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domingo, 15 de octubre de 2017

Empujando la puerta equivocada

Empujando la puerta equivocada.

La vida, la existencia de las personas, transcurre en un constante trasiego de traspasar puertas. Avanzamos en la vida cambiando nuestra manera de ser, buscando una adaptabilidad a las diferentes situaciones que se nos presentan, con más o menos acierto.
A lo largo de nuestra formación profesional y humana es fácil dejarnos los dedos en alguna puerta. La idea clara de un día se transforma en un nubarrón al día siguiente y nos vemos incapaces de proseguir; así que, o bien retrocedemos o bien nos aventuramos a cruzar otro umbral...
Es en el terreno sentimental en el que nos ocurren las más variopintas situaciones. Hay personas que tras abrir una puerta se quedan en la estancia el resto de sus vidas, muchos felices y otros simplemente viven una adaptación perenne y si chispa. Los hay que van de una estancia a otra sin ni siquiera reparar en la corriente de aire que eso ocasiona, y uno aprende de mayor que las corrientes son malas para el cuerpo.
Sucede, también, que podemos pasarnos la vida empujando una puerta que sólo se abre hacia dentro. Son esas las más importantes, las que nos enseñan de verdad cómo somos. Tener la paciencia de tirar en lugar de empujar obliga a una mirada instrospectiva en la que no siempre es fácil reconocerse.
Mirarse al espejo con ojos de análisis personal puede llevarnos a vernos como un ser incompleto. El reflejo no muestra lo que creemos ser sino aquello que somos. No resulta sencillo verse las imperfecciones.
La vida que he vivido hasta ahora ha sido un compendio de puertas y ventanas que me han llevado a muchos caminos de difícil retorno , de esos de los que uno regresa lleno de laceraciones. De otros he vuelto con la piel tersa y el recuerdo perenne y fresco.
Creo firmemente en la aseveración que dice "cuando una puerta se cierra, otra se abre". Y lo creo porque lo he vivido en el espacio tiempo que me ha tocado sentir.
El resultado es la persona que soy, para unos de una manera y para otros de otra... qué importa lo que piensen o vean si la vida de uno es eso...de uno.
Hablan de que se aprende de los errores, pero casi nunca es cierto. El corazón va por libre por más que la mente guarde recuerdos, así que lo mejor es retirarse un poco y tirar de la puerta. Ver cómo es nuestra propia realidad en el entorno que hay al otro lado y avanzar...sin miedo.

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