LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

jueves, 30 de mayo de 2013

ELLA

Hace ya más de nueve años que descubrí cómo un instante puede cambiarte la vida; sentí de una manera abrupta cómo la ternura se instalaba en mi carácter, en mi vida, en mi todo. Ella lo cambió todo. Conocerla no sólo me hizo ser mejor persona desde entonces, sino que removió los cimientos de mi personalidad hasta adaptarla a lo que mejor le convenía. Nada más gratificante, por otro lado. Desde entonces la observo cada día, descubro nuevos matices que me hacen aprender de la vida mucho más que mirando en el espejo al conocido que repite siempre lo que yo hago. En sus facciones descubro que cada día soy un poco más mayor; de su ternura me llevo un corazón henchido cada vez que estoy con ella. La personalidad es algo que se labra con el tiempo, una suerte de sendero minúsculo al principio que se va ampliando hasta convertirse en una amplia autopista. Su personalidad, la de ella, se está forjando a pasos agigantados; va dejando los miedos atrás a medida que descubre que el mundo es mucho más sencillo de lo que creemos, cuando lo miramos desde la óptica que nos da seguridad. Ella representa, sin duda, lo mejor que me ha pasado en la vida. No hay nada comparable. Cada instante con ella no volverá a repetirse del mismo modo, lo que supone un aprendizaje mutuo constante. Crecer supone avanzar, y cuando se avanza de manera continua el presente pronto es pasado; y este sólo puede ser recordado. La ausencia de manual de instrucciones hace que casi todos nosotros cuando somos padres nos encontremos ante las situaciones más dispares con la sensación de no haber estudiado para el examen. Con ella siempre fue fácil, incluso cuando lo incompresible de un llanto lo analiza uno hasta el paroxismo. Ella siempre será, yo espero serlo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

ANOCHE

Sentí como tus manos acariciaban mi cuello, cómo tus dedos recorrían suavemente mi cabeza rala. Tus labios, besando mi nuca comenzaron a transportarme a ese lugar maravilloso en el que uno sólo espera más. Boca abajo te mostré mi cuerpo desnudo, a la espera de una continua caricia que no terminase jamás. Mi cuerpo reaccionaba sólo cuando tus manos y tus labios se deslizaron por mi espalda. La noche era tranquila, sin ruidos, con la temperatura adecuada como para sentirnos cómodos en nuestra desnudez. Apretaste mis nalgas, besaste mis glúteos y seguiste deslizándote hasta el final de mi cuerpo. Un cuerpo que, para entonces, se debatía entre el deseo y la relajación. Tu cuerpo sobre el mío, sintiéndote encima de mí, a mi espalda; es esa posición tan sensual donde el tradicional dominio cambia sin más. Me dejé llevar. Las palabras eran apenas audibles, tan sólo acertaba a percibir susurros en los que me hacías sentirme pleno, feliz, lleno. Fue entonces cuando me giraste. Y al girarme pude contemplar tu cuerpo, deleitar mis ojos con lo que me ofrecías sin tapujos. Al rato te dejaste caer sobre mí, para volver a tocarme, para retomar una maravillosa tortura en la que mil convictos querrían caer. Tu boca, tus manos, tu piel...todas me recorrieron; primero mi pecho, después mis piernas, dejando a un lado, y de forma voluntaria, lo que más tarde sería el inicio de la hoguera. Actuabas como si yo fuese el tapete en el que fueses moviendo tus fichas, lentamente. Boca abajo, con tu cabeza hacia mis pies y tus glúteos ofreciéndome un pasaje en el que recrearme, comenzaste a buscar entre mis piernas...y encontraste. A la vez, jadeante, no tuve más que adentrar mi boca, mis labios, mi lengua en aquel pasaje que había descubierto. Cada segundo que pasaba mi cuerpo y mi mente experimentaban nuevas sensaciones. Enardecido, además, por tus reacciones, por los gemidos que tu boca acertaba a soltar ocupada como estaba. Entonces decidiste que serías tu ante quien debía de postrarme, querías quizá descubrir cómo se siente uno cuando se siente de verdad. Me recreé con tus senos, descubriendo en ellos cada lugar donde provocar en ti, cada vez más, que te estirases buscándome, que ansiases encontrarme. Y continué camino. Y el sendero de tu ombligo me llevó al lugar donde uno puede perder desde la noción del tiempo hasta la misma cabeza. Y allí, postrado ante ti, comencé una exploración somera. Una suerte de recorrido fantástico en el que cada lugar que tocabas se transformaba en un gemido de placer. Nuestros cuerpos ya no podían soportar tanta lejanía; la temperatura era tal que era necesario hacer algo inmediatamente o alguien podría salir quemado. Y así, con un movimiento felino te sentaste a horcajadas sobre mí. Permitiendo que una parte de mi se adentrase en ti....Al rato, sonó el despertador

