LUGARES PARA SOÑAR

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domingo, 4 de agosto de 2013

MIRAS ESTRECHAS

Vivimos tiempos duros para la economía, momentos en los que nos achuchan por todos lados con noticias malas, con augurios peores y con perspectivas de futuro negras o muy oscuras. A nuestro lado muchos son los que viven atemorizados por todas la noticias que salen y que, aun no parándose a averiguar su certeza, te martirizan con comentarios cada cual más negativo. Son personas con miras estrechas, seres cuya capacidad de perspectiva se ve cercenada por la falta de espíritu, por la negativa a creer. En lo personal tenemos siempre cerca a quienes se afligen ante la mera posibilidad de cambiar su estatus actual. Los cambios de situación personal los atribulan hasta el punto de hacerlos perennes de situaciones que, a todas luces, necesitan cambiar. Así hay multitud de parejas que duermen hace años de espalda uno al otro y en realidades diferentes; pero que son incapaces de ver más allá de esas miras estrechas por las que otean su mundo. Los cambios no son nunca fáciles, pero casi siempre son necesarios. Las personas con miras estrechas no son sólo incapaces de ver más allá, sino que son peligrosas para los que queremos mirar siempre al horizonte; aun cuando ese horizonte no sea más que una nebulosa. Quizás los soñadores nos situemos en el otro extremo de la balanza, tal vez seamos demasiado osados y nos aventuramos por senderos que nunca sabemos si terminarán bien o de manera abrupta. En todo caso prefiero a alguien que arriesgue por aquello que considera necesario que a otro que es incapaz de ver más allá de los primeros pasos delante suyo. Otra cosa son los que viendo que hay un horizonte, no encuentran el modo de avanzar; personas que necesitan un empujón para saltar. Esas personas no tienen miras estrechas, sino que no alcanzan a apartar de su perspectiva los fantasmas del fracaso. La valentía no garantiza en absoluto el éxito; las más de las veces suele alcanzar un éxito relativo en lo que busca. Pero en el intento, en la ilusión por conseguir lo que quieres, te sientes vivo, te sientes con fuerza y ganas de vivir. Los que se esconden tras las columnas y se niegan siquiera a intentarlo, sobre todo porque no lo ven; acostumbran a terminar sus días tal vez de forma más cómoda, pero desde luego sin haber vivido. Desde mi punto de vista, que seguramente será equivocado para muchos, hay dos maneras de vivir: la primera es como nos enseñaba el catolicismo más añejo, esto es, “temeroso de Dios”; viviendo tal y cómo se supone que deben vivir. La segunda es buscando la felicidad donde quiera que uno la encuentre. Da igual si uno termina pescando salmón en Yibuti, lo importante es que al tirar el anzuelo sonrías por haber logrado el hito de sentarte en la orilla de ese río a pescar. Los estrechos de miras jamás lograrán encontrar, siquiera en un mapa, el país...

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