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martes, 2 de febrero de 2016

10.000 MANERAS DE MORIRSE DE VERGÜENZA

Hay noticias que por su calado deberían hacernos reflexionar pero qué, por su frecuencia casi pasan desapercibidas. Sin embargo algunas son tan dramáticas y nauseabundas que deberían invitarnos a un ejercicio profundo de madurez humana e intelectual. Hace dos días salta la noticia de qué, en el actual éxodo que se está produciendo desde Siria e Irak, han desaparecido 10.000 menores!!! Y a nadie parece importarle nada. Una mirada somera sobre el asunto ya debería de alarmarnos mucho más que cualquier cambio de gobierno que tan sólo dilucirá quien nos va a robar en los próximos años. En los años 90 del pasado siglo asistimos impasibles al Genocidio de Ruanda en el que murieron 800.000 personas. Y sólo fuimos en su ayuda cuando el olor a putrefacción era tan intenso que llegó a Europa, era 1994. Un año después, en Srebrenica (esto ya nos pilló más cerca) murieron 8000 personas por el simple hecho de haber nacido en una determinada comunidad. Podemos dar una vuelta por el globo y descubrir con horror los múltiples éxodos que los diferentes pueblos perseguidos llevan a cabo. Y si miramos en profundidad, comprenderemos que muchos aquí, sacan partido de ello. Que las desapariciones de 10.000 niños son una barbaridad que la Comunidad Internacional soslaya por un solo hecho cierto: “no son de los nuestros”, que diría el belga. Como ciudadanos no podemos ir a los países de procedencia y ayudarles; pero si podemos obligar a nuestros gobiernos a que ayuden. ¿Cómo? No es fácil, pero hay un hecho cierto: Aquellos países que han sido invadidos por occidente, o que han sufrido golpes de Estado promovidos por nosotros...están mucho peor, humanitariamente hablando, que antes. Es un dato objetivo. Los menores siempre han sido un objetivo fácil y un colectivo muy difícil de defender. Razones hay muchas. Por un lado difícilmente tendrán la oportunidad de levantar la voz ante “los mayores”; por otro lado siempre han sido invisibles para los ojos occidentales, incapaces de aceptar que el maltrato y explotación infantil son realidades. Tal vez habría que buscar tras la moralina de las diferentes religiones el encubrimiento de ciertas barbaridades. Concluiría con una reflexión: De este movimiento de personas por el mundo sin más control que el de cerrar fronteras, surgirá un problema inmenso y donde habrá un caldo de cultivo tremendo para futuros problemas de terrorismo… los guetos.

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