NO ERA, HE SIDO, NO SOY, NO ME IMPORTA

Este epitafio de Epicuro podría representar, muy bien, el desarrollo que toda persona debería tener en su existencia. Aunque no sea fácil asumir según qué cosas. Antes de nacer no somos nada, a veces ni siquiera el deseo de nuestros padres. Muchos hemos podido llegar a este mundo, no por el deseo de nuestros padres, sino por los avatares a los que lleva al ser humano el disfrute del sexo. En todo caso, creencias al margen, lo cierto es que antes de nacer no éramos. Mientras vivimos somos al tiempo que hemos sido; el tiempo pasa inexorable y aquello que hicimos ayer no lo haremos hoy, del mismo modo que no cruzamos el mismo río dos veces. No somos lo que fuimos ayer, porque el tiempo ya pasó y, aunque parecidos, no somos los mismos de un día para otro, ni siquiera al segundo siguiente. Crecemos, creemos, planeamos, realizamos, soñamos, lloramos, perdemos, ganamos.... somos y hemos sido, ya veremos si seremos. En todo caso, qué importa. Al final, da igual cómo haya sido nuestra vida, porque no la sobreviviremos. Y para los que aquí estén cuando no estemos nosotros, los recuerdos sobre lo que fuimos tergiversarán lo que hemos sido. Y en el recuerdo la persona recordada sólo será una elaboración en la mente de quien la recuerda.

¿ES LA MUERTE UN ACONTECIMIENTO DE LA VIDA?

Que la muerte nos da cierto respeto es algo que no se le escapa a nadie. Cuando por la razón que sea nos acercamos a ese balcón desde el que uno presume que está la muerte, comienza a sentir un vértigo tremendo. ¿Por qué no deberías temerle a la muerte? Una razón importante sería: porque no la experimentarás. Tu muerte no será algo que te suceda a ti;ya no estarás cuando acontezca. Quizá tememos a la muerte por el atavismo instalado en nuestra mente que nos hace pensar en una vida ulterior, en un después. Y ese después puede ser un pasadizo angosto y lleno de trampas, dependiendo de las creencias de cada uno. La realidad, mucho más prosaica, es que nadie ha probado que después de la vida exista otra. Los hindúes, que sí creen en la reencarnación, se lían la manta a la cabeza cuando braman a quien quiera escucharles las “supuestas” reencarnaciones habidas o por haber. Crecemos pensando en cómo será el futuro dentro de un determinado tiempo, rara vez nos ponemos a pensar en cómo había sido el pasado, antes de nuestro nacimiento. Estamos seguros de que no podemos vivir los treinta años anteriores a nuestro nacimiento, pero nos rompemos la cabeza pensando en como serán los siguientes treinta años, sin siquiera tener certeza sobre la posibilidad de vivirlos. Sí, es cierto, alguien puede argumentar que el pasado no se puede vivir pero que, al menos, para el futuro existe una esperanza de vivir. Pero esa esperanza sólo está fundamentada en un continuo espacio tiempo que no tiene por qué darse necesariamente. Ante esta incertidumbre es cuando nos acongoja la idea de no estar, la idea de la muerte. ¿podríamos ver el pasado, el presente y el futuro con otra perspectiva sin el temor a la muerte? Pues seguramente que si, pero... ¿quien se aventura a tanto?

¿COMO SON REALMENTE LAS COSAS?

