Resulta evidente
que en los últimos tiempos se está acrecentando el radicalismo en nuestro país
y también en el mundo desarrollado. Las razones que subyacen suelen ser muy
diversas según la latitud en la que se lleve a cabo. Aunque siempre prevalezcan
las económicas disfrazadas de cualquier otra ocurrencia.
Los nacionalismos
siempre resultan excluyentes pues trazan finas líneas donde quieren para
distinguir “a los buenos de los malos”. El ser humano no suele aprender de la
historia reciente y acaba por cometer errores
parecidos a los cometidos antaño. Incluso las banderas de la libertad
esconden una verdad a medias.
En España el
concepto de nación está en entredicho desde siempre, ya que en realidad nunca
lo hemos sido de manera voluntaria. La tradición de reyezuelos que pululaban
por la península Ibérica fue sustituida poco a poco por caciques que gozan
manejando “su” territorio sin que nadie les diga cómo deben de hacerlo.
Y ahora que
vivimos en un macro Estado que se llama Europa la cosa se torna más complicada.
Es el momento perfecto para que los que perpetúan las diferencias enarbolen las
banderas del fanatismo.
Convendría recordar
a esos “patriotas” que no hace muchos años el mundo se fue a la mierda por un
montón de mentiras bien contadas y que se creyeron millones de personas. Imponer
el cocido gallego ( por poner un ejemplo y por maravilloso que sea), como
comida obligatoria en todo el país, lo mismo no resulta agradable para que se
lo coma un tinerfeño a 35 grados.
Los usos y
costumbre de una nación jamás serán los mismos en toda la extensión del país. Respetarlos
y aceptarlos como parte integral nos hace más fuertes.
Rusia y
Ucrania, por dejar de lado los manidos lazos amarillos, mantienen un conflicto
duro y armado desde hace tiempo por la península de Crimea. Qué si es Rusa sostienen
unos, que si es de Ucrania dicen otros…. Pero la única realidad es que Rusia
tiene sus orígenes en Ucrania con la formación del Rus de Kiev, origen del
primer imperio ruso. Así que están luchando por quien la tiene más grande, no
porque sean diferentes. Es mucho más lo que les une que aquello que pueda
separarles.
En nuestro
país más de lo mismo. Aunque lo que realmente subyace aquí y allí es la
calamitosa gestión pública de los recursos. Los políticos tienen a enarbolar
las banderas de la diferencia cuando no saben cómo hacer frente a los desmanes
que han cometido. Buscan hablar de las diferencias para desviar la atención.