LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

sábado, 8 de agosto de 2015

EL DIA EN QUE FUIMOS NIÑOS

Supongo que tienes que superar la barrera de los cuarenta para darte cuenta de que el tiempo pasado ya es lo suficientemente importante como para valorar con la distancia suficiente, aquellos años en los que fuimos niños. Uno observa hoy como los padres se han vuelto sobreprotectores, confundiendo (en mi opinión) muchas veces el riesgo con la paranoia. Son tiempos en los que se cría a los niños como figuras de porcelana que puedan romper con demasiada fragilidad. Y flaco favor se les hace. En los tiempos que yo recuerdo jugábamos, casi siempre, en ausencia de adultos que pudiesen perturbar el normal desarrollo emocional del niño. Uno podía hablar con sus amigos o jugar sin estar pendiente del ojo inquisidor de los padres que, con gesto adusto a menudo, vigilan cada movimiento. Nos criamos con ciertos valores que, casi nunca, nos enseñaban nuestros padres. Uno sabía que había que respetar a los mayores porque los que nos precedían lo hacían. Y ni te planteabas no hacerlo. Éramos cafres, nos pegábamos, subíamos a los árboles, jugábamos a baloncesto en una lata de pintura con rababas y… ninguno sufrió taras para el futuro… o quizás sí y no lo sabemos. Hoy todo en los parques está engomado, se protege la integridad física del niño de tal modo que crecerán pensando que el mundo que se les viene encima será igual de seguro. Y no lo es. El afán de proteger y “dar lo mejor” a nuestros hijos nos lleva a perder la perspectiva. Nos empuja a crearle un mundo irreal alrededor. Y un día tendrán que salir de ese mundo maravilloso y afrontar la realidad. ¿Tendrán armas y argumentos para ello? Tengo mis dudas. La socialización de los niños entre ellos es mucho más importante de lo que parece. Crecer sabiendo defenderse de los amigos es el mejor ejercicio que un niño puede hacer. La vida me ha enseñado que rara vez son desconocidos los que nos hacen daño. Es conveniente despertar el pensamiento crítico en los niños, que duden de todo aquello que los padres les damos como “nuestras verdades” pues quizás un día no sean las suyas. En mi infancia, en la que los problemas sociales estaban en boca de todos, era muy sencillo quedarse con retales de conciencia social. Jugabas en la misma calle en la que acontecían los problemas, los adultos (aun protegiéndonos a su modo) no dejaban de hablar de las verdades de la vida. Hoy, desgraciadamente, muchos niños se crían con la ausencia de referentes. Tienen padres, abuelos, tíos…pero ninguno son referentes porque van a lo suyo y para mantenerse así, crean en los niños esos nichos de irrealidad en la que viven. Somos seres sociales que precisamos de los demás para crecer interiormente. Ayudemos a los niños a jugar, a comunicarse, a descubrir la realidad… Abramos las puertas de su mente para que sueñen sin más temores que los que ellos vayan descubriendo. La realidad y los sueños necesitan un equilibrio. El dulce no tiene sentido sin lo salado

1 comentario:

  1. Tienes toda la razón del mundo y más. Estamos criando seres débiles, egoístas, que solo se miran el ombligo y creen que el mundo les debe algo. Menudos tortazos les esperan a la vuelta de la esquina

    ResponderEliminar

La opinión siempre es libre