LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 23 de mayo de 2016

INCRUSTADO ENTRE TUS PIERNAS

Esta noche me has agarrado de la mano y hemos comenzado a caminar. Te miraba de soslayo, por temor a mirarte de frente y despertar; no he pensado ni un momento hacia dónde me llevabas, sabía que quería ir. Recuerdo aquella playa en la que me enseñaste la que pusimos nombre a las estrellas; una arena tamizada por los colores de la noche en la que pude descubrir tu piel mientras escuchaba la acompasada música de las olas golpeando nuestros pies. No recuerdo cuándo, ni siquiera cómo, pero me desperté incrustado entre tus piernas; sintiendo tus manos alrededor de mi cuerpo; notando el latir de tu corazón; respirando el mismo aire que tú, perdido en tu mirada. Me desperté muy temprano, apenas despuntaba el alba, pero ya te habías ido. Me pareció escuchar el aleteo de un colibrí en la ventana y quise verlo…pero ya no estaba. Y me desplomé sobre mi cama, rememorando el vaivén de tus caderas mientras estaba incrustado entre tus piernas.

LA DECISIÓN

La toma de decisiones siempre es compleja pues en ella lleva implícito algo que nos afecta a nosotros mismos. Decidir lleva aparejado, casi siempre, dejar algo de lado; emprender un nuevo camino; blanco o negro; frío o calor; amor o desamor… Y suele suceder qué, una vez tomada una decisión, aparecen en nuestro horizonte personas opinando sobre aquello que hemos tomado en consideración. El ser humano tiende a creer que su punto de vista es el correcto y por ello busca influir en las decisiones de los demás tratando de modificar las cosas. En la decisión siembre se nos genera una duda razonable y alguna que no lo es tanto. Sin embargo atendemos a ambas hasta el punto de crearnos dudas. ¿Por qué? Pues porque la responsabilidad siempre ha necesitado de una importante personalidad que la sostenga. Cambiar o modificar el camino que un día decidimos andar no es para pusilánimes. No hablo de las decisiones mundanas, de las que tomamos cada día pues esas, aunque sea uno un cirujano y opere a vida o muerte a un paciente, figuran o entran dentro de nuestro normal devenir. Las decisiones importantes son las que atañen siempre a nuestra vida privada. Las que van a suponer un antes y un después. El temor a equivocarse es tan humano como el deseo de llevar a cabo la propia decisión. Es el peso que ese temor tenga el que demora el giro a la vida. Y sí, hay personas que jamás pasan del temor y se quedan atrapadas en un bucle agónico; y pasan su vida entre el deseo de ser y la incapacidad mental de avanzar. También hay quien se refugia en los condicionantes externos; ven obras en la calle y por ello dicen que no se puede avanzar…cuando lo único que hay que hacer es ir con cuidado. Es cierto que los condicionantes económicos nos pueden llevar a vivir situaciones de Camarote de los hermanos Max. Y también que no todo el mundo tiene la gallardía de saltar de su vida sin tener claro dónde va a caer. Y seguro que quien lo hace no es mejor que quien se queda. La diferencia, a mi modo de ver, está en cómo afronta uno la vida después de verse en la encrucijada. Si has tomado la decisión vivirás la vida que tú has elegido. Aciertes o no. Mientras que si decides quedarte atrapado esperando vivirás la vida de los otros, la que las personas o la situación te permitan. Y estaría bien que siendo así uno no vaya lamentándose de su situación por las esquinas. Todos tenemos la capacidad de decidir. Decidir no es más que ser dueños de nuestros actos.