo que, desnudo, mostraba una belleza abrumadora. Y mi mente comenzó a volar, y mi cuerpo no pudo por más que apretarse contra el tuyo. Si antes no quería despertarte, ahora sólo buscaba que sintieses el deseo irrefrenable que yo tenía en ese momento. Y tu cuerpo respondió, acomodándose para recibirme; instándome a descubrirlo, mostrándose en su justa medida...irresistible. Y así fue como te despertaste, así fue como, apretándome contra ti comencé a sentir la agitación de tu respiración, la humedad cálida de la parte de tu cuerpo que mi parte buscaba...

miércoles, 11 de septiembre de 2013

TIEMPO

Mi existencia está marcada por el tiempo que me quede por vivir, por las cosas que pueda llegar a realizar desde este momento. El pasado, mis recuerdos, lo que he vivido forma parte del otro tiempo. Ese tiempo pretérito está en la mochila que llevo a cuestas; una mochila que pesa dependiendo del presente y del futuro al que me quiera encaminar. He conocido a muchos que soportan en su espalda el peso de un tiempo pasado que no terminan de sacarse de encima. Hay un tiempo para vivir en el que uno debe de aprender rápido y sobre la marcha que sentir puede ser emocionante, que las emociones son los signos gramaticales de nuestras vidas; aquellos que nos hacen pararnos y continuar, hacer una breve pausa o un punto y a parte. Vivir supone un ejercicio consciente de nuestra propia existencia como seres vivos. Lamentablemente hay personas que desperdician el tiempo para vivir en diferentes vacíos. Hay un tiempo para soñar en el que debemos dejar volar nuestra imaginación, despegar a veces los pies del suelo y alcanzar aquellas utopías con las que uno sueña de cuando en cuando. Si la vida es sueño, el tiempo que dediquemos a ello implicará necesariamente que también estamos vivos. Lo sueños son la válvula de escape que yo necesito para alejarme de ciertas realidades que llegan a afligirme. Hay un tiempo para recordar, en el que echar la vista atrás es necesario para seguir avanzando. Aprender de los errores es siempre útil. Por otro lado recordar lo que fuimos nos permite ser conscientes también de quienes somos. Hay un tiempo para reír y para llorar. Estos dos antagonistas que son tan imprescindibles para nuestras vidas. Sin la existencia del uno sería casi imposible evaluar el otro. Llorar nos hace fuertes, manifestar las emociones dolosas nunca ha sido síntoma de debilidad, mas al contrario, es un acto de valentía pues exponemos lo que sentimos ante los demás. Reír, sí solemos hacerlo de forma espontánea. El acerbo cultural de este acto nos permite hacerlo sin tener en cuenta el tiempo ni el modo. Hay un tiempo para envejecer, un período de nuestras vidas en al que uno se encamina una vez cruza el otoño de su existencia y cruza ese punto de no retorno que viene marcado por nuestra propia decadencia física. Muchas veces este hecho es lamentablemente duro por cuanto nuestra capacidad mental no sigue necesariamente su deterioro a la misma velocidad. Hay un tiempo para morir, para dejar de estar. Para que las interpretaciones de vida que cada uno tenemos se pongan de manifiesto. Desde la búsqueda de una nueva dimensión, paralela o no; hasta el fin sin más que yo, por ejemplo, considero como probable. Seguramente en este tiempo que he escrito muchos podrán descubrir otros diferentes para ellos: el tiempo climatológico, el tiempo geológico.... tiempo al fin y al cabo, sólo tiempo.

domingo, 8 de septiembre de 2013

MI CABEZA ENTRE TUS MUSLOS

Esta mañana, cuando me desperté, todavía tenía tu sabor en mis labios. Eran vívidos los recuerdos de esta noche que hemos pasado juntos. No puedo dejar de recordar esa mirada tuya perdida en el techo mientras mi cabeza seguía presa entre tus muslos y tu cuerpo se mecía a un ritmo cadencioso que no cesaba. Antes, por un espacio largo de tiempo, me permití el asomarme por la vereda de atrás, remontando los montículos de tus glúteos en busca del final de tu espalda. Allí donde la quietud era manifiesta en ti, ante la certeza de una pronta entrada a esa habitación en la que me siento tan cómodo. A veces el recuerdo de lo anterior se difumina en mis recuerdos; en las yemas de mis dedos quedan sensaciones de aquellos senos que recorrí en todas las direcciones hasta memorizarlos en lo más profundo de mi mente. Mi espalda guarda recuerdos de tus manos acariciándola, de tus labios besándola; creo que pronto tendrás que volver a recorrerla pues corremos el riesgo de que termine echándote mucho de menos. El encuentro de mis caderas con las tuyas fue intenso, divertido, dulce...creo que ellas se sienten cómodas intercambiando sensaciones. Se que todo esto forma parte de las sensaciones que han quedado de este sueño que me ha permitido mirarte desde el monte que ocultas entre tus piernas....

