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jueves, 14 de abril de 2011

PARADOJAS DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA

Dicen, quienes dicen saber más de leyes, que nuestro país es un Estado garantista; vamos, un Estado caracterizado por la defensa de la Presunción de Inocencia. Dato este que no siempre se cumple o al menos no se ajusta al sentido explícito de la palabra.
Las dilaciones en los juicios, los defectos de forma, la superación de plazos, etc. Son sangrías que llevan a convertir los juzgados en bibliotecas temporales donde la acumulación de papeles supera, en mucho, la destreza y capacidad de los funcionarios que allí trabajan.
Fiscales y defensores hacen día sí y día también un esfuerzo denodado por retrasar el buen funcionamiento de la justicia, a lo que ayuda la judicatura de manera muy notable cuando los juicios morales personales entran en confrontación con los razonamientos lógicos basados en la interpretación de la Ley.
Hay profesiones que por la especial relevancia de su desempeño debería estar vigiladas de especial manera para que las negligencias que comenten estos profesionales no queden en el limbo judicial o social. Hablamos de jueces que dejan libres a pederastas, que condenan con dudas más que razonables; de médicos que operan lo inoperable; de arquitectos de proyectos inviables, etc.
En estos días se da la paradoja de que el Poder Judicial se encuentra enfrentado a un juez, las razones jurídicas seguro que se sostienen mas las razones sociales y morales seguramente han tenido mucho más que ver en esta beligerancia contra Garzón.
Sientan en el banquillo a un juez por una interpretación de la norma, pues de lo que se le acusa a él podrían acusar a muchos otros jueces; aunque es cierto que ninguno de ellos tiene la relevancia de Garzón, ni tampoco ha metido las narices en asuntos tan turbios.
El encuentro entre la política y la justicia tiene como resultado la prostitución de la Justicia. La venta de voluntades también se da en el terreno legal; la prevaricación es común en la política, habitual y poco perseguida; pero también se produce en la carrera judicial, y en algunas sentencias…llamativas.
El órgano supervisor de los jueces está formado por personas cuyo principal valor ha sido estar arrimado a un partido político u otro; lo que hace de ellos volubles sujetos ante las presiones, dineradas o de otro tipo, de quienes en un momento les empujaron al puesto. Como buenos vientres agradecidos se aletargan cuando es conveniente o son veloces como el rayo si les es preciso. La rapidez o lentitud de la justicia obedece sin duda a muchos intereses y no sólo a la carencia de personal.
Vaya por delante mi creencia personal en la justicia, no creer en ella supondría adentrarnos por los caminos de un anarquismo moral y social con final incierto. Pero sí dudo de la integridad de muchos de los que forman parte de uno de los pilares del Estado de Derecho, y motivos hay más que sobrados para hacerlo. Confiemos en que llegue un día donde el Poder Judicial y el Legislativo tomen la distancia mínima razonable, el uno del otro. Quizá entonces tengamos una Justicia más justa.

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