Como cada nueva legislatura se suceden en todos los ayuntamientos de nuestra geografía esperpentos propios de películas de serie B, que tendrían gracia si no fuese algo que incidirá en la vida de quienes participamos en un proceso electoral esperando que quienes son elegidos representen aquello para lo que se les ha votado.
Acudimos a las urnas ejerciendo nuestro derecho a elegir y nos topamos con la apropiación y el uso fraudulento que unos sinvergüenzas que se ríen de todos nosotros, protagonizando sonados casos de transfuguismo, pactos contra natura, etc.
La catadura moral de nuestros políticos está dónde está por méritos de ellos y, sobre todo, por deméritos de una sociedad que se ha acostumbrado en demasía a la corrupción.
A los indignados los alejan con la mediación de las fuerzas de orden público que, curiosamente, ahora que han pasado los comicios, hacen su aparición. Se creen esta panda de aprovechados que las actuales revueltas sociales se van a quedar en un bluf; por ello, ahora más que nunca, es necesario apoyar a quienes manifiestan su descontento con quien no los representa y actuar con solidaridad ante el abuso del uso de las fuerzas del orden.
Ya que la sociedad ha sido capaz de dar un paso al frente y oponerse bueno sería aprovechar la inercia y exigir un cambio en el patrón actual. Un patrón al que generaciones más antiguas están ya demasiado acostumbrados.
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