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martes, 3 de junio de 2014

LA DIFICULTAD DEL PERDÓN

Pedir perdón puede no resultar fácil, depende del orgullo de cada uno. Lo complicado es perdonar, tener la valentía de hacerlo. Cuando uno perdona, debe sobreponerse a los reproches de la memoria; y cuando a uno lo perdonan debe de valorar la valentía del hecho en sí mismo. Muchos viven permanentemente parapetados tras el odio, el enfado o la riña; un trabajo demasiado arduo y lleno de conjeturas. No merece la pena cerrar caminos de forma definitiva porque nada lo es. Dice el refrán aquello de: “arrieros somos...y en el camino nos encontraremos”. Y lo mismo ocurre con el enfado o el odio; condiciona nuestra vida y quien sabe si termina por arrollarnos en según que circunstancias. A veces uno perdona sin saber que tiene esa capacidad en su interior. No es lo mismo el perdón del verdugo que debe ejecutarte, que el que tú perdones a quienes ordenaron tu ejecución. Ambos son perdones, pero no en la misma medida. Cuando el perdón nos acogota suele ser porque al hacerlo lleva implícito el reconocimiento de un enfado desmedido. Algo que sucede, con frecuencia, en colectivos de amigos, deportivos, etc. “¡No le perdono en la vida!” esta es una de esas sentencias que solemos escuchar más a menudo de lo que se debería. En sí mismo es una afirmación arriesgada. Uno no sabe si los caminos confluirán en el futuro, ni siquiera conoce en que términos se puede producir un encuentro. En mi opinión, pasado un tiempo prudencial de reflexión, no más allá de un mes, sería conveniente que hablasen el ofendido y el ofensor. De una conversación tranquila se deberían dar tres situación: una revisión de los hechos que los volviese a dejar a bien entre ambos; una revisión que les dejase en paz pero sin más o una revisión en la que imperase posteriormente la más estricta cortesía. Lo demás es....lírica....

5 comentarios:

  1. Lo complicado también es perdonarse a uno mismo, por confiar muchas veces en alguien que sabes que te va a defraudar otras tantas y más... Y a pesar de ello sigues teniendo la esperanza de que cumpla sus promesas, sean de la índole que sean...

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  2. Perdonar y olvidar .. difícil en muchos casos, pero vivir sin rencor si es posible, nadie es perfecto, supongo que en esos casos lo mejor es practicar la empatía y el tiempo hace que todo cicatrice, pero son cicatrices.. las nuestras

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  3. Lo que importa al final no se perdonar u olvidar, al fín y al cabo son gestos sin más, lo importante es vivir sin rencor en caso de ser el ofendido y sin remordimientos en caso de ser el ofensor, al final todos hemos cometido errores y los han cometido con nosotros, , .. practiquemos la empatía, nadie es perfecto..

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  4. El perdón dependerá de la ofensa y del daño ocasionado, y aunque los caminos confluyan no es fácil olvidar

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  5. Perdonar es dejar a un prisionero en libertad. Y ese prisionero suele ser uno mismo.

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