LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

viernes, 1 de marzo de 2013

DAR UNA VUELTA A SOLAS

Salir puede ser una ocasión para no quedarnos anclados en la vida ya vivida, acabada aunque no finalizada. Salir implica dar un paso más en el continuo espacio tiempo del que participamos. Salir a solas, además, tiene un plus. El plus radica en la posibilidad de adentrarnos en nuestro propio universo personal, a la par que abandonamos físicamente un lugar del que precisamos salir. Solemos decir a los demás que nos vamos a que nos de el aire; y puede que sea realmente así, que tengamos una necesidad física de sentir el viento en nuestra piel. Mayormente lo que buscamos es una salida del tedio, de la aflicción, del aburrimiento, de la monotonía o un encuentro con el otro yo que conocemos. Da igual qué nos ha impulsado a salir, lo importante es que, estando fuera, descubramos que ha merecido la pena. Paseando corremos el riesgo de encontrar en un escaparate nuestro reflejo desconocido. Hay momentos de la vida en los que apenas reparamos en nuestra propia existencia física y al momento de ser conscientes de que aquel reflejo somos nosotros mismos, podemos entrar en un estado melancólico, añorando lo que un día fuimos y dejamos de ser, sin saber cómo. El inexorable paso del tiempo añade a nuestra vida un poso que es preciso agitar de cuando en cuando. Abandonar la cotidianidad nos puede llevar a atravesar esa maravillosa línea que separa lo común de lo diferente. Estando a solas uno debería de tener la valentía de abrir puertas o ventanas, dejar entrar aire fresco y aventurarse en la fantasía. Lo vivido ya es conocido apenas provoca emociones que no sean recuerdos; lo que está por descubrir enciende los motores de nuestro interior. Unos motores que rugen y nos empujan a vivir....

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