LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

jueves, 20 de febrero de 2014

PELOTAS DE GOMA FRENTE AL HORMIGUERO AFRICANO

En estos días se ha vivido en los territorios que nuestro país tiene en África un episodio más de sangrienta hipocresía, de los muchos que acontecen en el mundo día a día. Parece ser que nuestras fuerzas de orden público han disparado pelotas de goma contra la marabunta de inmigrantes que se lanzan como hormigas contra las vallas fronterizas, atreviéndose incluso con el mar, un medio donde (tradicionalmente) el hombre africano no se encuentra cómodo. Los medios de comunicación se mostraron “horrorizados” con el hecho, en uno de esos ejercicios de hipocresía desmedida que muestra la prensa sin ningún tipo de pudor. Si uno se para un instante en ver las nacionalidades de la mayoría de quienes intentan abordar las temidas cuchillas, descubrirá que sus procedencias (mayoritariamente) son de: Camerún, R.D. Congo, R. Congo, Costa de Marfil, Níger, Chad... lo que implica distancias abismales entre sus países de origen y las costas de nuestro país. ¿Por qué España? Que nadie se engañe aquí, no vienen con la intención de quedarse en nuestra piel de toro; buscan el lugar más fácil para acceder a Francia. La mayoría de los países de procedencia fueron colonias francesas hasta la década de los 60 del siglo XX. Alarma ver como vierten sus esperanzas de futuro en traspasar una valla que les llevará, en el mejor de los casos, a un centro de internamiento (más parecido a una cárcel que a un lugar de acogida) en el que perderán no sólo sus señas de identidad sino que adquirirán vicios que desconocían. Algunos pasarán hasta tres años sin más esperanza que ver el sol cada día. Para la opinión pública son personas, cuando lo son, que vienen a ocupar puestos de trabajo destinados a nosotros. Cómo si nosotros tolerásemos trabajar 20 horas al día por la comida y sin derecho a nada... Los políticos de la UE ven la actuación de las fuerzas de orden público echándose las manos a la cabeza. Alarmados por las 15 (desgraciadas) muertes. Yo iría un poco más allá. ¿Por qué esos mismos políticos no miran al interior de sus fronteras? ¿por qué no investigan a sus empresarios que invierten ingentes cantidades de dinero en sobornar a gobiernos corruptos en África con el único fin de aumentar la rentabilidad de sus empresas, aunque sea costa de represiones brutales para con la población autóctona? Si Europa se ocupase de ayudar a un continente que siempre ha expoliado vilmente, tal vez no necesitarían los africanos salir corriendo de sus naciones para ser parias en otros países. Vivimos en un sociedad hipócrita, una sociedad enferma de bienestar que adolece de los más mínimos valores de humanidad. Vivimos en una sociedad que, mayoritariamente, mira al otro lado del Estrecho de Gibraltar, como oteando una película clásica en blanco y negro....más negro que nunca...

