LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

jueves, 24 de diciembre de 2015

EL COMPLEJO ECOSISTEMA DE LOS SENTIMIENTOS

Creemos ser capaces de gobernar nuestros sentimientos cuando en realidad, una vez son reales y firmes, son ellos quienes te controlan. Y es ahí cuando, en determinadas circunstancias, entran en conflicto con el sentido común, o con la realidad que vives. Considerando que tenemos dos piernas, capacidad para caminar y deseos de hacerlo; si nos topamos con la imposibilidad mental para hacerlo entraremos en conflicto interno. Un estado que puede arrastrarnos a lo más profundo de nosotros mismos. Uno tiene una vida determinada, unos hábitos, unos principios, unas coordenadas por las que se está moviendo. Quizá no sean las mejores, pero las controlas desde hace tiempo. Y de pronto tu mundo comienza a moverse, inicias un proceso interno de rebelión y redescubrimiento de la verdad. Percibes que lo que ahora te ocurre está dentro de la realidad que habías obviado hasta el momento presente. Y ahora qué? El libre albedrío debería determinar qué hacer y cuando. Pero nuestro atribulado cerebro a duras penas es capaz de trazar mapas mentales por los que desplazar la vida que ha vivido y la que se presenta. Uno sabe, cuando está en este trance, que con cierta frecuencia nos acomodamos a un estilo de vida sin que nos llene. Y ver saltar por los aires todos los puntos de sujeción nos lleva a una realidad absoluta: tan sólo controlamos nuestra vida hasta un punto. Debemos dejarnos llevar por lo que sentimos o coartamos los deseos en aras de sostener una situación que sabemos mala en relación con la presente… en mi opinión uno llega a esta coyuntura porque la vida anterior no era lo suficientemente perfecta como para abrirla a un cambio. Cuando eres fanático de un refresco determinado, no quieres otro. Pero si el fabricante cambia la fórmula logra que tú pituitaria sienta la necesidad de probar otros. Y existe una posibilidad cierta de que nuestro gusto derive. No hay parámetros inamovibles en la vida. Si eres capaz de abrazar aquello que sabes que te llena y satisface, no lo dejes escapar. El tiempo perdido jamás ser recupera. La vida que dejamos perdida en los apeaderos de nuestra existencia va al desagüe, jamás regresan. Así que quizás debemos vivir del modo más intenso que podamos. La seguridad absoluta jamás existe, pero siempre será mejor vivir de acuerdo con lo que sentimos.

domingo, 6 de diciembre de 2015

LAS MADRIGUERAS DE LOS SENTIMIENTOS

Resulta curioso como el ser humano logra protegerse del enemigo más peligroso, sus sentimientos. Años de un cuidadoso plan llevado a cabo por el corazón y la mente de muchas generaciones de personas. Durante siglos hemos ido construyendo elaboradas madrigueras en las que los afectos, los odios, las fobias y demás sentimientos profundos se han ido escondiendo. Y es en ellas donde permanecen ocultos hasta que su presencia es necesaria o se antoja imprescindible. Quizás sea el odio el sentimiento que toque más a arrebato. No en vano muchas de las barbaridades de este mundo suceden después de brotes exacerbados de un odio lacerante que dinamita la mejor de las mentes has convertirlas en poco más que polvo. Sin embargo nada acongoja más que el amor, ningún sentimiento ha movido más a la humanidad que éste. Las razones, no por manidas, dejan de ser importantes. Desde mi punto de vista la virtud del hombre reside en saber administrar los sentimientos de amor, sin caer en la precariedad de quien apenas sabe amar por no haberlo trabajado. Es posible que la razón sea capaz de adecuar los pensamientos a la realidad que, posteriormente, debemos vivir. Mas siempre he guardado para mí que la razón, en un sentido más metafísico, obedece sin duda a los sentimientos. No somos seres inanes, no tomamos una decisión de un modo aséptico, es falso. Decidimos después de sentir. Sentir y razonar lo que sentimos siempre será un ejercicio personal y complejo. Ya no sólo por cómo o qué sentimos; sino porque quizás no tengamos la capacidad de medir, o nos falten los indicadores mínimos del “desde y el hasta”. Los sentimientos condicionan todo cuando hacemos.

martes, 1 de diciembre de 2015

ENTRE LA SOSPECHA Y LA SUSPICACIA

Así es cómo parece vivir esta sociedad nuestra, en la que todo el mundo pudiese parecer un maleante y cualquier cosa que uno diga se mira con suspicacia. Hubo un tiempo, que uno creía ya superado, en el que la impronta de una dogmática determinada hizo de esta sociedad un Estado, no policial, sino de patio de vecinas. De cotillas irritadas que no dejan títere con cabeza. Sale alguien en cualquier medio de comunicación haciendo una aseveración y es puesta en duda por cualquier imbécil en otro medio sin atender a los razonamientos de quien la ha dicho. Vivimos en una sociedad de intérpretes de lo ajeno que trasladan razonamientos de otros a lo propio como dogmas de fe. Y los ciudadanos damos pábulo a semejante cutrez. Y todo esto lo trasladamos a nuestra vida personal. Parece que uno se presenta en una nueva relación, personal o laboral, y debe demostrar su “inocencia”, antes siquiera de que te valoren por lo que eres. Las relaciones de hoy día ya no son las de antes, donde muchos parejas estaban juntas años por imposición legal, cristiana o social. Hoy estamos el tiempo que queremos con la persona que nos apetezca. Sin embargo, ese avance social, se ve limitado por una sospecha perenne. Inicias una relación con todas las suspicacias posibles, te sientes observado en todo momento, analizado de un modo pormenorizado y hasta señalado por situaciones que, para ti no significan nada, pero para los demás son un acercarse al abismo. Dice el refranero español, tan acertado unas veces como desatinado otras: “Si no las haces no las temes”. Que sería de aplicación a todas las personas que someten a otras a la disyuntiva de no hacer aquello que no han hecho o hacer aquello que no quieren hacer. Iniciar una relación del tipo que sea bajo la sombra de la sospecha es para hacérselo mirar. “Pero me han engañado otras veces” “Ese no es trigo limpio que me lo dijo…” ¿Acaso vive uno dentro de una noria y todo se repite una y otra vez?, no lo creo. ¿Entonces por qué piensa la gente que siempre le van a hacer daño? Estaremos todos de acuerdo en que alguna vez hemos infringido alguna norma de tráfico o nos han multado por exceso de velocidad. ¿Estamos por ello constantemente infringiendo esas normas y quedándonos sin puntos? O, al contrario, aprendemos de ello y tenemos a bien prestar atención. Mas en la vida personal esta sociedad ha dejado de hacer tábula rasa cada vez que da paso a una nueva aventura. Vive bajo la sombra de la sospecha privándose así de la sorpresa del agrado, de los matices maravillosos que se producen cuando acudes libremente a una cita y no subyugado por el temor a decir o hacer algo que recuerde a…. Uno no puede juzgar a otro por aquello que vivió o le pasó con otro. Muchas veces tenemos un comportamiento en un momento de nuestra vida que jamás repetimos. Y no puede ser que te demonicen por ello. Obviamente para que esto suceda tienen que darse dos circunstancias reales: inteligencia y sentimientos reales. La inteligencia para ser capaz de discernir entre lo importante y lo que no lo es. Los sentimientos porque son los únicos capaces de dejarnos avanzar en un mundo tan absurdo. Es el corazón de las personas lo que mueve el mundo. El cerebro nos ayuda a manejarnos en el mundo. No hay vida sin emociones, sin verdaderos sentimientos. El ejemplo más claro lo tenemos en la Ira, ese sentimiento tan humano que nos lleva a cometer y sufrir atrocidades. Tal vez un día el ser humano sea capaz de respetar al otro sin tratar de imponer…

