Siempre he pensado que el futuro es aquello que nos labramos en el presente; lo que está por venir siempre será consecuencia de nuestros actos presentes, de lo que estemos haciendo ahora y en este preciso instante.
Ya sé que hay imponderables que pueden modificar cualquiera acontecimientos venidero, mas en los sustancial, no debería ser así.
Si uno estudia y cree que puede ser médico, hay muchas posibilidades de que lo sea, otra cosa es que pueda ejercer la medicina, donde los imponderables los controlan otros.
El futuro también es, para mí, una manera de asomarme a mi presente con cierta tranquilidad, por un lado puedo imaginar que algo será mejor si en este instante no lo es; por otro me ayuda a mirar al horizonte.
Hay quien tiene la mirada corta y el paso firme, cómo hacía la Guardia Civil en los años de post-guerra, normalmente esa manera de pensar hace que las personas vivan el presente sin expectativas, sin contemplar la mera posibilidad de que hay algo más allá del ya.
El futuro también es un asidero al que sujetarme cuando vienen mal dadas y tanto el pasado como el presente me abruman. Me permite escapar a un plano diferente donde las cosas pueden ser cómo yo quiera. Dado que el futuro no es tangible en términos absolutos, permite divagaciones más o menos acertadas sobre la realidad que puede llegar a ser. Y ahí uno puede encontrar acomodo a cualquier tragedia de la vida.
El futuro también representa el espacio donde mi hija va a crecer. Será ese espacio de tiempo que ella ayudará a construir, y en el tiempo que me toque compartirlo con ella, confío en que sea divertido, interesante y, sobre todo, beneficioso para ella.
Quizá hablar de futuro es hablar de la utopía de la vida, no lo sé, pero el futuro todavía no está escrito y, por tanto, puede ser cómo mi imaginación quiera..
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