EL DESEO DE SENTIR

¿Cómo es la vida para aquellos que, por un motivo u otro, han perdido el deseo de sentir? Creo que no será fácil y, en todo caso, seguro que un poco triste. La vida consiste en ir acumulando a lo largo de nuestra existencia el mayor número de experiencias de vida. Las sensoriales son, sin duda, las más importantes. Por ello cuando me topo con alguien que, voluntariamente, renuncia a dejarse llevar y sentir, tengo cierto recelo hacia ese individuo. Las emociones nos ayudan a reconocer nuestro verdadero estado físico y mental. El dolor y el placer, antagonistas habituales, van de la mano en la vida de cada uno. Muchos se aferran al dolor cuando lo han sentido, por incomprensible que parezca. Cuando yo hablo de sentir me refiero siempre a sentir en el sentido placentero del término. Un placer que no es físico en su mayor parte, sino que afecta a ese lugar tan complejo del ser humano, el cerebro. Siento que estoy vivo cuando percibo una caricia, cuando mis oídos escuchan una melodía que me agrada... me gusta dejarme llevar porque así puedo arribar a puertos en los que quizá no vuelva a tener oportunidad de estar. También se puede sentir odio, aflicción, disgusto, miedo...todo ello convalida el maravilloso efecto de sus contrarios. Cuando alguien renuncia a esos opuestos, está cerrando puertas por las que poder salir de los malos momentos. Es tal vez por ello que los depresivos suelan vivir con las puertas mentales cerradas.... El deseo de sentir...

LA INOCENCIA PERDIDA

Cuando hablamos de inocencia, solemos referirnos a la candidez de nuestros niños y de algunas personas adultas para con ciertos temas que, tal vez, uno deba de afrontar a mayor edad. Hoy día, lamentablemente desde mi punto de vista, eso se ha perdido. Los niños ven dibujos animados que hablan con un lenguaje “de la calle”, y ven series que, pretendiendo ser para adolescentes, no son otra cosa que un mosaico de comportamientos que nada tienen que ver con la edad de los que se supone espectadores. Los juegos infantiles servían, además de para divertirse, para ir creciendo mejorando nuestras capacidades cognitivas. Los juegos en la calle y en grupo hacían del modo de relacionarse algo personal, algo cercano. Hoy día los juegos se hacen en red o, lo que es peor, a título individual. Creo que no es malo utilizar consolas, ver la tele y demás; lo peligroso está en el número de horas que se pasan delante de las diferentes pantallas. A este paso los críos llegarán a la madurez sin las más mínimas capacidades de comunicación no verbal. Una comunicación fundamental en el devenir de nuestras vidas. Mi hija, con menos de diez años, utiliza (no siempre por suerte) un lenguaje que no se ajusta en modo alguno, no ya a la edad que tiene, sino a la sociedad en la que vive. El mundo global logra que en una aldea de Galicia uno escuche hablar en términos de un niño de Detroit. Algo que dudo mucho sea de provecho en algún momento de su vida. No es que pretenda yo que volvamos a los estereotipos con los que crecí; no se trata de volver a la moralina del momento. Pero tampoco podemos permitir ese lenguaje “poligonero” que tanto se estila en algunas series pseudoinfantiles. Hoy los niños apenas se ruborizan por nada, si acaso cuando se dan cuenta de que han metido la pata...y se lo han dicho. Hay muchos padres que prestan tan poca atención a lo que tienen que decirle sus hijos que no los corrigen cuando golpean con puño firme el diccionario al hablar. Cuando de lo que hablamos es de perder la inocencia en términos sexuales, podemos toparnos con una realidad que no nos guste nada. Ya no se trata de a qué edad pierden la virginidad los unos y las otras; sino del modo en cómo pierden el pudor a todo tipo de interpretaciones sexuales. Internet les ofrece todo tipo de aprendizajes. Algunos manifiestamente malos. Lo peor de todo este “nuevo mundo” es que perdida la inocencia uno podría esperar de ellos que madurasen en todos los aspectos; sin embargo no sólo no aprenden sino que empeoran sus hábitos. Lo de lavarse cada vez lo llevan peor. Hay jóvenes a los que acercarse es todo un ejercicio espiritual, su mal disimulado olor termina por narcotizar a todos los que permanecen en su radio. Sino uno no podría explicar que los padres no los metiesen en la ducha con ropa y todo.