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lunes, 15 de julio de 2013

DE PROFESORES Y POLITICOS

Los problemas educativos en nuestro país están continuamente en el candelero. Por un lado están las políticas de recortes que socavan el sistema educativo, y por otro el fracaso escolar del que, profesores y alumnos, no pueden apartarse echando la culpa al político. Es cierto que la clase política no está la altura, no ya del alumnado, sino de la misma sociedad que les ha elegido; sin embargo detrás del fracaso del sistema no sólo están ellos. Los años de la Dictadura fueron años de una educación marcada por la moralina, por el machismo y por valores que obviamente estaban arraigados en otra época lejana y que sólo la vileza de un Estado Dictatorial podía sostener. Habrá quien crea que valores como: “la letra, con sangre entra”, no eran malos...se equivoca. Con la llegada de la Democracia se elaboró una Ley Educativa de choque, una ley que englobaba valores que antes no se tenían en cuenta, pero era una Ley susceptible de hacer cambios con el avance de la Democracia. Lo que nadie podía esperar es que, tanto tiempo después estemos a vueltas con la enésima Reforma. Los políticos de nuestro país han logrado que en treinta y cinco años de democracia haya varias generaciones que han estudiado cosas tan diferentes entre ellas que bien pareciese que fuesen dadas en distintos países. Los profesores, por su parte, cuando han estado en lugares de mando han hecho caso omiso de las recomendaciones que ellos mismos hacían cuando no habían alcanzado los puestos de gobierno. La falta de unión en la docencia se pone de manifiesto en muchas ocasiones. Algunos han llegado a la docencia de forma accidental, como una forma de ganar un sueldo y no con la ilusión de participar en la formación de un país. Porque ser profesor no sólo es dar clase a un grupo más o menos heterogéneo de alumnos. Ser profesor implica formar parte del mañana del país; implica formar a quienes detentarán el poder en el futuro inmediato y, con ello, a quienes tomarán futuras decisiones sobre todos nosotros. Y, desde mi humilde óptica, no lo han hecho bien. A un nivel autonómico este país es un ejemplo perfecto de cómo enredar a nivel educativo sin necesidad de hacerlo. Tenemos lenguas que proceden del latín, salvo el Euskera, y nos caracterizamos por hacer diferenciaciones absurdas entre nuestros idiomas autonómicos y el castellano por el mero hecho diferencial. Escribimos b, donde siempre ha ido v, por querer diferenciarse del idioma oficial del estado...lamentable. En cuanto a los alumnos, bueno, los alumnos son: por una parte las víctimas de la mala gestión política y la precariedad educativa; y por otro son parte de un sistema educativo del cual siempre son contrarios pero a los que, rara vez, aportan algo verdaderamente constructivo. El informe PISA pone de manifiesto no sólo el fracaso escolar, sino el fracaso de la sociedad. Supone de forma implícita el reconocimiento de que somos una sociedad incapaz de superar un problema que, año tras año, nos estrellan en la cara. ¿Cómo solucionarlo?, no existen baritas mágicas, pero sí hay una cosa obvia: debería haber un gran pacto de Estado sobre Educación en el que se marcaran unos plazos de 5-10 años en los que hacer revisiones sobre aquellos temas que pudieran ser susceptibles de cambios, como puede ser el área de ciencias. No parece adecuado para la formación de nuestros alumnos que en los estudios sea tan importante la formación en religión como la formación en matemáticas. Toda vez que las matemáticas nos vienen dadas y la religión es una opción que tomamos de manera voluntaria.

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