LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

viernes, 1 de febrero de 2013

¡NO ES LO QUE PARECE!

Nos enseña el mal gusto y la pillería que lo primero que uno debe de hacer cuando lo pillan en algo reprobable es negar la evidencia, por más que a uno le pillen con el cuchillo en la mano y el cadáver en la nevera de casa. A los políticos de este país hace ya mucho tiempo que se le olvidó que hacer política supone estar al servicio del pueblo; un pueblo que generosamente llena sus bolsillos cada mes. Es posible que nunca tuviesen en mente ese pensamiento, a fin de cuentas la mayoría no son más que palmeros de los grandes hacedores de esta vetusta nación donde tanto gilipollas ha llegado al poder. Me molesta especialmente que esto sucede así porque siempre he creído en la política; en la política como ciencia, en la política como modo de dirigir una compleja orquesta en la que todos somos músicos dispuestos a desentonar a poco que nos dejen volar solos. La política debería ser el aglutinante de una idea general, de un modo de vida en el que todos podamos desarrollar nuestra vida con una cierta tranquilidad. La mezquindad de quienes nos gobiernan, (sí, ya sé que no son todos, pero los que no lo son terminan amparando a los que son y, por tanto, convirtiéndose en responsables del mismo modo), está llevando a este país a una crisis más grave de la que en su día desembocó en una cruenta lucha civil. La memoria es frágil sobre todo cuando no ha sido alimentada con el conocimiento de lo que somos capaces de hacer. Casi nadie quiere recordar que hubo una época en la que fuimos capaces de odiarnos sin motivos, de quitarnos todo cuanto poseíamos sin que mediase otra ofensa que el carácter “arrabalero” que nos hace ser como somos. Tomar el ejemplo de Islandia, donde las buenas gentes de esa bella nación escandinava hicieron desaparecer a su clase política y expulsaron a los banqueros, sería una opción a tener en cuenta. Pero claro, para ello deberíamos tener la capacidad de acudir a las urnas y plantar nuestro voto en blanco. Si en esos hipotéticos comicios hubiese un 60% de voto en blanco la regeneración política vendría sola. Dejando desiertas las urnas sólo contribuimos a que nos sigan mangoneando, llevando al atolladero. Les hemos pillado con el otro en la cama y todavía lo niegan, su desvergüenza es tal que son capaces de decir una cosa ahora y la contraria en el mismo discurso y sonreír como si fuese un juego de niños. Mientras, tratan de arreglar sus desfalcos hundiendo las economías domésticas con todo tipo de impuestos, tasas, etc. Para ellos la contabilidad A, la B, la C y todo el abecedario. Para nosotros el + (impuestos) y el – (calidad de vida).

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