LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

jueves, 30 de mayo de 2013

ELLA

Hace ya más de nueve años que descubrí cómo un instante puede cambiarte la vida; sentí de una manera abrupta cómo la ternura se instalaba en mi carácter, en mi vida, en mi todo. Ella lo cambió todo. Conocerla no sólo me hizo ser mejor persona desde entonces, sino que removió los cimientos de mi personalidad hasta adaptarla a lo que mejor le convenía. Nada más gratificante, por otro lado. Desde entonces la observo cada día, descubro nuevos matices que me hacen aprender de la vida mucho más que mirando en el espejo al conocido que repite siempre lo que yo hago. En sus facciones descubro que cada día soy un poco más mayor; de su ternura me llevo un corazón henchido cada vez que estoy con ella. La personalidad es algo que se labra con el tiempo, una suerte de sendero minúsculo al principio que se va ampliando hasta convertirse en una amplia autopista. Su personalidad, la de ella, se está forjando a pasos agigantados; va dejando los miedos atrás a medida que descubre que el mundo es mucho más sencillo de lo que creemos, cuando lo miramos desde la óptica que nos da seguridad. Ella representa, sin duda, lo mejor que me ha pasado en la vida. No hay nada comparable. Cada instante con ella no volverá a repetirse del mismo modo, lo que supone un aprendizaje mutuo constante. Crecer supone avanzar, y cuando se avanza de manera continua el presente pronto es pasado; y este sólo puede ser recordado. La ausencia de manual de instrucciones hace que casi todos nosotros cuando somos padres nos encontremos ante las situaciones más dispares con la sensación de no haber estudiado para el examen. Con ella siempre fue fácil, incluso cuando lo incompresible de un llanto lo analiza uno hasta el paroxismo. Ella siempre será, yo espero serlo.

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