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miércoles, 20 de marzo de 2013

¿QUÉ FUE DE LA EDUCACIÓN?

Hubo un tiempo en los que la educación se convirtió en la piedra angular sobre la que los padres pretendían hacer de sus hijos unas personas mejores. Era una época en la que se pensaba que una persona educada tendría las puertas abiertas en cualquier lugar, además de tener la capacidad de saber estar en cada momento. Los tiempos, lamentablemente han evolucionado en sentido contrario. Atrás han quedado los días en los que decir: “Buenos días” era lo normal. Ahora, y con suerte, un ligero movimiento de cabeza, a modo de saludo, lo podemos traducir por un: “hola”. Se ha pasado de un respeto, casi reverencial, al maestro (algo que había que modificar pues se trata de personas normales y no personas infalibles), a una situación en la que ser maestro es una profesión de riesgo. La mayoría de los padres que no deberían serlo creen que son los maestros los que deben de educar a sus hijos. Y es un error de concepto. Si digo padres que no deberían serlo me refiero a que hoy día muchos tienen hijos para que se los críen los padres y se los eduquen los maestros. En realidad uno debería plantearse ser padre por algo más que la mera reproducción de la especie. Habría que ser padre para implicarse en el desarrollo personal de los hijos. Es bueno conocer a tus vástagos y que ellos te reconozcan a ti. En estos momentos muchos hijos y padres son desconocidos que cohabitan bajo un mismo techo. Así las cosas la educación es la gran perdedora y, por ende, la sociedad. El asunto no es baladí, basta con sentarse en un parque cualquier tarde y escuchar, además de observar, cómo se comportan los jóvenes de hoy día. Así uno puede darse cuenta, sin mucho esfuerzo, de la ausencia de valores de la mayoría. En muchos casos ni el típico comportamiento grupal se da. La educación, el trato, la conversación inteligente, el debate, la confrontación verbal.... se está marchando por el desagüe. Mientras tanto, los responsables de la educación, los padres, dejan ese peso en manos de los maestros, pero no de una forma coherente y participativa, sino de manera abrupta y sin sentido. Al docente le corresponde el formar a nuestros hijos, mejorar la educación en función de esa misma formación, pero nada más. Es a nosotros a quienes debe de corresponder educar e inculcar nuestros propios valores, nuestra visión de cómo es la vida. Y conviene que sea así para que un día nos podamos mirar y reconocernos. Cuando no educamos ni participamos en la educación corremos el riesgo de cruzar en el futuro nuestras miradas y las de nuestros hijos y no saber quienes son. Educar es mostrar qué valores tenemos y por qué; es acompañar a nuestros hijos en el angosto camino del aprendizaje vital. Educar es también mostrar el camino que lleva a la reflexión, etc. La educación es el principio del todo....

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