LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

martes, 26 de julio de 2011

NO VOY A TERMINAR NUNCA...

Cuantas veces hemos escuchado estas palabras y cuantas las habremos pronunciado. Una frase corta que denota la desesperación por la labor iniciada a la que no se ve fin.
Todas las madres de este mundo lo han dicho alguna vez, cuando entre niños, maridos, trabajo, casa...apuran las horas del reloj en una súplica constante para que éste señale al hora 25 que le permita terminar en tiempo...y nada.
Tal vez deberíamos cambiar nuestra manera de enfocar las cosas, de ver el tiempo. La relatividad de la vida debería enseñarnos que todo tiene un tiempo y forma determinada, que da igual cuanto intentemos apurar una lavadora si el programa viene de fábrica; un pastel tarda lo que tarda en cocerse, ni más ni menos...
Quizá entonces deberíamos hacer autocrítica y gestionar mejor nuestro tiempo, nuestra vida, ordenar en función de su importancia real y relativa las labores que precisamos hacer. Entonces, en un ejercicio reflexivo profundo, quizá encontremos ese tiempo que buscamos desesperados sin encontrar.
Estoy seguro de que habrá quien piense que todo cuanto hace es imprescindible, necesario, importante, que no puede dejarlo para más adelante...me atrevo a proponer, a quien así piensa, que reflexione pausadamente, sin prisas, sin prejuicios. Es posible que se encuentre ante una realidad diferente.
Los alemanes tienen fama de "cabezas cuadradas" pero son unos maestros en la optimización del tiempo, de su tiempo. Una señora que conocí en Alemania me enseñó que su esquematización del día le permitía atender su casa con tres hijos y dos nietos, además del marido; y a la vez le permitía tener su propio espacio para las amigas. ¿cómo? responsabilizando a los demás de que todos en un hogar tienen su cuota de responsabilidad, que da igual si se estudia, si se trabaja, si no se hace ninguna de las dos cosas...una casa es responsabilidad de todo aquel que viva en ella. En una empresa sucede lo mismo. Así, cualquier labor desempeñada por otros, aunque no esté perfectamente hecha, ayuda a que nuestro tiempo cree espacios.
Si uno es ordenado (a su manera) y ve que alguien ordena de otra manera, no es fácil mirar hacia otro lado y dejar hacer. Quizá el aprendizaje está en dejar hacer, y corregir sutilmente o bien, admitir que hay otras maneras, otras formas.
Querer hacerlo todo uno sólo desemboca en: "no terminaré nunca", en la desesperanza...
¡Claro que no es fácil llegar a conseguir delegar!, nunca lo ha sido...pero es, sin duda, el camino...

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