LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

viernes, 25 de enero de 2013

Y DESPERTÉ

Me di la vuelta...y ahí estabas, tumbada a mi lado con la respiración pausada. Podía ver tu cuerpo tendido de lado, ofreciéndome la espalda, apenas tapadas tus nalgas con una fina sábana blanca. Observándote comencé a sentir una sensación maravillosa entre el deseo y el amor, un sentimiento profundo hacía que en mis sienes notase el latido acelerado de mi corazón. Acerqué mis dedos hacia ti, alcanzando a tocar primero tu pelo lacio, temeroso de despertarte. Lentamente, muy lentamente, me acerqué un poco más para poder deslizar la yema de mis dedos por tus hombros notando tu piel. Tu respiración seguía acompasada sin apenas variación, lo que aportaba más armonía a una anatomía, la tuya, sin duda hermosa. En mi interior el deseo comenzaba a apoderarse de mí, partes de mi cuerpo cobraban vida propia, incitándome a seguir explorando aquel maravilloso cuerpo que estaba junto a mí. Así mis manos buscaron tus glúteos, mis labios tu cuello, ya estaba los suficientemente cerca como para descubrir que tu respiración comenzaba a alterarse. Abracé tu cintura en la búsqueda de tu anatomía; con la necesidad de arrimarme a ti y que sintieses mi cuerpo junto al tuyo. Deslizándome hacia tus pechos sentí como tus piernas entrelazaban las mías, cómo tus manos me buscaban...y me encontraban. Girada ya boca arriba me miraste a los ojos, asintiendo con la mirada, mientras me besabas. Tus labios acariciaron los míos, tu lengua buscó la mía, y por un instante el tiempo pareció detenerse, anclado por el poder que sólo un beso puede tener cuando se da con la intensidad necesaria. Nuestros cuerpos se toparon, y no se encontraron extraños. El juego de caricias fue constante, la búsqueda que mis manos iniciaron al deslizarse entre tus piernas culminaron un un ligero gemido. Un pequeño respingo al que siguió una relajación inmediata al ser mis orejas las que acariciasen el interior de tus piernas. Tus manos, que antes tenían prisioneras a las sábanas, comenzaron a buscar también en mi anatomía, topándose con todo y con todos. Estaba claro que pronto nos miraríamos directamente a los ojos, acompasando nuestros movimientos de un modo tal que daría igual que el mundo girase en uno u otro sentido. Y así fue, como sin dejar de besarnos nos fundimos sintiéndonos el uno parte del otro. Percibiendo el calor de tu interior en el mismo instante en qué tus piernas permitieron que mis caderas se situasen entre ellas. No dejamos de mirarnos, de besarnos, de acariciarnos, de sentir...y desperté. Y al despertar no estabas, pero permanecías. Y sigues estando...

1 comentario:

  1. Así me siento yo... despues de aquella noche contigo
    Deseando, a veces, que vuelva a repetirse...

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