LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

viernes, 1 de febrero de 2013

TIEMPO DE PREGUNTAS

Hace nueve años descubrí que tenías la capacidad de transformar mi vida. Fue un tiempo de incertidumbre, un momento en el que la congoja ante tu pronta llegada hizo que mis decisiones no fuesen siempre las correctas. Era un tiempo de preguntas sin respuestas, tan sólo suposiciones fundamentadas en experiencias ajenas, siempre individuales y distintas. El paso de los años fue situando mi vida alrededor de la tuya y a ti en el centro de todo cuanto es importante para mí. El breve tiempo transcurrido ha ido tan rápido que apenas he tenido tiempo para reflexionar sobre él. Si he llegado a la conclusión de que todo tiempo contigo ha sido breve. Hubiese querido darte una hora más de las que el día tiene. Debo de darte las gracias por enseñarme a querer, por descubrirme que la sensibilidad tiene muchas aristas, que el amor puede ser in negociable. Parece claro que, a estas alturas, con sólo mirarnos a los ojos ya nos entendemos. Ver como has ido creciendo ha sido, sobre todo, divertido. Carecer de manual de instrucciones ha provocado algún que otro dolor de cabeza, pero pronto ha sido subsanado por el método tradicional: ensayo y error. En algunas ocasiones has protestado ante la ineptitud de quien te escribe pero... nunca fue demasiado. Ahora es tiempo de preguntas, momentos en los que me pones en algún que otro aprieto al tener que darte respuestas. Muchas veces creo que piensas que soy un libro, un lugar donde acudir para resolver dudas. Espero ser de ayuda pero por más que lo intento hay ciertos lugares donde no llego. Crecí jugando con chapas y piedras y ahora el universo del juguete es tan grande que mi capacidad se difumina entre el carro y las osas. Lo genial es que no desfalleces y sigues preguntando. Y de esto quería hablarte, del tiempo de las preguntas. Porque nada es más importante que resolver cualquier duda que pueda bloquear tu paso siguiente. El peligro está en no preguntar, pues el camino más corto para llegar a la estupidez es la falta de ganas de aprender. Te sugiero que sigas haciéndolo, conmigo y con quien sea. Mientras prometo también preguntar, para poder darte luego respuestas. Intuyo que, en breve, nuestras conversaciones tendrán otro cariz y las preguntas....bueno, ya llegará ese instante. Habrá un tiempo en el que no tendrás preguntas que hacerme porque te creerás en posesión de todas las respuestas. Tranquila, yo ya he estado allí; para cuando vuelvas a tener preguntas estaré presto en la respuesta.

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