domingo, 29 de noviembre de 2015

ENTRELAZADO EN TI

A lo largo de esta noche me voy a permitir el lujo de descubrir el modo de terminar entrelazado en ti. Buscaré en mi mente los algoritmos necesarios que me acerquen a la posibilidad de ser parte de ti y del nosotros. Empezaré por alejarme un par de metros y observarte. Descubrir en tu menudo cuerpo los lugares por los que alguien como yo perdería la cabeza. Esas peligrosas curvas a las que uno debe de acercarse con cuidado y que, sin embargo, termina llegando desbocado y sin frenos. Quiero verte dormir y descubrir como arrebujas tu cuerpo; de qué modo debo situarme a tu espalda para abrazarte sin perturbar tus viajes oníricos. Me gustaría aprender de tus modos y maneras para descubrir los lugares comunes que podamos compartir y aquellos en los que conviene dejarte el espacio necesario. A continuación te escucharé, pondré especial atención en aquello que dices con las palabras y en lo que manifiestes con tu mirada. A los silencios hay que prestarle especial atención puesto que suelen ser un gran medio de comunicación. Las conversaciones, profundas o triviales, son el producto más necesario en el desarrollo de una relación. Y lo son porque, sin ninguna duda, la comunicación es el fundamento que nos sostiene. Velaré por tus intereses, ya que necesariamente serán los míos. Trataré de no violentar tu espacio vital porque ese debe de ser un lugar libre de tránsito. Somos seres sociales que precisamos de los demás, pero necesitamos nuestro hueco, nuestro lugar. También quiero sentirte, notar tu presencia como una parte esencial de mi vida. Lo bueno de todo esto es mirar hacia ti y sentirse seguro. La confianza es cierto que se gana con el tiempo y los hechos; más no es menos cierto que se llega a ella de repente, por una creencia profunda de que aquel que nos llena el corazón está llamado a ser el asidero de nuestras dudas. El amor, el verdadero eje vertebrador de toda relación, llega en cualquier momento de este proceso. Es posible que pueda amarte sin mirarte, sin observarte, sin escucharte, sin sentirte… porque el amor es así; no entiende de ninguna otra cosa que de una pérdida del sentido de las cosas. Al final dormiré entrelazado a ti, albergando la esperanza de que te sientas parte del todo que formamos ambos.

LA ESPERA

La espera es un enemigo peligroso de los sueños. La espera garantiza la incertidumbre y con ella la ansiedad. La espera va contra el deseo humano del ahora, del ya. Por otro lado la espera permite observar aquello que se desea y valorarlo en su justa medida. Los refraneros dirán aquello de que: lo que merece la pena se hace esperar. Sin embargo la espera supone hipotecar los deseos a un momento que no sabes si se va a producir. Es una apuesta a futuros que deja de lado la realidad del momento que vives. Somos capaces de disfrutar o lamentarnos de los momentos que ya hemos vivido o de los que estamos viviendo; en ningún caso tendremos una satisfacción real en lo que no se ha producido. Lo ilusorio, siendo necesario, jamás mitiga del todo la angustia de la espera. La espera alimenta los sueños de aquellos que buscamos nuestro Ítaca particular, acaso para permitirnos elucubrar el cómo queremos que sea. Otro refrán dice que: “el que espera, desespera”. Y siempre es así cuando aquello que esperas conseguir o tener supone “el todo” que deseas. La espera….

miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL LUGAR DESDE EL QUE MIRAMOS

Todos tenemos una opinión sobre las cosas que suceden a nuestro alrededor; opinamos según nuestro subjetivo punto de vista con demasiada facilidad. Casi siempre conviene una observación pausada de las cosas, una revisión de los hechos y, sólo después, emitir una opinión fundada pero… Hace muchos siglos Adriano declaró a Palmira “ciudad libre”, lo que era un avance significativo en los tiempos en los que la libertad era poco más que una quimera para el 90% de la población. Siglos más tarde un grupo terrorista decapita a seres humanos en el teatro de sus ruinas. ¿Una regresión al pasado? Al pueblo Kurdo no le hace ninguna gracia que sus tierras, aquellas en las que han vivido durante siglos, se las repartan diversas naciones sin tener en cuenta ni sus necesidades, ni sus derechos. Son la etnia más grande del mundo sin patria. ¿A quién le importa aquí? Durante décadas, se ha enmascarado el conflicto palestino – israelí como una lucha territorial entre un pueblo ocupado y otro que cree suyo el que nunca poseyó. Cualquiera que se detenga a revisar la historia del conflicto caerá en la cuenta de que se trata de una guerra por el agua. Que Israel ha trazado una frontera con dientes de sierra tratando de alcanzar los acuíferos existentes en la zona pero… ¿Quien detenta el poder económico sobre los medios que informan sobre el terreno? En Francia este año, en España en 2004, en USA en 2001 y en otros muchos lugares de occidente hemos visto como han atacado nuestro modo de vida. El acervo social que nos hace diferentes a los demás se ha edificado sobre demasiada hipocresía y mentira. Hace siglos dirimíamos nuestras disputas en África, saqueándola hasta dejarla casi yerma. Pululábamos por Oriente tratando de imponer un estilo de vida que aquellos pueblos no conocían y apenas entendían. ¿A quién le importaba si todo estaba lejos? La visión del mundo siempre dependerá del lugar donde uno se encuentre observando. Para los europeos la masacre de París es horrenda y merece toda reprobación posible. Para los kurdos, palestinos, afganos, camboyanos…. Apenas sería una reseña en sus periódicos. Una prensa que apenas encuentra hueco para otros temas que no sean la muerte y la destrucción. En esos lugares miran la televisión con el filtro de la desesperanza y el velo de la muerte. Han aprendido a vivir con el último suspiro tras cada paso. ¿Quién les ha enseñado a vivir así? Nosotros, los occidentales. Los que votamos a nuestros gobiernos para que hagan barbaridades lejos de nuestras fronteras. Y no los juzgamos porque muchos de esos actos bárbaros son los que, a la postre, garantizan nuestro “estado de bienestar”. Los terroristas que llegan desde aquellas latitudes, incluso los conversos, nos acercan a nuestros telediarios una pequeña representación del espectáculo que preside su vida. Y es obvio que es una animalada. Nada puede justificar las matanzas de Paris, Atocha, Nueva York. Mas se me antoja difícil justificar los “daños colaterales” que tan a menudo destruyen hospitales, campamentos de refugiados, pozos de agua…. Quizás, algún día, todos seamos capaces de ver al otro sin la hipocresía del que se cree superior por alguna razón que se escapa al más elemental sentido común. Mientras ese milagro social no se produzca seguiremos dándonos golpes de pecho al reclamar lo nuestro como lo más importante.

