LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

lunes, 11 de abril de 2011

ESTABA AHÍ

Todos hemos escuchado hablar de Morfeo, de los sueños, de la fase REM, esa de sueño profundo caracterizada por el movimiento intenso de los ojos bajo los párpados, momento de los grandes sueños o las temibles pesadillas.
En medio de una de esas fases de la noche me encontraba cuando comencé a sentir la necesidad de acudir al baño.
Como es natural, estando dormido y cansado, uno intenta retrasar, en la medida de lo posible, acudir al baño para echar fuera todo el líquido acumulado. Así que opté por un cambio de postura que me mantuviese calentito bajo la ropa.
Al cabo de un rato, cuando ya las ganas de mear comenzaban a superar a las ganas de dormir estiré mi brazo para alcanzar esa parte de mí que estaba a punto de claudicar y, por tanto, obligarme a levantarme.
En ese preciso instante un escalofrío recorrió mi columna vertebral de abajo a arriba, toqué, busqué…y no estaba. No me la encontraba, ni restos…la congoja, la angustia se apoderó de mí. Comencé a buscar entre mis piernas como un desesperado.
Las sienes me latían de la tensión acumulada, la falta de otro lugar donde depositar tanta sangre hacía que esta se acumulase en mi cerebro y por tanto pensase demasiado…estaba a punto de volverme loco.
En ocasiones la duda me ha asaltado, y he creído que si tenemos dos lugares para acumular mucha sangre, debe de ser para no tener demasiada en el cerebro y pensar mucho… en fin.
El caso es que llegó un momento en el que busqué con los dedos una posible hendidura en mi cuerpo, afanándome en la exploración, no fuese a ser que la naturaleza apostase por mi lado femenino, de pronto y sin más explicaciones. Algo que chocaría, sin duda, de frente y contra el más mínimo decoro, si tenemos en cuenta que tengo pelo por todos lados menos por la cabeza…
En una suerte de imitación a Kafka estaba cuando un ruido me sobresaltó. Alcancé entonces a abrir un ojo, luego el otro…para cuando hube abierto los dos me di cuenta de que tenía ambas manos atrapando esa parte de mí que creía hasta entonces desaparecida. Estaba ahí, había sido sólo un mal sueño, producto quizá de la cantidad de sangre acumulada, en aquel momento, en esa parte de mi anatomía. Pero lo importante es que…estaba ahí.

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