LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

viernes, 25 de marzo de 2016

¿?

Ocurre con la ausencia de respuestas que tiene como consecuencia el agolpamiento de preguntas. De pronto todo lo que parecías tener claro se desvanece en medio de las dudas. Las incógnitas pulsan en tu cerebro como las estrellas en una noche clara en el cielo. Y tratas de buscar respuestas... y estas se escapan una y otra vez. El limbo es un lugar en el que uno nunca quiere estar, la razón es obvia, se trata de un sitio en el que nada importas y nadie se preocupa por ti. Estar en el limbo es equiparable a la nada. Como personas necesitamos comprender para avanzar; entender los por qué, los cómo… y después, tan sólo después, poder asimilar aquello que sucede a nuestro alrededor y tomar decisiones. Incluso para las reacciones impulsivas uno necesita entender que debe de hacer una cosa concreta por inverosímil que pueda parecer. Perder a un ser querido, romper con alguien, etc. Puede llevarte a una situación de desesperación, de llorar la ausencia o reclamarle al altísimo. Lo incómodo es no perder a nadie, no romper con nadie y, sin embargo, tener la sensación de no ser nada, de estar arrinconado. Uno siempre tiene la posibilidad de cerrar esa puerta y continuar; de avanzar sin mirar atrás y dejarse de monsergas. El quiz, tal vez, radica en querer hacerlo. Porque cuando de verdad estás interesado en algo o alguien y te quedas en el limbo más absoluto, casi nada tiene sentido. Y ese es un terreno peligroso por el qué, descender, quizás te acerque a un abismo al que no quieras descender. El cerebro humano es muy permeable, aprende cada día; es fuerte y tenaz… mas también sufre, siente y padece. Y está el corazón, esa parte del cerebro mal identificada que nos hace sentirnos vivos. El otro corazón, el órgano en sí mismo, vive momentos ajetreados cuando el cerebro busca y no encuentra… El único modo que he conocido para poder avanzar en esta tesitura es la búsqueda incesante de respuestas. Para ello procuro que mi cerebro siga haciendo preguntas. Hasta las más estúpidas pudieran tener sentido en un momento dado. Cualquier cosa antes de permanecer en el limbo y correr el riesgo de perecer estancado.

miércoles, 16 de marzo de 2016

ACERO FRÍO

Las multitudes se agolpan tras las alambradas de frío acero que han devuelto el entramado de fronteras difusas a Europa. Ya no se trata de proteger los lindes del país, sino de apartar a los refugiados. Europa, tan pagada de sí misma, trata de mirar para otro lado; o lo que es peor, paga a países que sobrepasan una y otra vez la delgada línea de defensa de los Derechos Humanos (Turquía), para que sostenga a esta marea de personas que huyen del infierno que tienen en sus países. Un infierno, todo sea dicho de paso, al que hemos contribuido todas las naciones europeas. Antiguamente, los europeos, nos dedicábamos a masacrar a todo el que se pusiese delante en otras latitudes. Utilizamos África como tubo de ensayo para las cosas más viles, además de explotar todos los recursos que pudimos. Pero claro, aquello pillaba lejos y… “aquí no sabíamos nada”. Siria, país con el cual nos unen muchas más cosas (históricamente hablando) que con muchos otros países a los que le bailamos el agua, es hoy un país en ruinas. Su población sufre por todos lados el empuje de los más variados intereses. Los del Estado Islámico atemorizando con su loca utopía, el presidente sirio aprovechando para “limpiar” el país de los que no piensan como él y los rusos en su salsa, intentando controlar un país estratégico en el mundo global. ¿Y Europa? Haciendo el Don Tancredo. En una época de política falaz, donde ésta está al servicio de las grandes Corporaciones y alejándose cada vez más de la ciudadanía. No es de extrañar que vivamos una especie de bucle (hoy dicen una cosa y mañana vuelven al punto de partida). Europa tiene ante sí un reto importante, demostrar al mundo que somos las “personas civilizadas” que siempre hemos vendido al invadir otros países. El acero frío que estamos utilizando para meter en Campos de Refugiados a todas estas personas, no está muy alejado del herrumbroso hierro que otros utilizaron en Campos de Trabajo (Concentración), en la Segunda Guerra Mundial. Alguno dirá: “no matamos a nadie”… ¿seguro? Hay muchas maneras de matar, la más dura es matar en vida, quitar la esperanza y dejar a miles de seres humanos en el limbo. Sólo faltaría que en el siglo XXI, además, les gaseásemos. Aunque alguno habrá que lo piense para sí.