LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 18 de agosto de 2014

MI SHANGRI-LA

Todos imaginamos un lugar en el que somos enteramente felices; un lugar en el que las reglas las ponemos nosotros y las saltamos cuando nos viene en gana. A ese lugar acudimos cuando los sueños pesados dejan paso a la ligereza de una imaginación, casi siempre desbordante. Cada uno albergamos en nuestro interior un Shangri-la particular; para muchos no es más que un lugar donde comer tres veces al día, para otros incluso con uno ya sería posible alcanzar ese utópico lugar en el Himalaya. En mi caso, como amante de la naturaleza que soy, siempre me he imaginado viviendo en un paraje natural, alejado de la civilización lo justo como para tener también lo necesario cerca. Qué me guste la naturaleza no me aleja de las necesidades, tal vez ficticias, que uno tiene cada día. Un lugar idílico sería vivir en los Valles Pasiegos, esa sucesión de hondonadas verdes con casas típicas que parecen, en la distancia, cuadros pintados por el mejor de los realistas. El viento golpeando mi cara, moviendo la hierva con esa forma ondulante, hasta sensual que la naturaleza tiene para representar la belleza. Tal vez encontraría también el paraíso recorriendo la Pampa argentina, esa interminable sucesión de paisajes casi deshabitados en los que la ganadería campa a sus anchas. Quizás mi paraíso se hallase en los Cárpatos, esas abruptas montañas rumanas tan llenas de leyenda y pasión... Algún día encontraré mi Shangri-la; es posible que no sea siquiera un lugar físico donde ir. Casi con total seguridad me tope con él en la nebulosa de los sueños, allí dónde uno decide cómo y por qué...

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