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jueves, 22 de febrero de 2018

Los nuevos del Underground

Los nuevos habitantes del Underground. 
Crecí en una época marcada por el surgimiento de la Movida, ese fenómeno social mecido en brazos de una novel democracia y que quiso romper con un pasado en blanco y negro para teñir de color la vida de la nueva juventud. Fueron años de desenfreno para muchos jóvenes que buscaban su lugar en el mundo; se encontrase en el lugar que fuese.
Muchos buscaron ser los Reyes del Underground y acabaron sus días saltando de canuto en ácido; de ahí al pico y posteriormente, bastantes, una tienda de campaña en cualquier desolado descampado. 
Entonces la juventud buscaba dejar atrás los corsés de una sociedad que había vivido demasiados años en el lado gris de Europa.
De aquellos años y de la década posterior somos los padres del hoy. Los mismos que, a poco que los asomemos al balcón de la vida de nuestros hijos, podremos ver con éstos buscan su particicular reinado del Underground actual. 
La perspectiva de estudiar y formarse no es aliciente suficiente. La perspectiva de ser dependiente de una hamburguesería con dos máster no puede generar entusiasmo. Apenas tienen nada por lo que luchar pues, casi todo, les viene dado. Crecen creyendo que el mundo es la Red y que no existe otra realidad que aquella que cuelgan hora si y hora también en la redes sociales. 
Personalmente no me parece nada enternecedor ver sus fotos,con los ojos como besugos y las pupilas como la noche, con quince años y a las seis de la tarde colgadas en Instagram y otra red cualquiera.
La juventud languidece sin ser consciente de que están abandonando la persecución de sus sueños por la espera cómoda de lo que depare el día mañana. 
La educación, no la formación, sino la educación y las buenas maneras se están convirtiendo en un rara Avis, en una suerte de teléfono de rueda que apenas saben utilizar. No se escuchan, no se miran, se hablan con el teclado. Uno escribe sobre el amor y el otro responde que hace sol. 
Ahora que los iluminados de la política se afanan en pretender que estudien en tres idiomas, uno se pregunta si no sería bueno que utilizasen uno correctamente; al menos uno. 
Quizás me esté haciendo demasiado mayor y vea con una precaución exagerada la apatía de nuestros jóvenes y su descenso al peligroso laberinto del Underground. O tal vez sea la experiencia de haber visto sucumbir a no pocos después de pronunciar la mítica:"tranqui, yo controlo".

Estoy seguro de que todos queremos lo mejor para nuestros hijos pero...Hacemos realmente lo suficiente? Podemos hacer más? Yo creo que sí.