LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 16 de enero de 2012

LA PRIMERA VEZ

Siempre hay una primera vez para todo en la vida, un momento primigenio en el que somos conscientes de inaugurar una etapa nueva en nuestra vida, un paso a lo desconocido.
La primera vez que tuve conciencia de mi mismo como individuo debió de ser cuando estaba a punto de cumplir cuatro o cinco años. Mis recuerdos, que seguro serán más vívidos cuanto mayor me haga, se inician en esa época, en la que la escuela unitaria de párvulos en la que estaba era un continuo jolgorio entre los que estaban entrando y los que querían salir. De tres a seis años todos al montón...eran otros tiempos.
La primera vez que me sentí mayor fue cuando inicié la antigua EGB. Lo hacía en un colegio de los que se construyeron en los ochenta en nuestro país, una mole de ladrillo amarillento, con una gran finca cerrada alrededor, comedor y esas cosas. Iniciábamos nuestro periplo una hora antes del comienzo de las clases en el autobús y lo terminábamos una hora después. Recuerdo toda esa época de mi vida muy gratamente, con buenas experiencias personales que ayudaban a tapar nublados en otros lugares.
La primera vez que robé fruta fue por pura hambre; recuerdo venir del río, de bañarnos con los amigos mucho antes de la primavera (a finales del invierno, en cuanto salía el sol, solíamos ir). Pues una de aquellas tardes de fin de semana entramos a comer...no recuerdo siquiera la fruta, lo que si recuerdo fue la emoción, el nerviosismo, la risa incontrolable y, como no, la carrera que nos pegamos delante de aquella madre...
La primera vez que descubrí la soledad fue cuando mi padre enfermó y yo viví un exilio involuntario en casa de un familiar. La ausencia de los padres sólo la notas de verdad, cuando dejas de tenerlos cerca. El regreso a casa no fue el esperado, a veces uno madura demasiado pronto.
La primera vez que tuve conciencia de mi propia sexualidad y de que quería ser mayor, fue una tarde en la que decidí adentrarme en el cuarto de baño con una revista y “hacerme un hombre” por lo civil o por lo criminal. Salí exhausto de aquel estrecho baño que teníamos. No había cumplido los doce años...qué grande aquella tarde...
La primera vez que conocí el amor cursaba 8º de EGB. Era una época loca, donde las hormonas alteraban sí o sí mi día a día; donde un día me gustaba una y al día siguiente la de más allá y luego la otra. Hasta que llegó ella, compañera desde siempre, y descubrí lo que es perder el culo... Recuerdo ese fin de curso como uno de los días más feos. No quería vacaciones aquel año.
La primera vez que fumé un cigarro “como los hombres” aun no había cumplido los doce años, pero fue a los trece cuando comencé a fumar en casa. Eran otros tiempos, en los que ciertas actitudes se volvieron más laxas en mi casa. Bastante tenía mi madre por entonces como para pelearse con un adolescente que fumaría si o sí. Recuerdo que nos juntábamos todos para fumar en una antigua escuela a la que habían ido nuestras madres. Aquellos cigarros negros: Ducados, Jean, 46, Record...Ah...los primeros cigarros rubios … “no sabían a nada, eran suaves” jajaja. Y caros.
La primera vez que entré en el Instituto fue para mí la entrada en un universo completamente nuevo. Entre que no quería estudiar y la libertad que existía, el que “no te controlaran”...uff. Fueron años de salas de juegos, de juegos de cartas, de amoríos, de risas, de pasarlo muy bien y, de cuando en cuando, de estudiar poco y mal.
La primera vez que trabajé tendría poco más de seis años, fue como recoge pelotas en un campo de fútbol, luego vendrían varios en toda mi adolescencia. Pero la primera vez que trabajé con contrato (y hasta ahora) fue a los 17 años. Mi primera nómina fue una fiesta, un lujo, un orgullo.
La primera vez que tuve en mi casa una televisión en color y un vídeo fue con la primera nómina. Un trabajo que traería poco más adelante el primer coche a mi vida y con él...una etapa totalmente diferente....
La primera vez que practiqué sexo, hacer el amor es otra cosa, fue con quince años. Fue algo rápido, sórdido, insulso....pero fue. Supongo que a esa edad todo vale.
La primera vez que vi la otra cara de la vida: la de la necesidad, la dureza, la crudeza y demás...era demasiado niño. Pero siendo adulto recuerdo con especial impacto la muerte de un amigo víctima de sus excesos y la entrada en una casa, muchos años después, donde la pobreza más absoluta se debatía con la bondad más grande.
La primera vez que sentí la mano de mi hija sujetando uno de mis dedos fue un instante maravilloso en el que tuve la suerte de asistir al nacimiento inmediato de un nuevo sentimiento, el del amor incondicional. Nada hay comparable al amor hacia un hijo o al menos, yo no lo conozco.
Seguramente en mi vida ha habido otra muchas primeras veces, pero ya serían demasiadas para enumerarlas. Con el tiempo he aprendido que cada día de mi vida tiene también una primera vez pues siempre es un momento por vivir y, por ello, tiene la capacidad de sorprenderme.
La primera vez....

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