viernes, 9 de octubre de 2015

DEL QUIJOTE AL PLANETA DE LOS SIMIOS

A poco que nos lo propongamos en el futuro nos comunicaremos con sonidos guturales, con gruñidos al más puro estilo mono. ¿Por qué? Basta que uno afine el oído en medio de la juventud que nos rodea o intente leer aquello que escriben y se dará cuenta de la regresión que estamos viviendo en materia de comunicación. Uno, que no es docente en sentido estricto, se asombra con el nivel de construcción gramatical que tiene la juventud para comunicarse entre sí y con los demás. No es de extrañar que muchos se queden mirándote con cara de mapa cuando utilizas una palabra que se sale del contexto que utilizan. Cierto es que el castellano es un idioma con unos verbos que están sobredimensionados para lo que es una utilización práctica pero… ¿Dónde está el problema? En todos lados en general y en casi ninguno en particular. Demasiadas leyes educativas, reducción innecesaria de asignaturas de humanidades que, además de aumentar nuestra capacidad de pensamiento crítico, ayudaban a dotar a los estudiantes de una riqueza lingüística que ahora queda circunscrita a los “raros” que eligen estudiar grados de humanidades. En la era de los mensajes en la red se escribe peor que nunca. Y eso que el fundamento de la misma era el poder acercar la información a todo el mundo. Traducido en dosis de realidad se ha vuelto un corta y pega sin leer. Los medios de comunicación, habituales transmisores de un vocabulario amplio se han transformado en lugares comprometidos con la dicción más elemental y dónde los gritos y los exabruptos están a la orden del día. La radio sigue siendo el lugar común al que uno recurre en busca de una información en tiempo real y, además, acude en la búsqueda de una construcción gramatical inteligible y fácil de entender. La televisión actual, salvo algunas excepciones, es un gran monumento a la pseudo-realidad y al chismorreo. Pero…y las aulas…y las familias…. Las aulas no son hoy día lugares donde la gran mayoría de alumnos vaya a aprender, sino el lugar que le toca estar entre un wathsapp y otro. La atención no está en comprender aquello que se explica, sino en que no suene o no vibre el teléfono, por si lo requisan. Las familias de hoy, como todas en las diferentes décadas, nada tienen que ver con las anteriores. Más se está perdiendo algo importante, el hablar a la hora de la comida, el intercambio elemental de información familiar. Ahora cada uno mira una pantalla de teléfono, Tablet o la televisión. Después, muchos padres, se sorprenden del absoluto desconocimiento que tienen de sus hijos o de la vida de éstos. Pierre Boulle imaginó un futuro en su novela “El planeta de los simios” donde los monos evolucionaban hasta tener la capacidad de hablar; algo que, por cierto, nos diferencia de las demás especies animales. 50 años más tarde vamos en dirección contraria, el gruñido está próximo….

miércoles, 2 de septiembre de 2015

TE HE SENTIDO TAN CERCA QUE ME ATREVÍ A….

Abrir los ojos, y la desazón se apoderó de mí. El día apenas despuntaba y la claridad no dejaba ver mucho más allá del fondo de la habitación. Inquieto cerré de nuevo los ojos y abracé la almohada, con la esperanza de sumergirme de nuevo en la aparente realidad que acaba de vivir y poder sentir tu cuerpo de nuevo a mi lado. Te he sentido tan cerca que creía acariciar tu piel con la punta de mis dedos, tengo en la boca el sabor de tus besos, las sábanas huelen todavía a ti. Sí, ya sé, es posible que no seas más que el sueño, el deseo, las ganas…pero te prometo que te sentí, te tuve y te así contra mi cuerpo. Anhelo el día en que me tope contigo; el día en el que viento lleve mi barca a tu puerto y pueda descubrir tus ojos. No harán falta palabras, apenas una sonrisa y sabré que eres todo y más. También es posible que no seas más que una nube que se difumine en el cielo de mis noches. De ser así me queda el agradecerte la sensación de estar de nuevo vivo…

