LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

martes, 30 de septiembre de 2014

DESDE LAS PROFUNDIDADES

Desde las cumbres uno puede otear los maravillosos paisajes que le rodean, o incluso sacar la cabeza de la nube tóxica en la que ha vivido. Sin embargo, cuado uno toca fondo, cuando observa el mundo desde las profundidades, es cuando aprende lo que es la vida. Depresión, esta es una palabra maldita que nadie quiere para sí. Una palabra demasiado manida en la que no pocos se apoyan para atrincherarse ante situaciones que, en modo alguno, se acercan a ese estado mental y físico que te destroza desde dentro. Las profundidades de nuestra mente son tan ricas en recuerdos y sensaciones como intrincadas y difíciles de descifrar. He pensado, desde hace muchos años, que nuestra memoria está no sólo para recordarnos las cosas del pasado o lo más reciente; sino qué, en ocasiones, abre sus puertas para enseñarnos un angosto laberinto del que casi siempre es muy difícil salir. En las profundidades hay poca luz, caminas a tientas, encontrando asideros fuertes en la misma medida que falsos agarres que hacen que uno se desplome. No basca con querer abrir las ventanas para que entre la claridad, pues hay que toparse con ellas, descubrir los senderos que nos hagan ascender y poder emerger. De cuando en cuando uno acierta a dar bocanadas de aire; puede permitirse el lujo de aparentar estar en la superficie aun cuando lo cierto es que apenas puedes mantenerte a flote. Y qué pasa con los demás; qué sucede con quienes no dejan de gritarte que sonrías y salgas, que respires y vivas... No pasa nada, tan sólo se trata de personas ciegas a la realidad que tu vives. Incluso para aquellos que han salido de las profundidades no resulta sencillo indicar a los demás cómo hacerlo. Cada vida tiene su estilo, cada persona su propia historia, cada historia sus protagonistas. Incluso siendo los mismos en apariencia, es el orden en cómo aparecen lo que les hace totalmente diferentes. He conocido a personas cuyo perfil determinaba de antemano una terrible agonía interna; su expresividad no dejaba lugar a dudas, los llantos, las quejas, la apatía... con sólo mirarlas uno se daba cuenta de que esa persona vivía en las profundidades. También he descubierto el otro lado, el de quienes viven en las profundidades aparentando estar en el Everest. Y esos lo tienen más difícil pues nadie percibe en ellos estigma alguno. Entonces, cómo sabe uno que vive allí. La búsqueda constante, la necesidad imperiosa de no estar ocioso; el deseo de hacer; las "ganas" de vivir.... cualquier cosa con tal de no tener tiempo como para pensar en ellos mismos. Y, ante la angustia de un encuentro consigo mismo, aparece la angustia por encontrar algo en qué pensar, qué hacer... Desde las profundidades también se pueden sacar lecturas positivas; pues si uno logra salir de ellas se convierte en alguien más fuerte, incluso tal vez más frío. La objetivización de todo lo que sucede partiendo de ese supuesto hace que perciban la vida desde una óptica diferente (que no mejor). Lo más hondo del ser humano suele estar lleno de buenas o malas cosas. Pues en el fondo uno o es bueno, o es malo, a pesar de que esta sea una forma maniquea de ver las cosas...Desde las profundidades...

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