LAS FUERZAS DE ORDEN PÚBLICO

La actuación de las Fuerzas de Orden Público están en entredicho por la desafortunada intervención que han tenido recientemente en Ceuta y Melilla. La sociedad española se ha alarmado por las 15 muertes de inmigrantes; Europa se lleva las manos a la cabeza... Hacía años que uno no presenciaba un ejercicio de demagogia de este calibre. Para sostener esta opinión me voy a remitir al origen de las Fuerzas de Orden Público, que no tienen otro que el de sostener en el poder a quienes viven acomodados y que ven amenazado su statu quo por aquello que, hartos de estar bajo el zapato de unos pocos, reclaman un poco de bienestar. La policía jamás ha estado para imponer el orden, su objetivo no es que impere la Ley. Las verdaderas atribuciones vienen de Leyes que protegen, sobre todo, al que está en la cima de la pirámide. Al igual que la justicia nunca será igual para todos, el trato discriminatorio de las fuerzas de orden público es evidente. Es cierto que cada día hay más personas cualificadas dentro de estos cuerpos, pero una gran mayoría tienden a observar a las personas que les rodean en base a presupuestos que les enseñan en sus diferentes centros de formación. Las clases acomodadas, en su momento, se inventaron la caridad para obtener bulas papales y así poder hacer lo que les diese la gana tanto moralmente cómo físicamente. Una vez la sociedad estamental desapareció con el auge de la sociedad industrial necesitaron otro medio de control que les permitiese mantenerse en la cima. Tal vez ya no provistos de ejércitos particulares pero si de una suerte de ejército conjunto que, básicamente les defendería a ellos. Pasaron los años, incluso los siglos y estas fuerzas de orden público se comportan exactamente igual que antes con aquellos que carecen de derechos. No parece probable que la Guardia Civil irrumpa en un campo de fútbol en cualquier ciudad española, para lanzar a los espectadores pelotas de goma de modo indiscriminado. Si algo ha caracterizado al cuerpo creado con el Conde Duque de Ahumada, no ha sido precisamente el hacer su labor con luz y taquígrafos. Siempre han preferido, como buen cuerpo paramilitar: la premeditación, la alevosía y la nocturnidad. ¿Hacen una buena labor social? Sin duda que si, pero ello no quita que se comporten de forma mezquina en otros instantes y que, ese comportamiento, no sólo sea condenable, sino que habría que terminar con él.

lunes, 10 de febrero de 2014

ILUSIÓN

Oteando el océano agitado por los fuertes vientos he sido consciente de lo fuerte que es el movimiento interior de los sentimientos. El amor no es más que un huracán desatado que desarbola cualquier fuerte que uno haya construido. Los temores que nos atenazan, cuando las experiencias pasadas nos marcan, pueden retener por un tiempo las envestidas del amor cuando azotan nuestro corazón. Sin embargo nada puede con él. Más tarde o mas temprano derriba nuestros muros y se hace hueco en nuestro corazón. La ilusión tiene la fuerza suficiente como para enviar a las mazmorras de nuestra conciencia el recuerdo de los actos fallidos de nuestra vida. Las decisiones erradas que un día tomamos no deberían ser óbice ni cortapisa a la hora de afrontar nuevas oportunidades. Mas no es fácil dejar en el suelo estas mochilas. Son como lapas que se sitúan en nuestra conciencia para hacer sonar el timbre cada vez que la imaginación vuela. Estoy ilusionado...así que es posible que dentro de poco el camino que deje a mi paso esté jalonado de mochilas que iré dejando...