domingo, 23 de agosto de 2015

Una lacra con profundas raíces

Desde el año 2003 casi 800 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas en lo que se ha dado en llamar “violencia machista”. Es un dato terrible para una época, la actual en la que la búsqueda de la igualdad se topa día sí y día también con estas patéticas demostraciones de inferioridad sexista. Uno puede detenerse a analizar los datos de toda Europa y caer fácilmente en la cuenta de que hay países próximos (Gran Bretaña, Francia, Alemania..) dónde hay más casos de violencia que aquí. También los hay que teniendo menos numéricamente hablando tienen un ratio por millón de habitantes mucho peor que el nuestro, lo que sitúa a Europa un poco más cerca en cuanto a vejaciones, de otros países de latitudes alejadas y que siempre hemos denostado. Profundizando en nuestra sociedad uno puede pensar que los déficits educativos son tan grandes que nos llevan a esta situación; sin embargo es algo mucho más profundo, que arranca desde los tiempos en los que el ser humano comienza a ser recolector, incluso antes. Una vista atrás a los últimos cien años de nuestro país nos llevan a momentos tristes para la mujer, como aquellos en las que Pilar Primo de Rivera y su Sección Femenina (abolida en 1977) situaron a la mujer en un lugar terrible: en la sumisión, la obediencia y la falsa decencia. Excepto la época singular de la Segunda República, antes y después las mujeres de este país se vieron influenciadas por lindezas tales como: "Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes". "Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimules la intimidad". "Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar"…sin palabras… Pensemos pues que varias generaciones de mujeres crecieron en nuestro país en una inmersión en “la decencia cristiana” que, amparada por la Iglesia, conminaba a la mujer a ser un trapo. Las generaciones posteriores han tenido la oportunidad de cambiar las cosas pero, ¿es acaso tan sencillo?; yo creo que todavía hay un recorrido por hacer. No fue hasta la década de los 80 que una mujer podía abrir una cuenta a su nombre en el banco sin el permiso de un varón. Hoy día los derechos inalienables sobre su propio cuerpo están mediatizados por jueces que juegan a ser “falsos dioses”. ¿Cómo acabar entonces con esta lacra? Desde luego que partiendo de la educación; pero no del adoctrinamiento, sino desde el pensamiento crítico. La sociedad debe de hacer ver a los seres humanos como lo que son y no como dependientes unos de otros. Es cierto que hay roles que están asignados a los diferentes sexos, eso va en la idiosincrasia de cada uno; pero el límite debemos de situarlo en el respeto al espacio privado del otro. El anarquismo siempre pecó de jugar a un deseo de una falacia de la libertad; uno debe de sentirse libre sobre todo en la capacidad de pensar y decidir. Uno no es más libre por hacer cosas que antes no podía hacer; eres más libre cuando tienes la capacidad de decidir si lo haces o no. Penar la violencia de género está bien, es necesario y muchas veces las leyes se quedan cortas. Ahora bien, es posible que las medidas encaminadas a aplicar las leyes no sean suficientes. Y es ahí donde debemos de aplicar soluciones, incluso aunque estas sean radicales. Cuando alguien cree que otra persona es de su propiedad, no existe nada que pueda convencerle de lo contrario; quizás el destierro sería una solución…no lo sé. Tenemos por delante la obligación de enseñar a las siguientes generaciones que se puede vivir sin someter al otro, pero es trabajo de todos. También de aquellos vecinos que se parapetan tras sus puertas y no denuncian los evidentes malos tratos que escuchan al otro lado. En mi opinión se convierten en cómplices de aquello que pueda suceder. Educación, educación y educación… no hay más camino.

sábado, 8 de agosto de 2015

EL MIEDO A CAMBIAR

Pocas cosas atenazan tanto a las personas como el cambiar su statu quo, el tener que reconstruir una manera de vivir de otro modo. Sucede en la política donde una mayoría teme a lo que está por venir. Y no lo hace por conocimiento de que pueda ser malo o peor que lo existente; lo hace porque no puede controlar las variables que está acostumbrada a manejar. Cuando al día le sigue la noche y a esta vuelve a seguirla el día nada cambia. Sin embargo un simple viaje de avión en esta época del año nos puede trasladar a un día sin fin; y meses más adelante a la noche eterna. ¿Cómo nos adaptaríamos? Mal al principio pero sólo hasta tener nuestro cuerpo adaptado. En la vida personal las cosas suceden casi de un modo similar. Cambiar el modo de vida que tenemos, dejar salir a una persona de nuestra vida o abrirle la puerta supone, cuando menos, un ejercicio de valentía importante. Somos animales de costumbres, que siendo permeables a los continuos cambios de la vida, no permanecemos insensibles a los efectos que estos refieren para con nuestro estado de ánimo. ¿Cómo se supera este miedo? No creo que exista una respuesta, sino que depende de la condición de cada uno de nosotros. Los que tenemos un corazón temerario no dudamos en aferrarnos a la esperanza de que el cambio sólo implica avanzar, doblar una esquina y afrontar una nueva etapa. Para los que se parapetan ante cualquier amenaza los cambios son mucho más duros y por ello tienen a permanecer inmóviles viendo pasar el tren continuamente delante de sus ojos. A menudo el último se escapa cuando ya reaccionan demasiado tarde. A lo largo de la historia del ser humano éste siempre ha avanzado a partir de cambios radicales, pues han sido estos los verdaderos transformadores de la sociedad. Existen otros paulatinos que obedecen a un avance en conocimientos, descubrimientos etc. Pero no hay avance sin ruptura. A menudo, tememos dejar nuestro corazón en manos del desconocido que ha golpeado nuestra puerta, porque nos remueve el interior y hace saltar todas las alarmas. De pronto respiramos de un modo diferente, y los pilares que nos han sostenido hasta entonces…se tambalean. En mi opinión es el preciso momento en el que uno debe de apostar por la vida y dejarse llevar. ¿Riesgos? Todos…y qué. Perder intentando hacer algo por nosotros mismos siempre será mejor que perecer inmóviles y estancados. El género humano está lleno de zombis, aunque muchos no son conscientes de su propia condición…

EL DIA EN QUE FUIMOS NIÑOS

Supongo que tienes que superar la barrera de los cuarenta para darte cuenta de que el tiempo pasado ya es lo suficientemente importante como para valorar con la distancia suficiente, aquellos años en los que fuimos niños. Uno observa hoy como los padres se han vuelto sobreprotectores, confundiendo (en mi opinión) muchas veces el riesgo con la paranoia. Son tiempos en los que se cría a los niños como figuras de porcelana que puedan romper con demasiada fragilidad. Y flaco favor se les hace. En los tiempos que yo recuerdo jugábamos, casi siempre, en ausencia de adultos que pudiesen perturbar el normal desarrollo emocional del niño. Uno podía hablar con sus amigos o jugar sin estar pendiente del ojo inquisidor de los padres que, con gesto adusto a menudo, vigilan cada movimiento. Nos criamos con ciertos valores que, casi nunca, nos enseñaban nuestros padres. Uno sabía que había que respetar a los mayores porque los que nos precedían lo hacían. Y ni te planteabas no hacerlo. Éramos cafres, nos pegábamos, subíamos a los árboles, jugábamos a baloncesto en una lata de pintura con rababas y… ninguno sufrió taras para el futuro… o quizás sí y no lo sabemos. Hoy todo en los parques está engomado, se protege la integridad física del niño de tal modo que crecerán pensando que el mundo que se les viene encima será igual de seguro. Y no lo es. El afán de proteger y “dar lo mejor” a nuestros hijos nos lleva a perder la perspectiva. Nos empuja a crearle un mundo irreal alrededor. Y un día tendrán que salir de ese mundo maravilloso y afrontar la realidad. ¿Tendrán armas y argumentos para ello? Tengo mis dudas. La socialización de los niños entre ellos es mucho más importante de lo que parece. Crecer sabiendo defenderse de los amigos es el mejor ejercicio que un niño puede hacer. La vida me ha enseñado que rara vez son desconocidos los que nos hacen daño. Es conveniente despertar el pensamiento crítico en los niños, que duden de todo aquello que los padres les damos como “nuestras verdades” pues quizás un día no sean las suyas. En mi infancia, en la que los problemas sociales estaban en boca de todos, era muy sencillo quedarse con retales de conciencia social. Jugabas en la misma calle en la que acontecían los problemas, los adultos (aun protegiéndonos a su modo) no dejaban de hablar de las verdades de la vida. Hoy, desgraciadamente, muchos niños se crían con la ausencia de referentes. Tienen padres, abuelos, tíos…pero ninguno son referentes porque van a lo suyo y para mantenerse así, crean en los niños esos nichos de irrealidad en la que viven. Somos seres sociales que precisamos de los demás para crecer interiormente. Ayudemos a los niños a jugar, a comunicarse, a descubrir la realidad… Abramos las puertas de su mente para que sueñen sin más temores que los que ellos vayan descubriendo. La realidad y los sueños necesitan un equilibrio. El dulce no tiene sentido sin lo salado