Nadie sabe nada, y ni siquiera eso es seguro. Pirrón, griego como muchos de los grandes filósofos creía que uno no debería de confiar en lo que cree como cierto, porque podría estar equivocado. Normalmente creemos que sabemos muchas cosas; de algunas estamos absolutamente seguros. Sin embargo la realidad puede sorprendernos, es posible que algunas de esas verdades absolutas estén muy lejos de serlas. Cuando un perro nos sale al paso ladrando y gruñendo, tenemos la creencia de que nos puede morder y, por tanto, tendemos a retroceder o a actuar con cautela. Pirrón se preguntaba si en realidad el perro querría morderle; y en ese caso ¿Cómo puedes estar seguro de que te va a doler? Lo subjetivo tendemos a convertirlo en objetivo, sin tener en cuenta que cada individuo tiene un umbral de dolor diferente, y una percepción del peligro distinta. Nos adoctrinan desde pequeños para que adoptemos determinadas posturas ante situaciones de peligro, de alegría, de ruido... Y vamos creciendo con la seguridad de que dicho comportamiento es el correcto, que lo que vemos y escuchamos es aquello que en realidad es, pero ¿y si no fuese así? ¿y si las cosas que observamos fuesen diferentes a cómo nos han dicho que son? ¿variaría nuestro comportamiento? ¿seríamos capaces de desestructurar nuestra mente y volverla a estructurar? Resultaría, cuando menos, complejo. Las cosas son...como son. Diferentes dependiendo de la óptica con la que las miramos. Los colores casi nunca son los mismos, pues hay ojos que ven colores básicos y otros que se instalan en lo imposible. La sutileza de nuestra mente es la que nos encaminará hacia una realidad u otra. Librarse de las preocupaciones es un ejercicio al que todo ser humano dedica mucho tiempo en su vida. Un escéptico tendría claro que nada hay que temer porque nada está predestinado o predispuesto. Mas lo cierto es que si uno se tira de un acantilado tiene muchas posibilidades de matarse, por más que pueda cuestionarse en el camino si le va o no a doler. Al final las cosas son como son, pero casi nunca son iguales para todos.

lunes, 6 de mayo de 2013

ENTRE TUS PIERNAS

Me gustaría ser capaz de explicarte sin ambages que mis pensamientos hacia ti suelen centrarse entre situarme en medio de tu corazón y entre tus piernas. Por un lado pretendo instalarme de forma definitiva en ese lugar donde uno encuentra acomodo cuando tiene claro dónde quiere estar. Es una labor compleja, que implica por un lado abrir la mente del otro lo suficiente como para que pueda entender las complejidades de uno mismo. Al tiempo no somete al imperio de la razón, esa que se lleva tan mal con el mundo de las emociones. La montaña rusa es lo más parecido a una relación entre personas. Con momentos de tensión por las bajadas y otros de paz cuando se asciende. Entre tus piernas me gusta situarme porque es en esos momentos cuando percibo que soy capaz de provocar en ti mucho más de lo que cuentas. Entre tus piernas encuentran acomodo los libidinosos pensamientos que puedo tener en ese momento. Y ello desemboca en un instante lujurioso en el que las realidades y las fantasías se cruzan. Entre tus piernas también me gusta descansar, sintiendo que puedo recostar mi cabeza y dejarla caer sobre ti. La confianza sólo se manifiesta con el bienestar. Pero ¿qué hay entre tus piernas para que yo pueda perder la cabeza?, decía un viejo que conocí hace muchos años que, entre las piernas de una mujer se encuentra una mazmorra en la que todos caemos para estar prisioneros. Creo,sin embargo que entre tus piernas se encuentra el lugar en el que quiero permanecer hasta el ocaso. Mientras éste no llegue, trataré de disfrutar de cada una de las sorpresas que me depare. Aspiro a ser un explorador sagaz que pueda descubrir un mundo nuevo.

