LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

lunes, 15 de julio de 2013

SUJETANDO TUS CADERAS

Desde el quicio de la puerta estaba observando como te desnudabas, como dejabas perfectamente doblada tu ropa sobre la tapa del baño. Tu cuerpo, tostado por el sol, se mostraba encantador mientras abrías la ducha para que fuese calentándose el agua. Ignorabas mi presencia. Ver como el agua corría sobre tu piel no hacía más que elevar mi temperatura corporal; los pensamientos libidinosos comenzaron a agolparse en mi mente. Sin embargo opté por seguir mirando como: cadenciosamente aquella esponja recorría tus piernas, tus pechos, tus glúteos, tus hombros; cómo tus manos recorrían tu propio cuerpo como en un ejercicio onanístico eterno. Mientras, la mampara comenzó a empañarse con el vaho el agua caliente, lo que difuminaba tu figura tornándose todavía más excitante. Por un momento dudé si dejarte continuar con la ducha o adentrarme en ella y ayudarte a enjabonarte donde no llegabas. Tras mirarme y, sobre todo, sentirme; ya no tuve dudas. Me desnudé rápidamente, dejando mi ropa en las antípodas de la tuya. Tirada en el suelo de forma desordenada, como quien la deja con la premura de tiempo de acudir a una cita más importante. Diste un respingo cuando sentiste que la mampara se abría, mas pronto sonreíste al verme...en aquel estado. Sin decirme nada me abrazaste, oprimiste tu cuerpo contra el mío, haciendo que aquella muestra evidente de mi excitación comenzase a estar al borde del estallido. Y tus manos se deslizaron por mi cuerpo. Un cuerpo que giraste hacia la pared, mostrándote mi espalda. Tus manos recorrieron todo mi cuerpo con rapidez, no dejando ni un sólo trocito de piel sin tocar. Me separaste de la pared y esta vez fueron mis posaderas las que tocaron los azulejos. Tocaba enjabonar la parte de delante, el pecho, los muslos, mi sexo...un sexo que a estas alturas apenas sí podía soportar un leve roce. Sonreías, con una sonrisa pícara que provocaba en mí una excitación tal que no pude contenerme más. Abrazándote contra mí comencé a acariciar tu desnudez sujetando tus glúteos y alzándote a horcajadas sobre mi sexo. Durante unos instantes nuestros cuerpos se balancearon acompasados, hasta que mis piernas comenzaron a temblar. No por falta de resistencia física, sino por ese efecto demoledor que el placer logra infringir sobre la musculatura. El agua continuaba cayendo sobre nosotros, nuestros labios se buscaban, nuestra respiración se acompasaba...pura sensualidad, puro placer. En un instante, con un pequeño salto decidiste abandonar aquella postura que estaba a punto de hacerme llegar al clímax. Ante mi desconcierto apartaste mi cuerpo de la pared y te pusiste contra ella, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante, tus manos apoyadas contra la pared, ofreciéndome tus glúteos, tu sexo...una visión que no pude resistir. Sujetando tus caderas comencé a adentrarme en ti, cada vez con mayor ímpetu, como si quisiese, por un instante hacer que traspasases aquella pared. Nuestros jadeos y gemidos eran una constante hasta que, finalmente, mis piernas flaquearon mientras ambos llegábamos a un orgasmo tan acompasado como sorprendente. Tras un breve espacio de tiempo en el que apenas éramos capaces de pronunciar una palabra, me abrazaste, me besaste y me dejaste allí...sin fuerzas para otra cosa que dejar que el agua continuase cayendo sobre mi. Mientras, tu terminabas de asearte y salías del baño. En mi mente continuaban mis manos sujetando tus caderas....

1 comentario:

La opinión siempre es libre