lunes, 15 de junio de 2015

EN LO PROFUNDO DE TI

Todavía no te conozco, o al menos no lo suficiente como para saber cómo eres y, sin embargo, quiero imaginarme como será acomodarme en lo más profundo de ti. Allí donde la razón y el corazón entrelazan sus manos para sostener lo mejor y más preciado que tienes. Hay quien sostiene que no somos más que el resultado de nuestras vivencias. A fin de cuentas estamos aquí de un modo relativamente efímero en el que, el sentido de nuestra existencia se debe fundamentar en la huella que seamos capaces de dejar. Y yo quiero dejar una profunda huella en tu persona. Una buena pregunta sería, ¿por qué en mí?, seguramente la respuesta estaría tiznada de no pocas dosis de cierto egoísmo. Aunque en el fondo de mi corazón tan sólo espero ser capaz de dejar huella por lo bueno que hay dentro de ti. En breve, si no lo has hecho ya, te adentrarás en el camino incierto de la decisión propia que sólo debes de sostener en base a tus razonamientos y el poso que los demás vamos dejando en el cajón de tu memoria. Aquí estaré para sofocar los incendios en los que precises a este bombero. Ya sé que, de entrada, lo lógico será que quieras hacerte valer por ti misma; mas aquí estaré para cuando lo necesites. Suelo escuchar de mis amigos y conocidos aquello de: “le conozco perfectamente”, y no puedo más que sonreír. El proceso de tu formación te aleja de la que fuiste y te adentra en la que serás y esa es la razón de que ahora te escriba, pues a quién ahora creo conocer en breve me sorprenderá. Miro tus fotografías retrospectivas y advierto dos cosas: tu evolución imparable que camina en paralelo a mi deterioro. Ley de vida le llaman. Así que debo de aprovechar el tiempo, tratar de hacerte buscar en tu interior las respuestas a todas las preguntas que te hagas; dado que las respuestas que yo pueda darte, en su mayoría, difícilmente se ajustarán a la realidad que tú vayas a vivir. Si acaso, espero que te sirvan como guía que te ayude a labrar tus propias ideas. Sí que hay algo que espero que quede en lo más profundo de ti. Y no es otra cosa que la certeza de que todos mis sentimientos hacia ti son puros; que no hay nada más cierto que el amor sin fisuras que te tengo. Los errores, que seguramente los he cometido y cometeré, no son más que el peaje que debo de pagar a lo largo de este camino pues el aprendizaje para mí también es constante. Busca tus propias respuestas, tan sólo así serás quien desees ser.

miércoles, 10 de junio de 2015

LA CÚPULA DEL TIEMPO Y EL TIEMPO PERDIDO

Todo en la vida es tiempo, y éste se agota de un modo inexorable conforme avanza nuestra vida. Para nosotros el tiempo es finito, tenemos una hora cierta en la que desapareceremos del modo en cómo somos conscientes de nosotros mismos. Más allá sólo la especulación o la fe pueden llevarnos. El tiempo perdido, tal y como lo veo, no es aquel que destinamos a no hacer nada sino el que pasa sin que nos demos cuenta. Esos minutos en los que, sin darnos cuenta, el reloj ha avanzado. Cuando uno es consciente de lo que hace, no pasa nada si no obtenemos los resultados esperados. Mas cuando no somos conscientes aparecen preguntas como ¿Por qué? ¿Qué pasó? Nuestra vida consciente la aglutinamos en una suerte de Cúpula del Tiempo, bajo cuyo paraguas desarrollamos una vida más o menos plena. Fuera de ella nos adentramos en un camino vacío del que apenas hay referencias. Creo que uno debe de hacer tantas cosas en la vida como ocurrencias tenga. Da igual si dichas ideas no se ajustan al orden establecido por la sociedad en la que vives. Uno debe de tener inquietudes diferentes que permitan soslayar esos espacios vacíos en los que nada ocurre y todo pasa. La vida es demasiado breve como para perdernos un minuto. Es cierto que tenemos que abstraernos de lo cotidiano para poder, muchas veces, sobrevivir a nosotros mismos. Esos momentos en los que parece que uno no piensa en nada y no hace nada, sirven a nuestro cerebro para restablecer un equilibrio necesario. Bajo nuestra cúpula del tiempo individual debemos de intentar experimentar tanto como podamos. Al fin y al cabo de esta vida no saldremos vivos y, seguramente, a los que queden les importará un carajo casi todo lo que habremos hecho. Vivimos por y para nosotros. La vida dedicada a los demás no existe per se, sino porque uno libremente, elige servir a los demás. El tiempo…

