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domingo, 8 de septiembre de 2013

LA INOCENCIA PERDIDA

Cuando hablamos de inocencia, solemos referirnos a la candidez de nuestros niños y de algunas personas adultas para con ciertos temas que, tal vez, uno deba de afrontar a mayor edad. Hoy día, lamentablemente desde mi punto de vista, eso se ha perdido. Los niños ven dibujos animados que hablan con un lenguaje “de la calle”, y ven series que, pretendiendo ser para adolescentes, no son otra cosa que un mosaico de comportamientos que nada tienen que ver con la edad de los que se supone espectadores. Los juegos infantiles servían, además de para divertirse, para ir creciendo mejorando nuestras capacidades cognitivas. Los juegos en la calle y en grupo hacían del modo de relacionarse algo personal, algo cercano. Hoy día los juegos se hacen en red o, lo que es peor, a título individual. Creo que no es malo utilizar consolas, ver la tele y demás; lo peligroso está en el número de horas que se pasan delante de las diferentes pantallas. A este paso los críos llegarán a la madurez sin las más mínimas capacidades de comunicación no verbal. Una comunicación fundamental en el devenir de nuestras vidas. Mi hija, con menos de diez años, utiliza (no siempre por suerte) un lenguaje que no se ajusta en modo alguno, no ya a la edad que tiene, sino a la sociedad en la que vive. El mundo global logra que en una aldea de Galicia uno escuche hablar en términos de un niño de Detroit. Algo que dudo mucho sea de provecho en algún momento de su vida. No es que pretenda yo que volvamos a los estereotipos con los que crecí; no se trata de volver a la moralina del momento. Pero tampoco podemos permitir ese lenguaje “poligonero” que tanto se estila en algunas series pseudoinfantiles. Hoy los niños apenas se ruborizan por nada, si acaso cuando se dan cuenta de que han metido la pata...y se lo han dicho. Hay muchos padres que prestan tan poca atención a lo que tienen que decirle sus hijos que no los corrigen cuando golpean con puño firme el diccionario al hablar. Cuando de lo que hablamos es de perder la inocencia en términos sexuales, podemos toparnos con una realidad que no nos guste nada. Ya no se trata de a qué edad pierden la virginidad los unos y las otras; sino del modo en cómo pierden el pudor a todo tipo de interpretaciones sexuales. Internet les ofrece todo tipo de aprendizajes. Algunos manifiestamente malos. Lo peor de todo este “nuevo mundo” es que perdida la inocencia uno podría esperar de ellos que madurasen en todos los aspectos; sin embargo no sólo no aprenden sino que empeoran sus hábitos. Lo de lavarse cada vez lo llevan peor. Hay jóvenes a los que acercarse es todo un ejercicio espiritual, su mal disimulado olor termina por narcotizar a todos los que permanecen en su radio. Sino uno no podría explicar que los padres no los metiesen en la ducha con ropa y todo.

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