LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

domingo, 10 de febrero de 2013

EL OTRO LADO

Todo ser humano tiene los lados, un adverso y un reverso. Una parte de delante y una de atrás. Presumimos, siempre que tenemos la ocasión, de lo mucho que nos satisface mirar a los ojos a las personas, tanto en el plano profesional como en el personal. Sentimos que los besos que nos damos de frente son capaces de producir una pasión tal que termina por hacernos tambalear. La vista del pecho del otro desnudo suele implicar toda una suerte de reacciones físicas y mentales. La química orgánica hace su agosto, la física nos ayuda a reconocer el cuerpo del de enfrente, a descubrir como cambian de tamaño y forma casi todo lo que tenemos frente a nosotros. La boca se abre, los pechos se hacen más grandes, la musculatura de tensa...nuestro cuerpo reacciona... Sin embargo es el otro lado el que realmente hace interesante al ser humano. Una parte que, por otro lado, apenas sufre variaciones por el hecho de ser observada o tocada. Mas nada hay más excitante que poder observar a la persona que tenemos con nosotros de espaldas. Creo que hay mucho de morbo en todo ello. Por un lado el observador puede permitirse el lujo de descubrir con la mirada las formas, los colores; puede, con su tacto, recorrer el cuerpo que tiene ante sí y descubrir si lo que dicen sus ojos se asemeja a lo que sienten sus manos; con el gusto deber perseguir el sabor particular que cada uno de nosotros tenemos y que nos hace diferentes la resto; con el oído puede escuchar los cambios que el resto de nuestros sentidos son capaces, por sí solos y en compañía, de producir en el observado. Acariciar y besar lentamente el cuerpo de la persona que comparte ese instante íntimo contigo y tratar de provocar las más evocadoras respuestas, debería de ser asignatura obligatoria en la escuela. Lugar donde te suelen enseñar lo que no debes de hacer...lamentablemente. Como sujeto pasivo, es decir, aquel que se siente observado, tocado, mimado... uno puede llegar a dejarse llevar por las oleadas de sensaciones placenteras que puede llegar a experimentar, una vez sea capaz de asumir con naturalidad que la parte de atrás de su propio cuerpo no tendrá muchas oportunidades de tocarla y de verla a lo largo de su vida; y que nada mejor que alguien de confianza para dejarse guiar. El otro lado siempre ha sido el verdadero motor de la vida. De frente nos vemos los unos los otros, por lo que solemos ser menos imaginativos. Al otro lado, sin ser vistos, nuestros instintos salen a borbotones...imprimiendo al momento un extra de morbosidad que asalta de forma totalmente irreflexiva nuestro modo de actuar.... Al otro lado hay vida...vaya si la hay.

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