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miércoles, 16 de octubre de 2013

¿PARA QUÉ QUEREMOS NORMAS?

Una aproximación a las normas alejada de toda moralidad nos dice que éstas son precisas para que la convivencia entre los iguales esté organizada, y que la convivencia con los diferentes se rija por un cierto orden, natural o no. Aceptamos que un país se ha de regir por una Leyes que nos sirvan para que la sociedad pueda manejarse con un cierto grado de entendimiento. Respetando aquello que establecemos por el bien común. Sin embargo aquí, en nuestro país, se “ha premiado” siempre a quien transgrede las normas. Vivimos una época de cierta impunidad en las que en cada esquina uno se topa con un corrupto político, con un delincuente o con un ciudadano que, simplemente, se pasa las normas por el... Se nos llena la boca al hablar de países de otras localizaciones del mundo, situándolos como cuna de la vagancia, de la arrogancia, de la ineptitud...etc. A cada nación le atribuimos una dogmática que, ciertamente, suele alejarse bastante de la realidad. En España las señales son meramente orientativas; porque aún siendo obligatorias muchas de ellas, el que más y el que menos se la pasa el Arco de Triunfo. Si podemos evadir impuestos lo hacemos, si podemos atajar por una dirección prohibida sin que nos vean lo hacemos, si incumplimos una norma que nos parece absurda (aun cuando al resto del mundo le parezca correcta) nos llenamos de satisfacción porque a fin de cuentas no estamos de acuerdo con ella. Cuando uno vive en una sociedad acepta las reglas que la rigen. Pero nos es dado a los españoles el respetar sólo las que nos convienen. Somos especialistas en hacernos los locos cuando alguien roba a nuestro lado (políticos) si por el camino pillamos un pellizco (trabajo). Mirar para otro lado solo sirve para demostrar dos cosas: que viajamos en el mismo barco que quien no observa las normas y que somos, además, unos cretinos por no beneficiarnos de ellas si otros sí lo hacen. No me gusta que me multen los guardias de tráfico, aunque es cierto que, casi siempre, las multas me las he merecido por incumplir las diferentes normas. Y me he quejado, aunque al cabo de un rato me suelo enfadar conmigo mismo, por idiota. Nuestro deber como ciudadanos, como miembros de una comunidad es respetar las normas establecidas, intentar cambiar las que no nos gusten de forma pactada y denunciar los hechos que se deriven del incumplimiento por parte de otros. ¿Por qué no lo hacemos? Pues porque nos va la marcha, porque en el fondo todos llevamos dentro un alma inconformista que se reconforta tirando una botella por la ventana del coche cuando lo lógico sería parar en un cubo de basura y echarlo allí....

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