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martes, 21 de marzo de 2017

LA UTOPÍA DEL DIÁLOGO

A la Sociedad Española siempre se ha caracterizado por la autoridad sobre el otro, en lugar de por la capacidad de diálogo. En un tiempo en el que el mundo no tiene otro modo de avanzar que por medio del diálogo continuo a nosotros, los españoles, parece que nos viene grande el sentarnos y debatir ideas hasta obtener lugares comunes sobre los que edificar el futuro.
Lo queramos o no el mundo no deja de cambiar, las sociedades (también la nuestra) sufren mutaciones constantes  que les sitúan en disyuntivas muy diversas. Se trata, muchas veces, de un ejercicio de aceptación; algo a lo que en nuestra tierra no estamos acostumbrados.
Sobre el tema de ETA existen muchos puntos de vista que hacen que parezca imposible llegar a ningún tipo de acuerdo por más que los observadores internacionales digan que el momento es propicio. Está el punto de vista de las familias de los asesinados, que han sufrido el dolor de la pérdida absurda… Está el punto de vista de los extorsionados durante tantos años, que pagaron con su dinero, su salud o su vida… Está el punto de vista de quien se encontró de pronto con un hijo, hermano o amigo en la “lucha armada” y de los que muchos se hicieron acólitos a la fuerza… Están los que han sido detenidos, interrogados, a veces maltratados, por el simple hecho de ser familia, amigos o conocidos… Está el punto de vista de cada uno de los españoles que hemos vivido esta época desde la cercanía o la distancia, todos opinadores… Y está el punto de vista de los políticos, aquellos que deben de hacer esfuerzos denodados por llegar a una Paz duradera y que, sin embargo, se enrocan en posturas trasnochadas en el tiempo. No ejercen en la suma, sino en la resta. Pareciese como si oscuros intereses les bloqueasen la puerta por la que abandonar dichas posturas y buscar el entendimiento. Sin duda es un tema complejo y duro. Es bueno que se sepa todo: cualquier por qué, todos los cómo y mucho más… Y, a la vez tiene que existir voluntad de aceptar que lo pasado ya no se puede cambiar, el presente es ahora mismo y el futuro debemos de dejárselo de la mejor manera a las generaciones venideras.
El Derecho a Decidir es algo que siempre ha dado miedo a la clase dirigente. La mera posibilidad de que se mueva el Statu Quo de quien detenta el poder, le abre las carnes. Por esa razón se agarran a cualquier interpretación de la Ley para no avanzar. Existe un  miedo atroz a plantear un Referéndum en el que un pueblo u otro puedan decidir sobre sí mismo. Cuando la realidad dice que si lo hubiesen permitido desde el principio ninguna región de España habría votado SI, ninguna. El mestizaje en esta tierra es de tal magnitud que, a la hora de la verdad, todos somos de todos lados. Se trata de un diálogo de máximos para llegar a acuerdos de mínimos. Todos quieren más parte del pastel, más autonomía…nada más. 50 estados forman la nación más potente de la Tierra. Cada uno con sus Leyes, sus fronteras, sus policías… nadie tiene dudas sobre el lugar de dónde es; y tampoco del país al que defenderían con la vida.
Nos cuesta dialogar para solucionar lo nuestro; aunque tenemos miles de ideas sobre cómo actuar en casa de los demás. Permitimos que nos roben en la cara; que nos usen para salvar los proyectos de unos pocos; somos un país fantástico con recursos que ya quisieran otras naciones y, sin embargo nos pasamos la vida discutiendo sobre quien la tiene más grande mientras otros se la llevan del brazo.

Todas las mañanas me pregunto ¿hasta qué punto estamos dispuestos a dejarnos manejar por una minoría (política) que no sólo es incapaz sino que, además, vive en connivencia con quien nos roba los recursos y usurpa nuestra capacidad de decidir?

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