LA EXPERIENCIA AMERICANA

Después de ocho horas con las rodillas pegadas al asiento de delante, el sobresalto de las turbulencias en la aproximación al aeropuerto de Washington me espabilan del todo. Está claro que no hemos nacido para volar, no tenemos alas. Y, por tanto, cuando el aparatito comienza a crujir… a todos se nos estrechan los orificios. El caso es que uno llega al otro lado del charco con una imagen en la cabeza que apenas se corresponde con la realidad que después ve. Esperas ver una ciudad que ya tienes en mente recubierta por esa pátina de plató de cine que tantas veces has visto en las series o películas. Y la realidad es bien distinta. Efectivamente, todos aquellos edificios que te has cansado de ver a través de la pantalla están allí. Pero también las obras, los interminables atascos, un calor que te deja más alelado de lo que de común estás… Fueron pocos días, pero los suficientes como para comprender tres o cuatro cosas básicas; algunas, sin duda, lecciones de civismo. Estados Unidos es una nación compleja, con cincuenta Estados que son diferentes entre sí; tienen sus propias leyes, hábitos diferentes, equipos deportivos que nada tienen que ver, comidas variadas…cada uno tiene claro su pertenencia al Estado en el que vive, sin embargo nadie duda del país en el que viven. Todos y cada uno de ellos se siente orgulloso de ser americano. En ese sentido no caben medias tintas, da igual si su origen es ruso, latino, griego…la bandera que les une es la misma, aunque sus acentos indiquen que nada tienen que ver a priori. Es una lección que quizás nos debería hacer replantear algunas cosas aquí. Muchos dirán que nosotros no hemos tenido la opción de elegir, que tenemos una monarquía que no hemos votado… Una flexión, ninguno de los actuales habitantes de los Estados Unidos ha conocido otra forma de gobierno que la que tienen. Y ni se plantean un cambio. ¿Por qué? Por una cuestión más prosaica de lo que parece… tienen estabilidad, para que complicarse. Claro que no todo es oro, también hay carbón. La marginalidad está a la orden del día, hay casi sesenta millones de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza. Hay barriadas que son guetos hirientes para la cualquier sensibilidad. ¿Eso menoscaba mi imagen sobre el país? No. Lamentablemente en todos lados se cuecen habas y la pobreza siempre es mucho más llamativa en los países desarrollados que en aquellos donde las diferencias entre ricos y pobres no son tan grandes. Aunque este sería un debate entre la real necesidad y la aparente necesidad. De los ciudadanos de allí he admirado su educación para con los demás; me sorprendió la amabilidad, su afabilidad y, sobre todo, la forma en cómo te miraban cuando te hablaban de su país. No encontré a ninguno que no tuviese más críticas que loas hacia su país, claro que yo vengo de un país un pelín cainita. De la comida mejor casi ni hablar, estoy seguro de que uno puede comer bien y sano…pero debe de hacérselo en casa o rascarse mucho el bolsillo. Comer sano y de modo económico es imposible. Y de café mejor no hablar. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Culturalmente cabría, desde mi humilde opinión, hacer un par de reflexiones. Los museos son todos gratuitos, al menos en Washington, pero no hay una sola explicación en las paredes que no esté en inglés, lo cual desentona con los casi 70 millones de hispanoparlantes, sin mencionar a los turistas. Creo que ahí tienen un margen de mejora importante. Por otro lado algunas explicaciones sobre la historia contemporánea son, cuando menos, discutibles. Aunque de todos es conocido que son los vencedores los que relatan la historia tal y cómo ellos la quieren contar. Aquello de que es el país de las oportunidades no lo voy a poner en duda a tenor de lo que nos explicaron los muchos guías que tuvimos (casi todos latinos). La cuestión es ser legal allí. Una vez tienes tus papeles puedes iniciar cualquier negocio. Si te va bien te apoyarán y se sentirán orgullosos de ser tus vecinos. Se valora el esfuerzo y la dedicación. A priori, nadie se va a cuestionar que el dinero que ganes venga de otro lado que de tu esfuerzo personal. Aquí, lamentablemente, si te va bien al empezar un negocio…todo son suspicacias. Los controles de seguridad son importantes aunque menos de lo que yo me esperaba, quizás porque venimos de un país europeo. Hay colas, demasiadas, pero no son especialmente pesaditos. En la ciudad tienes la sensación de que puedes dejar tus cosas tranquilamente en el banco mientras te tomas un respiro, sin miedo a que te lo roben. Está claro que mi experiencia personal se ajusta a un recorrido breve por dos ciudades y tres o cuatro estados limítrofes. Me encantaría tener la oportunidad de recorrer algún día la ruta 66 (atraviesa el país) y así poder emitir un juicio más correcto sobre aquel país. En todo caso si recomendaría visitarlo. Para concluir, una reflexión personal. Si Estados Unidos tuviese la mitad de la historia de nuestro país, seguro que haría de ella un argumento sólido para que las generaciones posteriores se sintiesen orgullosas de su nación. Me apena vivir en un país donde nos tiramos los trastos a la cabeza entre regiones sin detenernos a pensar que vivimos en un país, España, con más de 2000 años de historia. Y en lugar de valorar lo que nos une, buscamos la diferencia.

sábado, 25 de abril de 2015

EN BUSCA DE RESPUESTAS

Hace mucho tiempo ya que he dejado de encontrar respuestas a las preguntas que me hago, y he encontrado otras muchas respuestas para preguntas que jamás me he hecho. Supongo que en eso consiste la vida. Qué pensar cuando estás donde no quieres estar o no estás donde en realidad lo deseas… nuestra vida es el resultado de las decisiones que tomamos sumadas a las realidades que las circunstancias y otras personas nos llevan. No llegamos a este mundo con un manual básico de funcionamiento. Vamos creando el nuestro con el devenir de los años y en ningún lugar aparece señalado el “modo correcto” de hacer las cosas. He querido a personas que a mí no me han querido; me han amado otras a las que yo he sido incapaz de querer en la misma medida. Y me han entrado dudas, no pocas veces, ante la disyuntiva de si mis decisiones eran las correctas o errores manifiestos. Al final del trayecto el tiempo dirá qué decisión resultó más adecuada. Uno trata de educar a sus hijos según los patrones de conducta que creen adecuados, sin embargo siempre está presente la incertidumbre de si dichos cánones se ajustan a la realidad de nuestros hijos (habida cuenta de la diferencia de perspectiva respecto a ellos). Tengo claro que, hasta cierto punto, nuestros hijos son el resultado de nuestro modo de actuar con ellos más la idiosincrasia propia de cada uno de ellos. Nunca habrá una respuesta común. Tener ideas políticas o implicación social debería ser un pilar básico en la formación de cada persona. Uno no debe permanecer impasible ante lo que acontece a su alrededor, ni permanecer en silencio. Los avances sociales que implican a todos tienen como punto de partida, generalmente, la implicación de unos pocos. La lucha por las creencias propias, la persecución de un ideal, la ambición de un lugar mejor donde vivir…son argumentos más que sólidos que pretendo inculcar en quienes me rodean. Lo conseguiré? No lo sé, pero si no se intenta, no se logra. Buscar en las respuestas una verdad tangible es tan improbable como ser capaz de ver la cara oculta de la luna sin ayuda. Es en las preguntas donde siempre se encuentra “todo”. Y qué es “todo”. Pues ser capaz de argumentar cada respuesta de un modo coherente con el momento en el que uno se formula la respuesta. No tendremos la misma opinión del amor al inicio de una relación que al final de ella. Supongo que las respuestas a las preguntas sobre la muerte son las más complejas de responder. El atávico miedo morir hace que, de cuando en cuando, nos asomemos a su balcón en una búsqueda errática de respuestas. Tal vez las únicas respuestas estén en aquellos que se han ido y que difícilmente nos las podrán contar. Así que lo más sensato es apartar nuestros pensamientos de aquellas preguntas cuyas respuestas encierran angustia y desazón. Seguiré haciéndome preguntas y buscando sus respuestas…

