LUGARES PARA SOÑAR

LUGARES PARA SOÑAR
cerrar lo ojos y sentir

viernes, 25 de octubre de 2013

EL JUEGO DEMOCRÁTICO, LOS PRESOS, LAS LEYES

En estos días en que El Tribunal Europeo nos han enmendado la plana con respecto a la aplicación arbitraria de la Legislación Penal por parte del Estado, convendría hacer una reflexión seria sobre el cómo, el por qué y el cuando. No habrá muchos que estén en desacuerdo conmigo si digo que cualquier asesinato debería llevar de manera inequívoca como pena la cadena perpetua, algo que se cumple en países tan dispares como Canadá o Perú. Creo que este tipo de delincuentes (terroristas, asesinos...) no deberían salir nunca de la cárcel o, como mal menor, pocas o raras veces (Holanda, que tiene cadena perpetua, sólo ha concedido dos indultos en 36 años). Sin embargo el problema con nuestro país no tiene nada que ver con que sea o no de justicia que los terroristas y asesinos salgan libres; tiene que ver con la irresponsabilidad de nuestros políticos y juristas que siempre han temido poner en nuestro Código Penal la pena de Cadena Perpetua. ¿Por qué? Pues seguramente porque una vez terminada la Dictadura, cualquier pena que trascendiese tanto como esta sonaría a una vuelta a al pasado. Un pasado en el que se mataba por la espalda, en el que había pena de muerte pero en el que no se cumplían Cadenas Perpetuas. Aquí, lo mollar del asunto está en que con la Ley en la mano los presos que salgan ahora de prisión están en su derecho. Un derecho que tal vez no nos guste, que es posible que sea repugnante en muchos casos, pero es un derecho que la “todos hemos otorgado”. Y digo bien “todos” porque somos los votantes quienes decidimos quien nos gobierna y nunca hemos exigido que se apliquen correctamente las leyes. Un ejemplo de cómo es este país sería el de Miguel Monte Neiro, el hombre que más tiempo ha permanecido en prisión en España, 36 años, eso sí, no por matar, sino por no querer hacer la mili. Fue condenado en tiempos de Franco (1976) y a nadie le importó, salió en 2012...manda narices!! La sola posibilidad de encontrarme cara a cara con el asesino de un ser querido implicaría, en mi caso, la certeza de que pasaría yo los siguientes años en la prisión de la que él no debería haber salido. No sería fácil para mí controlarme en esa situación. Exijamos al legislador que modifique el Código Penal, que se pongan de acuerdo en el Congreso y lo hagan por amplia mayoría. No podemos ser un país de pandereta al que día sí y día también le vengan a dar en la cara con dictámenes que nos digan que no sólo dejamos sueltos a los jetas que se lo llevan puesto, sino que somos tan imbéciles que debemos soltar a los asesinos por una mala gestión de la Ley. Como demócrata, que me considero, no me queda otra que acatar una Ley que estaba ahí y que, hasta ahora y como a todos, apenas me inquietó. Uno, que no es jurista, cree que vive en un país moderno donde el Legislador hace su trabajo más o menos con diligencia. Pero no, tenemos ministros de justicia que prefieren decirle a las mujeres qué tienen que hacer con su cuerpo y qué no, en lugar de preocuparse por los temas que, ahora, le estallan en las manos. Sin duda una sentencia como esta merece al menos una reflexión profunda de los canallas políticos que nos gobiernan y, seguramente, alguna dimisión. Aunque aquí dimitir, ya no dimite nadie...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La opinión siempre es libre