LUGARES PARA SOÑAR

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martes, 29 de enero de 2013

CICATRICES

Todos tenemos, a lo largo de nuestra anatomía, las muescas que la vida nos ha ido dejando marcadas. Se trata de las cicatrices, heridas ya curadas que un día surcaron nuestra piel. En el interior de nuestro corazón y de nuestra mente también hay cicatrices, unas más importantes que otras, mas como en el caso de las externas, son heridas ya cerradas. Uno no puede vivir su vida recordando aquello que le ha marcado por más que se lo vea cada día. No podemos afrontar el día a día ni el mañana si nuestra mente se sigue enfangando en los recuerdos pasados. Las cicatrices aportan a nuestro mapa personal etapas especiales, lugares a los que solemos regresar cada vez que las vemos. Pero hay una forma de no regresar a ellas, o el menos intentarlo. Se trata de asumir que somos lo que vemos, que lo que nuestra mente recuerda y ha cicatrizado tan sólo ha de servirnos de acicate para enfrentar el futuro con la experiencia conocida. De mis cicatrices externas tan sólo espero que no sean molestas para quien quiera verlas. Ellas también son parte de mí. De nada me serviría que alguien quisiese estar conmigo si para ello me exigiese tener siempre un sombrero en mi cabeza, cuando es evidente que el pelo hace ya tiempo que se ha ido. Cuando alguien a tu lado tiene el valor de mostrarte sus cicatrices, las externas y las internas, debes de tener claras dos cosas: por un lado gozas de su confianza pues de otro modo no te las habría enseñado; por otro debes aprender a entenderlas como algo más, reparar en ellas lo justo y necesario. Es cierto que puede haber quien, preso de su inseguridad, se vea incapaz de creer que los demás pueden aceptarle tal y cómo es. Y entiendo que puede no ser fácil asumir según que cosas. Sin embargo los afectos no admiten exclusiones. Si quieres, si amas, si deseas..te dará igual. La fealdad es sólo un concepto abstracto en la mente de cada uno de nosotros. Los cánones de belleza sólo han servido para vilipendiar a aquellos que no entraban en ellos. La perfección, además de asustar, tiene un tinte de falsedad que la hace intolerable. Mis cicatrices, mis arrugas, los defectos que pueda tener...todo forma parte de la misma persona. Si alguien quiere acercarse debe aceptarlo en su totalidad. Si pretende cambiar algo...entonces no merece la pena. La auto-aceptación puede no ser fácil en algunos momentos, incluso en algunos casos. Pero sin ella se me antoja difícil avanzar. La seguridad en uno mismo tiene algo mágico, logra que quienes rodean a esa persona se sientan, a la vez, más seguros y cómodos. El liderazgo no se sostiene en otra cosa que en la confianza, en la aceptación. ¿quién traza la línea entre lo que se puede mostrar y lo que no?...

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