LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

miércoles, 29 de enero de 2014

SENTIMIENTO DE PERTENENCIA

Que somos seres sociales es algo tan fácil de demostrar como que a cada noche sigue un día. El sentimiento de permanencia nos hace proclives a la búsqueda incesante de un grupo en el que situarnos para sentirnos protegidos. Cuando vemos a un niño podemos observar que, normalmente, su carácter se hace más fuerte en presencia de sus amigos, bajo el paraguas protector del grupo al que pertenece. De ahí el origen de las bandas en las diferentes latitudes mundiales. Salvando las distancias de adultos nada cambia. Cuando nos aislamos (queriendo o sin querer) empezamos una peligroso camino que puede desembocar en una depresión, o en una personalidad alejada de la que en realidad tenemos. La sociabilidad es innata, alejarnos de ella nos lleva a una suerte de autodestrucción de lo que fuimos. Es cierto que hay personas que buscan el aislamiento como forma de vida, interiorizando otro tipo de vida social, tal vez en comunidad con su propia fe. Pero son los menos. Buscamos la soledad cuando nos interesa, mas volvemos al rebaño en cuanto esta se torna angustiosa. Vivir rodeado de los demás nos permite percibir cada instante estímulos que, en situaciones normales, nos ayudan a aprender y avanzar. Siempre he sido una persona que ha vivido de un modo grupal. He buscado la soledad y el silencio en numerosas ocasiones, pero para tomarme un respiro en la vorágine diaria y no como un paso al lado en el camino que un día inicié. He participado siempre en deportes de grupo y ello, creo yo, me ha hecho mucho más fuerte. Porque el sentimiento de permanencia me ha servido para alentar a los demás cuando lo han necesitado y sentir el empuje de los demás cuando me he sentido abatido. La soledad puede llegar a abrumar al más fuerte. E incluso éste terminará buscando a los demás, aunque sólo sea para regodearse de su propia soledad...

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