LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL LUGAR DESDE EL QUE MIRAMOS

Todos tenemos una opinión sobre las cosas que suceden a nuestro alrededor; opinamos según nuestro subjetivo punto de vista con demasiada facilidad. Casi siempre conviene una observación pausada de las cosas, una revisión de los hechos y, sólo después, emitir una opinión fundada pero… Hace muchos siglos Adriano declaró a Palmira “ciudad libre”, lo que era un avance significativo en los tiempos en los que la libertad era poco más que una quimera para el 90% de la población. Siglos más tarde un grupo terrorista decapita a seres humanos en el teatro de sus ruinas. ¿Una regresión al pasado? Al pueblo Kurdo no le hace ninguna gracia que sus tierras, aquellas en las que han vivido durante siglos, se las repartan diversas naciones sin tener en cuenta ni sus necesidades, ni sus derechos. Son la etnia más grande del mundo sin patria. ¿A quién le importa aquí? Durante décadas, se ha enmascarado el conflicto palestino – israelí como una lucha territorial entre un pueblo ocupado y otro que cree suyo el que nunca poseyó. Cualquiera que se detenga a revisar la historia del conflicto caerá en la cuenta de que se trata de una guerra por el agua. Que Israel ha trazado una frontera con dientes de sierra tratando de alcanzar los acuíferos existentes en la zona pero… ¿Quien detenta el poder económico sobre los medios que informan sobre el terreno? En Francia este año, en España en 2004, en USA en 2001 y en otros muchos lugares de occidente hemos visto como han atacado nuestro modo de vida. El acervo social que nos hace diferentes a los demás se ha edificado sobre demasiada hipocresía y mentira. Hace siglos dirimíamos nuestras disputas en África, saqueándola hasta dejarla casi yerma. Pululábamos por Oriente tratando de imponer un estilo de vida que aquellos pueblos no conocían y apenas entendían. ¿A quién le importaba si todo estaba lejos? La visión del mundo siempre dependerá del lugar donde uno se encuentre observando. Para los europeos la masacre de París es horrenda y merece toda reprobación posible. Para los kurdos, palestinos, afganos, camboyanos…. Apenas sería una reseña en sus periódicos. Una prensa que apenas encuentra hueco para otros temas que no sean la muerte y la destrucción. En esos lugares miran la televisión con el filtro de la desesperanza y el velo de la muerte. Han aprendido a vivir con el último suspiro tras cada paso. ¿Quién les ha enseñado a vivir así? Nosotros, los occidentales. Los que votamos a nuestros gobiernos para que hagan barbaridades lejos de nuestras fronteras. Y no los juzgamos porque muchos de esos actos bárbaros son los que, a la postre, garantizan nuestro “estado de bienestar”. Los terroristas que llegan desde aquellas latitudes, incluso los conversos, nos acercan a nuestros telediarios una pequeña representación del espectáculo que preside su vida. Y es obvio que es una animalada. Nada puede justificar las matanzas de Paris, Atocha, Nueva York. Mas se me antoja difícil justificar los “daños colaterales” que tan a menudo destruyen hospitales, campamentos de refugiados, pozos de agua…. Quizás, algún día, todos seamos capaces de ver al otro sin la hipocresía del que se cree superior por alguna razón que se escapa al más elemental sentido común. Mientras ese milagro social no se produzca seguiremos dándonos golpes de pecho al reclamar lo nuestro como lo más importante.

1 comentario:

  1. Podríamos remontarnos a la Guerra del Opio en China, a la colonización y la posterior y fatal descolonización. Incluso a la película "55 días en Pekín". Quién tenía razón; los occidentales agredidos o la emperatriz Tzu Hsi, que desesperada acudió a los Boxers ( que no perros)? Difícil de dirimir este conflicto, y todos. No hay nadie que tenga la razón absoluta. Pero o nos aislamos y cada uno vivimos en nuestro mundo o luchamos por entendernos. Nunca con las armas, la sangre ni el terror. Yo no quiero un mundo en donde por ser mujer y llevar minifalda o escote me tachen de puta y cuatro iluminados se crean con derecho a manosearme o incluso a violarme o matarme. Tampoco quiero que se lapide a las adúlteras ni a los homosexuales. Quiero vivir mi vida, que me respeten, no tener miedo de salir a la calle, y por supuesto, respetar a los demás. Francamente, me importa un pepino a quien le rece cada cual. Aunque mucho me temo que esto no es cuestión de rezos, sino de pasta y petróleo, e intereses. Como siempre.

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