LUGARES PARA SOÑAR

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domingo, 29 de junio de 2014

FOLLAR

Pocas palabras son tan utilizadas en las lengua de Cervantes como esta. Muchos la utilizan de un modo vulgar, señalando con ello la práctica del coito. Sin embargo follar es muchas más cosas: follar es algo tan humano como expeler una flatulencia sin hacer ruido, vamos, un pedo silencioso y mochilero de toda la vida. Sin embargo nadie dice: acabo de follar, refiriéndose a ello. Follar también es talar o destruir una mansa forestal, dejar el bosque como un marasmo. Ahí si que está bien aplicado aquello de: “se están follando al bosque”, aunque la mayoría pensaría que lo están jorobando y no talando literalmente. El castellano tiene estas cosas. Follar, para concluir, es también ir dejando huella con nuestros pies. Algo que tendré en cuenta de ahora en adelante, pues no es cuestión de ir follando por todas las superficies. Es cierto que lo vulgar ha hecho de esta palabra una de las más utilizadas en todos los ámbitos humanos. En un tiempo no se utilizaba porque la religión había constreñido de tal modo la sociedad que buena parte de la misma vivía alienada. Eran tiempos en los que los lupanares apenas tenían más luces que algún neón clandestino. Eso ellos, pues ellas aliviaban sus calores en las feligresías de barrio y en algún que otro reparto del butano. Con la llegada de la democracia pasamos al desarrollo del neón en nuestro país como si este fuera las Vegas, pero en lugar de alumbrar casinos aquí inundaron las nacionales para indicar el camino hacia el “puti-club” de turno. Hubo incluso rutas famosas en las que los “libertinos” ejercían su afición particular en horas sórdidas y en habitaciones desangeladas. Ahora, que la democracia está instaurada y que incluso esos negocios van a legalizarse (no por la necesidad real de un oficio antiguo como la humanidad, sino por intereses económicos y estratégicos de país...para caer de culo); ahora, digo, es el tiempo en el que todo el mundo se dedica a follar. Sobre la piel de toro de este país se folla de cualquier modo, a todas horas, incluso sin la participación de alguno de los dos. Si, como lo lee, aquí hemos pasado del “yo no he sido” al “yo me he follado a...” incluso aunque no sea cierto. He escuchado, he oído conversaciones en las que alguien se jactaba de las veces que se había dedicado a follar aun cuando todos los presentes sabíamos que había estado viendo la tele. Es, seguro, el deporte nacional. Y ahí es donde entra la riqueza de nuestro idioma, del castellano. Y empezamos a dar nuevas utilidades a la palabra. Ahora “nos follan” cuando nos echan del trabajo; “te follan” cuando el Guardia Civil te da el alto; “los follan a todos” cuando alguien se manifiesta...y así hasta.... Follar siempre me ha parecido un término demasiado vulgar, aún cuando la sordidez del acto en sí mismo me ha servido en un momento dado...

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