LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

miércoles, 9 de enero de 2013

CARICIAS

Pocas cosas hay que transmitan tanto como las caricias. El mero hecho de poder hacer sentir a otro el afecto que pretendemos transmitir, de una manera tan agradable, debería ser un acicate para que nos pasásemos la vida acariciándonos. Claro que no todas las caricias son iguales. A lo largo de nuestra vida viviremos etapas diferentes que nos harán dar y percibir las caricias de modos diametralmente o puestos, aunque todos placenteros. Cuando uno es niño siente las caricias de sus padres como un modo de afecto cálido, intenso, que nos transmite la sensación de protección. Cuando acariciamos a nuestros hijos lo hacemos embelesados al observar la maravillosa creación que hemos logrado, a la par que damos nuestro amor incondicional. Siendo adultos las caricias cambian, se hacen más fáciles de interpretar. Acariciamos a nuestras parejas en una mejilla o el cuello y perciben la diferencia entre lo que deseamos sólo por la intensidad de las mismas. Esa misma caricia puede significar un: te quiero o un te deseo, incluso ambas cosas. Mas la caricia la percibimos de forma distinta sin que nadie nos tenga nada que decir. En las relaciones personales nada hay más agradable que descubrir a tu pareja recorriendo su anatomía con la yema de tus dedos, observando cómo reacciona cada parte de su cuerpo, cómo se altera la respiración, cómo se mueve bajo la presión de nuestras manos. Las caricias nos hacen sentirnos vivos...

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