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martes, 19 de junio de 2012

DE LA PRIMA DE RIESGO AL RIESGO DE SER UN PRIMO

Estamos en el época de la Prima de Riesgo, ese concepto tan de moda y que pocos comprenden en realidad. La globalidad nos ha traído este y otros términos a nuestro vocabulario cotidiano. Lo empleamos en conversaciones de bar con la misma seguridad que hablamos de la alineación de la Selección española. Se nos llena la boca de palabras dichas por otros en tertulias de medio pelo en los diferentes medios de comunicación. La realidad, esa verdad cotidiana que todos descubrimos cada mañana cuando acudimos a nuestro trabajo, al supermercado o a revisar nuestra cuenta corriente; nos indica que lo que se está cociendo en el mundo financiero mundial nos está encaminando a un precipicio al que, tal vez, no deberíamos acercarnos. Somos verdaderos primos, nos están dando con el timo de la estampita a niveles macro económicos y a nosotros se nos queda esa cara del que no se entera de nada aunque asiente como si supiese de que va todo esto. Claro que es fácil comprender por qué sucede lo que está pasando. Hay personas, no muchas, agrupadas en torno a determinadas “sociedades” que se hacen ricas, inmensamente ricas, cuando a un determinado país las cosas le van mal. Vamos que apuestan por que te vaya mal. Pero no lo hacen en una suerte de ruleta de casino universal, sino que lo hacen contando los números. Saben de antemano cuales son los riesgos de un país, qué les hará daño, cómo pueden empujarles al despeñadero. Es entonces cuando camelan al primo, al los dirigentes del país en cuestión para que lleve a cabo políticas erráticas. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y otros ententes, son meros manipuladores de las voluntades de un país (el que sea). Alzan su voz desde esa posición favorable que les da el tener sus sedes en la mayor potencia mundial, para así indicar a los atribulados países señalados cómo deben hacer las cosas. Una vez en sus manos, sólo queda bajar la cabeza y aguantar el chaparrón. Quien quiera ver a estas entidades como salva-patrias se equivoca. Sólo son mercaderes que compran para vender; que venden para enriquecerse y que hace muchos años han dejado de tener escrúpulos, si es que alguna vez los tuvieron. Rascando en la pintura de cualquiera de las entidades que tanto suenan: Agencias de Calificación, FMI, BM, OCDE, BCE...no es difícil descubrir que son quienes manejan los hilos de las distintas marionetas que poseen. Marionetas estás, países llenos de personas, que han entregado su capacidad de pensar por si mismas, a especuladores que las usarán para la función que consideren interesante y que arrinconarán o tirarán una vez usadas. Al cuerpo exánime de esta marionetas sólo es quedará la cara de primo, esa cara que cada día que pasa se nos pone más a nosotros; a los ciudadanos que nos estamos dejando hacer sin decir: “esta boca es mía”.

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