EL PLACER DE LAS PEQUEÑAS COSAS

En este tiempo que me ha tocado vivir, me he preguntado muchas veces por qué razón parece que nuestro único objetivo es tener cosas. Muchas de ellas completamente inútiles al cabo de un tipo o, lo que es peor, para un uso residual en el día a día. Educamos a nuestros hijos en unos valores cuestionables a la par que llenamos su espacio de juegos de consolas, televisiones de plasma, ordenadores....que les alejan todavía más del placer de las pequeñas cosas. Mi generación ha vivido la transformación de una sociedad en la que lo poco era mucho, a una sociedad actual en la que el todo es poco más que nada. Recuerdo, cuando era un crío de la edad de mi hija, que jugar era un ejercicio casi siempre colectivo. Se trataba de quedar con los amigos y salir a jugar. No se trataba tanto de a qué se jugaba o con qué, sino de hacerlo y pasarlo bien. Con cuatro canicas, dos chapas o unas piedras hacíamos juegos más que suficientes como para pasar una buena tarde. No pasaba nada si alguna de aquellas carreras de circuitos de chapas terminaban en alguna disputa física. Llegar a casa con algún arañazo no implicaba que nuestra madre fuese a poner una denuncia en comisaría por violencia. Todo lo más te daban un bofetón por haber roto el pantalón en la riña. No quiero decir que aquella sociedad fuese mejor que la actual, lo que sí tengo claro es que satisfacer a un niño entonces era, literalmente, más sencillo que hoy. Mi hija ha tenido más juguetes de los que ha podido usar. Las novedades dejan de serlo al cabo de dos días. En mi niñez muchos juguetes, por no decir la gran mayoría, eran heredados. Formaban parte del universo común de una casa durante años. Los pequeños anhelaban ser grandes para poder usar aquello que sus hermanos tenían. Esto no es planteable ya en una sociedad como la nuestra (es cierto que hay muchas familias con carencias, si bien muchas de las carencias de hoy eran moneda común antes). En occidente el papel de las personas mayores está quedando en un segundo plano, (excepto en tiempos de crisis como el actual donde son “de pronto” muy apreciados de nuevo), y es una pena, porque de muchos de esos mayores mi generación aprendió juegos que nos sirvieron para, con las modificaciones oportunas, disfrutar de muchas tardes al sol. La postal de cualquier terraza de verano sería más o menos esta: cuatro amigos sentados en una mesa, con refrescos y hablando sin mirarse. Cada uno pendiente de su teléfono. Alguna vez he visto como alguno abandonaba la mesa sin que los otros tres se percatasen de ello. Quedarse absorto ante la pantalla de nuestro teléfono es una muestra evidente de la pérdida de autonomía personal. No somos nadie sin nuestro “nuevo” órgano. Contemplar un atardecer con los amigos sentados en una piedra mientras la conversación fluye ha dejado de ser parte de la realidad cotidiana. Soy un usuario de las nuevas tecnologías, las cuales me parecen esenciales en un mundo como el actual. Sin embargo también soy un firme defensor de las tertulias en las que el debate cara a cara es una constante. Tal vez porque me gusta mirar a los ojos y ver a través de ellos. Para muchos jóvenes de hoy este es un ejercicio casi imposible. Sostener la mirada más allá de la pantalla no les resulta sencillo. Están acostumbrados a decir lo que quieren parapetados tras una pantalla o un teclado. En el cara a cara, donde uno debe enarbolar la bandera de la coherencia, les resulta más complicado. Acaso deberían probar a dejar sus teléfonos en casa una semana y marcharse juntos a disfrutar de la amistad. Tal vez así descubrirían el placer de las pequeñas cosas...

SALUD, DINERO Y AMOR

Camino por la vida albergando la esperanza de toparme con una felicidad que, hasta ahora, se me resiste. Si acaso por mi habilidad natural de coger la senda equivocada. No tengo todavía claro qué es la felicidad o en qué consiste. Pero sí conozco la desazón y el dolor. Así que entiendo que sentir lo contrario debería significar situarse lo más próximo posible a la felicidad. Los sueños que se crean cada día en mi imaginación dibujan una realidad donde lo bucólico se convierte en una realidad tangible; la percepción de lo que sueño puede llegar a ser tan real que me he planteado la existencia de un universo paralelo. Si la vida es sueño y los sueños son, de común, tan gratificantes...¿por qué la bofetada del despertar es tan fuerte? Quiero creer que se trata de un modo, nada edificante, de educación para la vida. Solemos aprender, desde pequeños, que lo importante en la vida son la salud, el dinero y el amor. La salud la valoramos cuando no la tenemos, descubrimos en ese instante los errores que pudimos haber cometido al no cuidarnos. El dinero difícilmente será el eje que me mueva. Todo lo más el no tenerlo, que infiere en nosotros las habilidades necesarias para su mínima obtención. En cuanto al amor...el amor es lo que mueve el mundo. Y cómo parte del mundo me mueve a mi. Descubrí hace años que para disfrutar el amor hacen falta tres cosas: dejarse llevar por los sentimientos propios, aceptar los de quien nos quiere tal como son y vivir ese amor de la manera más intensa posible. Si se termina, porque se termina, lo difícil es hacerlo sin secuelas. En todo caso si debo de elegir entre: salud, dinero y amor. No tengo duda alguna, elijo el amor. Con esta elección es posible que se me termine el dinero y acabe con mi salud, más prefiero eso a vivir sobre colchones de dinero y pleno de salud..pero sólo y sin amor. Tengo el presentimiento de que en lo que me queda de vida no será mucho el dinero que me sobre; tengo la certeza de que mi salud influirá en el devenir de los años que se avecinan. En cuanto al amor...no tengo certezas pero quiero aventurarme en esa senda...