RESILIENCIA

La resiliencia es la capacidad que el ser humano tiene de salir fortalecido de una situación angustiosa o perjudicial para él. Tenemos la capacidad de avanzar a pesar de las losas que la vida va metiendo en nuestra mochila. Aunque es cierto que muchos no lo saben, o no han trabajado suficientemente en una capacidad que tenemos ahí. Tendemos a afligirnos cuando las situaciones que nos sobrevienen nos superan, o nos pasan por encima. La emotividad produce en nuestro interior un cierto desorden que puede socavar la verdadera capacidad que sí tenemos para superarnos. Crecemos con el apoyo de nuestros padres, el respaldo de nuestros amigos, nos arrimamos a cualquier árbol que nos de cobijo, y sólo cuando tenemos claro quienes somos nos aventuramos a afrontar la soledad de la decisión propia. Decidir por uno mismo exige un alto conocimiento de nosotros mismos y de nuestros límites. Como personas podemos controlar muchas variables, pero todas ellas se pueden ver cercenadas por la voluntad de otro y éste no atiende a respetar las nuestras. Podemos inferir del comportamiento de otra persona cómo es en realidad. Y aún así corremos el riesgo de equivocarnos dado que no siempre somos la misma persona. Las adversidades son inherentes al ser humano. Llegamos a la vida sin estar preparados para vivirla, lo que nos convierte en dependientes durante mucho tiempo. Por otro lado hay muchas diferencias según la latitud donde te pongas a comparar. Nunca será lo mismo un niño de ocho años de una ciudad europea que otro de la selva de Borneo. A buen seguro el niño de Borneo será mucho más independiente. Pero no porque viva de una forma “salvaje”, sino porque es su mundo tendrá muchas menos necesidades creadas que un niño de aquí. Para aquel la vida es un camino simple. Para éste la vida todavía es una idea difusa, en la que se entremezcla la realidad que vive en su hogar con la realidad virtual que ve en la televisión y que puede creer como tangible. Superar una adversidad y salir airoso de ella nos hace más fuertes, más capaces, aumenta nuestras capacidades y las lleva a un plano diferente. A nuestro alrededor, en este “universo occidental” nuestras necesidades son tan abrumadoras (e innecesarias) que no todos son capaces de abordarlas sólos. Algunas personas serán incapaces de salvar cualquier piedra que encuentren en su camino. Otros, al contrario, irán avanzando mientras solucionan los problemas en base a las experiencias que ya vivieron. Siempre he creído que lo malo que te pueda pasar nunca podrá oscurecer lo bueno que has de descubrir. El positivismo es una medicina fantástica.

EL DESCONCIERTO CONCERTADO QUE GOBIERNA EL MUNDO

Llevamos ya muchos meses con la Crisis a cuestas, cada mañana nos sorprendemos con nuevas decisiones tomadas por nuestros políticos que nos acercan un poco más al abismo. Un abismo al que nos empujan no sólo los poderes públicos, sino los poderes fácticos. Poderes que verdaderamente nos gobiernan. El desconcierto que parece existir en cuanto a la toma de decisiones importantes, no es más que una estrategia perfectamente planeada por los que rigen nuestros designios. Poderosas fortunas que compran y venden voluntades a la misma velocidad que desmantelan un país o provocan guerras civiles en otros. Aquí nos están atizando con una estrategia económica que es, a todas luces, inviable desde el punto de vista social y dudosa desde el punto de visa económico. En otras latitudes se han forzado luchas tribales que han desencadenado verdaderas guerras civiles enmascaradas de revueltas sociales. Uno se asoma a los diferentes medios de comunicación y advierte, si lee entre lineas, que unos pocos se están trajinando al resto del mundo. Los lobbies armamentísticos están logrando lo que quieren, que existan en más lugares conflictos armados con los que ellos enriquecerse. Al mismo tiempo el poder financiero engorda todavía más sus cuentas manejando los hilos que mueven los mercados. Un día estás en la cima y al siguiente te han borrado del mapa. En los años setenta el mundo ya vivió un crisis económica similar. Fueron años en los que florecieron mucho títeres manejados por entidades de dudoso prestigio, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. A la sombra de aquellos momentos en los que la crisis del Petróleo hacía albergar dudas sobre las reservas de este oro negro, crecieron dictadores que sometieron a sus propios conciudadanos para así facilitar las actividades de las potentes industrias occidentales. El tiempo transcurrió y aquellos que un día fueron hábilmente manipulados se volvieron contra sus manipuladores y claro, hubo que eliminarlos, daba igual el coste. Hoy, que organizar una matanza está mal visto en occidente, se siguen cometiendo genocidios, pero disfrazados de crisis económicas. La realidad es que un porcentaje muy alto de europeos vive bajo el umbral de la pobreza. Esa gran cantidad de seres humanos son un caldo de cultivo para una revuelta social en Europa de proporciones inimaginadas. El tiempo dirá. Si tengo claro que de estos años saldremos perdiendo todos:los menos favorecidos porque siempre llueve hacia abajo; y los más poderosos porque terminarán devorándose entre ellos. La fagotización será su única salida.