domingo, 22 de marzo de 2015

EL CAMINO DE TENER LIBERTAD A SER LIBRE

Estoy seguro de que hablar de libertad en estos tiempos no tiene, para muchos, sentido. Sin embargo vivimos un tiempo en el que no tenemos la libertad que parece que nos es otorgada. Para sentirse verdaderamente libre uno debe de poder elegir libremente aquello que quiere hacer, sabiendo valorar en cada momento que es responsable de sus actos. Ocurre que si la libertad es la capacidad de no ser esclavo, algo está fallando cuando no tenemos esa capacidad o, al menos, la tenemos coartada por las diferentes medidas coercitivas que nos rodean. La lapidaria frase de nuestras madres que decía: “haz lo que quieras, pero tu verás”; está presente en cada uno de nuestros actos. Somos esclavos de los sistemas modernos de comunicación e incluso hacemos parte de ello a nuestros mayores, los cuales habían alcanzado ese grado de libertad de hacer y decir lo que les dé la gana y que ahora se ven desbordados por sus nietos obligándoles a utilizar pantallas para las cuales apenas les llega con las gafas. Estamos en una compañía u otra de telefonía porque así lo impone nuestro estilo de vida. Apenas si tenemos la capacidad de decidir en cual, y poco más. Ser libre es, desde mi punto de vista, tener la capacidad de vivir al margen de la sociedad al menos durante breves instantes. Momentos en los que uno puede saborear la sensación de dominar todo cuanto le rodea sin premisas previas. Cuando uno escapa a la montaña y se queda sólo y sin cobertura lo experimenta. Y de inmediato le surge la angustia de no estar comunicado con el “exterior” por si le sucede algo. ¿Acaso no está en el exterior uno cuando se encuentra en un macizo montañoso? Hasta el vocabulario lo utilizamos en sus derivaciones más ambiguas o abstractas. Hoy día uno puede añorar a los que en los albures del siglo pasado tenían en mente luchas, más o menos posibles, en las que embarcarse. Curiosamente entonces, y a pesar de la ausencia de libertad que era latente en muchas latitudes, uno podía sentirse más libre que ahora. Pues era más fácil tener una cuota de espacio libre en el que pensar, soñar, gritar….

lunes, 2 de marzo de 2015

CUANDO TE ABRAZO

No se trata de lo que me transmites, sino de lo que siento. No se trata de lo que sueño, sino de lo que vivo. No se trata de ti, sino de mí. Cuando te abrazo me siento mucho mejor persona. Haces que cada día, que cada hora que estás cerca merezca la pena. Las emociones se caracterizan por ser difíciles de reprimir; hacerlo va contra natura y por ello nos causan excitación o aflicción; dolor o placer…vivir consiste en lograr el equilibrio entre lo que queremos sentir y lo que realmente sentimos. Tenerte es, sin ninguna duda, lo mejor que me ha pasado. Llegará un tiempo, sin embargo, en que nuestros abrazos se tornen tensos; días en los que nuestros caminos no siempre confluyan en la misma dirección. Cuando llegue ese instante trataré de no invadir mucho la senda por la que te adentres, pues bueno es que hierres o aciertes. Eso sí, no dudes de estirar la mano cuando lo precises pues la mía siempre la encontrarás tendida. Mucho has cambiado desde aquellos días de incertidumbre en los que navegaba por aguas turbulentas entre la emoción de conocerte y el desconcierto por tenerte. Ahora, que el tiempo va asentando en tu persona el poso del tiempo me quedo muchas veces absorto en la profusión de sensaciones, sentimientos y emociones que eres capaz de transmitirme. Me gustan tus abrazos, tus risas, tus largas parrafadas, tus risas e incluso esa cara de “yo no fui” que siempre pones cuando haces algo. Y me siento feliz cuando te abrazo, porque consigues que me esfuerce en ser, al menos contigo, mejor persona cada día. Gracias.

CUADERNAS

En estos días en los que uno trata de llevar a buen puerto un proyecto, que no siempre es agradecido, se da cuenta de lo importante que es construir algo partiendo de unos buenos cimientos. La ilusión todo lo puede, es cierto, pero al cabo del tiempo y de darse de bruces con los sinsabores de la realidad; debe de buscar a su alrededor elementos, como las cuadernas de una nao, que mantengan firme lo que se está creando. Tienden, aquellos que disfrutan de lo que uno trata de construir, a ser egoístas y meros usufructuarios de algo dado y a lo que apenas dan importancia. Por ello contar con su participación más allá del disfrute no es algo real. Afortunadamente, al menos en mi caso, siempre aparecen esas personas que te dan su apoyo de un modo incondicional y que suman siempre, aun cuando las cosas no salen del todo bien. Son las verdaderas cuadernas, el casi siempre ignorado sostén de los navíos. El tiempo, siempre inexorable, suele situar a cada uno en el lugar exacto donde merece estar. Los más dentro de la nao, lo menos fuera; bien a la deriva, bien en otras naos. Por ello uno debe de centrarse siempre que pueda en aquellos que se convierten en entusiastas de la causa y dejar varados a quienes, como termitas, van carcomiendo aquello que está en construcción. De momento seguimos a flote…

miércoles, 4 de febrero de 2015

¿CÓMO SABRÁ TU PIEL?

No pocas veces en este tiempo me lo he preguntado. Unas veces coincidiendo contigo, otras pasando cerca de ti, las más sólo imaginándote. Y siempre la misma pregunta...¿cómo será el sabor de tu piel? He recorrido tus piernas con la suavidad de la seda, escondiendo mis manos en lo profundo de tu cuerpo buscando el parapeto del placer; ese húmedo lugar en el que a nadie le importa correr el riesgo de una gripe. Me he permitido recorrer los surcos de tu espalda en la búsqueda de la suave pendiente que me eleve a tus nalgas antes de precipitarme en el angosto pasadizo por el que deseo deslizarme... Sonrío si me veo imaginando tus pechos ondulantes frente a mí en una quimérica visión que sólo ocurre en mi mente y que me hace sostener la cara de párvulo que tú ignoras incluso cuando pasas a mi lado. Quisiera descubrir el sabor de tus labios, de la piel de tu cuello; poder apreciar el salobre sabor de tu vientre y afianzar mi descenso en tus caderas. Tu no sabes que yo te sueño y que deseo tu piel; aunque es posible que tan sólo seas el producto de mi imaginación y no pases de ser un anhelo más en la cuenta de este soñador empedernido. Ante la posibilidad de tu realidad o de que un día trasciendas a mis sueños ya sabes cuales son mis deseos. Si coinciden con los tuyos espero me permitas perderme en ti. Mientras seguiré pensando cómo sabrá tu piel...

