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jueves, 18 de octubre de 2018

UN PROBLEMA DE TODOS


De un tiempo a esta parte se empiezan a destapar un sinfín de casos de abusos sexuales de todo tipo y en todos los órdenes de la vida. Ya no hablamos de las zonas oscuras de la sociedad, de lugares marginados que ocultan las ciudades tras pátinas de modernidad.
Estamos delante de un problema que siempre ha existido, que ha permanecido soterrado (y todavía sigue) en todas las sociedades patriarcales. Las mujeres, pilares fundamentales de cualquier sociedad, han vivido siempre al borde de la delgada línea que separa lo consentido de lo tolerado; lo tolerado de lo obligado… En sociedades como la nuestra, donde la falacia de la igualdad de género todavía tardará años en ser alcanzada, se ocultan innumerables casos de abuso sexual (generalmente de hombres a mujeres).
Aprovechándose de la situación de dominio empresarial, social, económico o simplemente  haciendo valer la vileza de su superioridad física; el hombre ha ejercido sobre la mujer una posición de abuso.
Se piden penas coercitivas para los abusadores; ya sea a través de penas de cárcel, endurecimiento de las sanciones económicas, campañas en televisión… pero sigue permaneciendo el problema entre nosotros. Entonces, ¿cómo poder solucionarlo? Sin duda a través de la educación, de un cambio en la moralidad vigente.  Las acciones moralmente deplorables ocurren con mayor frecuencia en sociedades en las que las personas buenas no hacen nada por evitarlas o miran para otro lado.
Es en las escuelas donde tenemos que empezar a cambiar el modelo social; a través de la educación tenemos que encontrar el modo de hacer ver a las generaciones venideras que la igualdad es mucho más que un eslogan pintado en un muro de cualquier ciudad. La igualdad se logra en el momento en que uno entiende que el espacio del otro es suyo; y qué puede decidir compartirlo con nosotros o no.
La segregación por sexos, que algunos llevan a cabo en según qué centros educativos, supone un alejamiento de la realidad que posteriormente tendrán que vivir esos alumnos. La diversidad humana es obvia y evidente. En un mundo globalizado la multiculturalidad supone un enriquecimiento tremendo si se consideran las diversas culturas como una suma del todo.
Siempre habrá gente que no sepa adaptarse a los nuevos tiempos, al nuevo país, a las nuevas costumbres… habrá que enseñarles.  La diversidad nunca debería de ser excluyente, todo lo contrario; la amalgama de nacionalidades que hoy cohabitan, por ejemplo en España, supondrán siempre un enriquecimiento a todos los niveles.
Educación y diálogo constante, no hay otro camino. Este es un problema de todos.

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