LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

viernes, 21 de noviembre de 2014

ENTRE LA EVANGELIZACIÓN Y LA IGNORANCIA

España es un país con una idiosincrasia singular. Somos capaces de batirnos en duelo con cualquiera por la más nimia estupidez y, al mismo tiempo, capaces de olvidar los verdaderos agravios que nos afectan. Hoy se ha muerto la heredera directa el hijo bastardo del rey Jacobo II de Inglaterra, dicho así parece que se ha muerto alguien desconocido, aunque se trate de la Duquesa de Alba en realidad. Todo el mundo habla de ella pero casi nadie sabe de dónde viene... No creo que sea importante hablar de la Casa de Alba y de su capacidad para estar del lado de los poderosos y dar por saco a todo lo que huela a pobre o a trabajador. La aristocracia siempre ha estado al margen de la realidad cotidiana del común mortal; tal vez porque su realidad no tenga nada que ver con la nuestra y todo esto no sea más que un ejercicio de envidia insidiosa. Aunque no lo creo así. Me duele ver a un país, el mío, en el que nos preocupa mucho más el estado de salud de Isabel Pantoja cuando entre en la cárcel, o del estado anímico del "viudo del Alba" que de los verdaderos problemas que nos atañen. Perón decía que al pueblo había que darle zapatos y no libros, porque un pueblo formado puede ser peligroso para los que viven de su explotación. España es el admerreir de Europa en todos los sentidos, cuando no hace mucho tiempo era un ejemplo para otros en cuanto a Derechos y libertades. Somos un país de pandereta donde los toros se están sustituyendo por ciudadanos cornudos. Y no lo somos porque nuestras señoras o señores nos los pongan; sino que somos cornudos porque el poder que hemos elegido con nuestros inútiles votos está tan corrupto y sucio que mires donde mires...da pena y asco. La clase política patria vive una escora que parece difícil de salvar. La suciedad se está acumulando de tal manera que terminaremos por echarlos a todos; meterlos en una cárcel no es una opción viable, ya que no caben en los centros penitenciarios que tenemos. Hace tres años que llegó al poder el "salvador de la patria", ese que nos iba a reflotar desde las profundidades donde, según él, nos había dejado el de la ceja. Mas de mil días después estamos mucho más desnudos que los habitantes del Paraíso. Hemos salvado a todos los que se deberían de haber hundido; amamantamos a toda la prole de hijos de puta que viven a nuestra consta entre la clase política y empresarial más deleznable de Europa. Si fuésemos eslavos seríamos una mafia conocida, pero no para eso nos da. Y, sin embargo, el país vive adormecido mientras los medios de comunicación desvían una y otra vez la atención desde los verdaderos problemas hacia los entierros de unos y los encierros de otros (más famosos pero menos peligrosos). Uno ve a la "viuda de España" entrando en la cárcel y casi le da pena, porque la mujer va a entrar en la cárcel por cuatro duros (comparado con los de Bankia...por ejemplo) y nos dejará a ese hijo suyo suelto... terrible sin duda! Soplan vientos de cambio en la clase política, aunque en este país eso no garantiza nada. En estos momentos casi todo lo público está en manos privadas, lo que pone en tela de juicio nuestra aparente libertad. Si uno mira atrás...20 años, puede darse cuenta de que todo lo público lo mal vendió el amigo de Busch; ese que ponía los pies sobre la mesa.... y de aquellos barros estos lodos. Uno mira a la "admirada" Alemania de nuestra Presidenta y se da cuenta de lo gilipollas que somos aquí. Pues allí lo privado está (cuando se habla de medios y espacio público) como mucho al mismo nivel que lo público, cuando no 49/51. Aquí entregamos todo a...quien sabe. Pero bueno, nosotros (los españolitos) seguimos con atención el proceso de evangelización de la Casa de Alba, el inmediato ascenso de señorito Cayetano y lloramos a los famosos de medio pelo que entran en la cárcel; mientras... en la verdadera realidad, los ladrones se parten el pecho mirándonos.

domingo, 2 de noviembre de 2014

RAZONES

La razón es algo que casi todos tenemos a lo largo de nuestras vidas, está tan presente en cada uno de nosotros que pareciere que no hubiese posibilidad de que otros también la tuviesen. Sin embargo no es así, pues cada persona cree tenerla. Existen, no obstante, innumerables tipos de razones y son éstas las que nos llevan a inclinar la balanza de nuestras decisiones hacia un lado u otro; y con ello marcan el camino de nuestras vidas. Las razones que nos llevan a elegir una profesión las buscamos, con frecuencia, en las ideas que uno va aglutinando desde la más tierna infancia. El tiempo, después, va guiándonos por los senderos de la vida hasta que, finalmente, tenemos una profesión. Nuestras amistades se forjan ancladas en valores comunes, de otro modo no serían más que conocidos; y esos anclajes se asientan en razonamientos diversos que convergen en una amistad intrínsecamente humana. El complejo universo de las emociones y de los sentimientos también atiende a razones, aunque suele ser éste un terreno donde la sinrazón puede llevarnos a bordear el abismo. Cuando uno ama sitúa la razón en una dimensión paralela, pero que solapamos cuando dicha razón amenaza nuestro corazón. Y es aquí donde nunca he sido amigo de la razón y sí de la impronta de los sentimientos. La razón nos permite distinguir lo que es una cosa y lo que no puede ser esa misma cosa; utilizamos razonamientos deductivos e inductivos; utilizamos el contraste de lo deductivo y lo inductivo para llegar a una conclusión razonada....eso nos diferencia de otras especies, nuestra capacidad de un razonamiento abstracto. Algo que, por desgracia, muchos no utilizan. El mundo actual acude con menos frecuencia de lo preciso al razonamiento y se deja llevar por la incoherencia del rebaño. Cargados de razones abordamos la sombría perspectiva que avistamos desde nuestras casas en estos tiempos de crisis de todo tipo. Es de esperar que esas mismas razones nos acerquen a una renovación eficaz de los desvalores que ahora mismo imperan. Es esta una época en la que estamos tirando por al borda no pocos años de filosófica razón. Y con ello alejamos de nuestras habilidades la capacidad de discernir lo real de lo ficticio. Algo importantísimo en un universo tan virtual como el actual.