DEL HIEL A LA UTÓPICA ILUSIÓN

Caminando por la vida uno se topa, con más frecuencia de lo esperado, con circunspectos seres que nos sumergen en tenebrosas sensaciones; son personas con miradas henchidas de hiel; seres cuyo único precepto en la vida pareciere ser el de llenar la vida de los demás de apocalípticas sensaciones. El universo gris de estas personas logra, con cierta facilidad, cercenar el camino a la utópica ilusión con el que uno amanece cada día para poder alejarse de una realidad, dura en demasía. Siempre he considerado que amanecer con una nube en los ojos tan sólo contribuye a nuestro acercamiento al abismo de la depresión. Los problemas, los nuestros y los de otros, siempre estarán presentes como un Mantra. Enfrentarlos supone, casi siempre, un agotador esfuerzo no carente de satisfacción. Mas es bueno, no sumergirse de inmediato en ellos; no digo que los soslayemos, sino que afiancemos la mirada en lontananza para poder imaginar una realidad mejor. Las ilusiones son, posiblemente, los mejores motores de la vida. Contribuyen al cambio. Nos acercan a una realidad, muchas veces ficticia, que traslada nuestro monótono día a día a un estatus superior. Claro que, no conviene quedarse colgado en lo ilusorio, ya que lo real termina por materializarse sí o sí y lo demás...quien sabe. Si debo de elegir un camino y mi elección se situase entre la quimérica ilusión y la, muchas veces, real desazón; situaría mis huestes en la senda de la utopía...

miércoles, 14 de enero de 2015

CAMINANDO ENTRE MUROS

Somos poco más que el resultado de nuestras vivencias; la suma constante de todas aquellas emociones que nos han llevado hacia un lugar u otro. Iniciamos el camino en la vida adulta en una suerte de gran explanada; un lugar del que partimos en busca de nuestro destino personal sin más guía que lo que la vida nos va situando alrededor. Así, con el tiempo vamos encauzándonos hacia senda, primero, que desembocará en el camino final que guíe nuestras vidas. A lo largo de esta senda nos salimos de cuando en cuando en busca de diferentes emociones y deseos. Saltamos vallas para poder experimentar los sentimientos que van acomodando experiencias en las estanterías de nuestra memoria. Con suerte, una vez hemos iniciado ya el camino marcado llegaremos a un lugar en el que nos estabilizaremos de un modo más o menos permanente; iremos haciendo nuestro ese lugar al que nos ha traído la vida y buscaremos ahí la felicidad. Sin embargo, casi nunca el camino es franco sino que está franqueado por obstáculos que nos obligan a tropezar y levantarnos con demasiada frecuencia. Cuando te das cuenta caminas entre altos muros que apenas te permiten ver que hay más allá. Tan sólo sabes que caminas sin lugar fijo al que llegar; pudiera ser que te hubieses adentrado en un laberinto sin saber, y sigues camino... De pronto, tras una etapa en la que parecen aparecer claros de forma casi imperceptible, el muro disminuye su tamaño hasta permitirte atisbar un enclave verde y soleado en el que, quizás, pudieses plantearte una realidad diferente. Dudas, pero más allá el muro vuelve a levantarse y vienes de un camino angosto. Así que decides darte una oportunidad y comienzas el arduo trabajo de la escalada. Las piedras no son estables, la humedad de los ojos ha permitido el afloramiento de un musgo tan hermoso como resbaladizo. Pero... ¡Qué tienes que perder! Y sigues... Una vez encaramado en el muro, retirado de los ojos el velo de los recuerdos pasados, miras más allá de lo que el natural y desconfiado paso corto te permite. Y ves que hay luz, que el claro se antoja ideal para asentarse mas el temor a volver a equivocarte te hace permanecer en la inestable atalaya y echar la vista abajo... al oscuro espacio entre muros del que acabas de trepar y entonces, y sólo entonces, decides que más vale saltar fuera del camino y arriesgarse a otro rasponazo en las rodillas del alma, que permanecer entre muros...

viernes, 2 de enero de 2015

¿QUE HAY DE AQUELLOS SENTIMIENTOS?

A menudo hablamos de los sentimientos con la seguridad de que sabemos de qué estamos hablando. Escuchamos los "te quiero" con una facilidad que, casi nunca va unida a un verdadero sentimiento. De un tiempo a esta parte me estoy dando cuenta de lo absurdo de la utilización de un "te quiero" cuando, en realidad, lo único que quieren es estar un rato contigo. No me considero el paradigma de cómo debe de quererse o de cómo deben de expresarse y demostrarse los sentimientos. Pero hoy día, algunas personas, frivolizan demasiado con ellos. No es sencillo llegar a querer a alguien; una cosa es tener cariño y afecto y otra diferente querer. Sin duda existe también diferencias entre enamorarse y amar mas cualquiera de ambas expresiones deberían llevar implícito un sentimiento profundo y real. No se puede decir, así a la ligera, "te quiero", porque uno corre el riesgo de arrastrar a la otra persona hacia un tobogán de emociones del qué, después, es complicado salir. Lo mismo ocurre con los odios. Uno escucha con demasiada frecuencia frases como: "te odio tanto..." cómo si el hecho de decirlo nos obligase a tener un sentimiento tan fuerte. Pues nadie debería de olvidar que para odiar, casi siempre, hay que haber amado antes. Y odiar lleva acarreado un peso para nuestra mochila de vida que uno debe de valorar si merece la pena cargar. Todos tenemos sentimientos, unos los manifiestan más y otros menos, pero nadie está carente de ellos. Y a todos nos duele cuando los nuestros no coinciden con los suyos. Y estaría bien ser capaz de ser coherentes, al menos durante más de una semana, con aquello que decimos sentir. Qué hay de aquellos sentimientos que se mostraban sin ambigüedades, qué hay de aquellos sentimientos que no estaban supeditados a un condicionante social, económico o familiar. Qué hay de la pureza de las emociones que nos embriagan y nos llenan de verdad. Me niego a creer que han desaparecido. Invitaría a todo el mundo a manifestarse tal y cómo se siente. A dejar abiertas las puertas para la salida y entrada de emociones. A no encerrarse en un ilusorio mundo seguro que, con más frecuencia de la debida, arrastra a uno a laberintos sin fácil salida. Sí, ya sé que superar el dolor no es algo que se haga fácilmente; pero sí se que jamás se sale de él si no somos capaces de experimentar nuestras emociones verdaderas, ya sea el llanto o la alegría. Lo contrario nos lleva al terreno de la indiferencia. Nunca llorar ha sido malo si con ello conseguimos extraer de nuestro interior la pena que nos atenaza; jamás reír ha sido contrario a la salud física o mental. ¿Y amar? ¿acaso es malo dejarse llevar por un sentimiento así? Yo creo que no, incluso cuando al final uno descubre que en lugar de oro había cartón.