En estas fechas uno siempre sueña con un futuro mejor, interpretamos nuestra realidad de forma positiva observando el futuro que aparece al doblar la esquina del día 31 con una sonrisa; queremos, y necesitamos, creer que aquello que nos espera va a ser mucho mejor que lo pasado, o al menos no peor. Y así pasamos los días.
La realidad suele golpearte la cara con dosis de veracidad en cuanto descubres, ya el día primero, que tu futuro tan sólo depende de ti, de tus propias decisiones, de tu capacidad para mejorar lo que es peor en ti y de no ser torpe con tus virtudes.
Los sueños rara vez se convierten en realidad, aunque cuando sucede debe de ser una experiencia absolutamente maravillosa. La utopía nos permite adentrarnos en terrenos desconocidos a poco que nos lo planteemos. En un mundo donde la utopía pudiese inundarlo todo, pintaríamos el cuadro de nuestra existencia de forma tal, que pareciese natural la felicidad.
La persecución de una vida mejor debería ser lo que nos moviese cada mañana al levantarnos. Aunque para muchos su meta suele ser no llegar al ocaso en peor estado. Mires donde mires las desgracias que te rodean siempre pueden ser superiores a cualquiera que tu vivas. No es que esto deba servirte de acicate para sobreponerte a la situación que vivas, pero si para demostrarte que nada es mejor o peor, sino que responde a un momento, a una tiempo, que nos ha tocado vivir y que podemos mejorar, pero no sólo dependerá de nosotros.
Yo sueño, me gusta hacerlo, no podría vivir sin dejarme llevar por los momentos oníricos en los que nada es como parece, en los que la realidad se confunde con el ideal que quisiera para mí. Sin embargo soy consciente de que mi propio mundo utópico no es más que eso...utópico.
Pero ¿acaso no es la utopía la culminación de cualquier anhelo futuro? Yo así lo creo, aspirar a lo mejor es una forma de alcanzar tanto como puedas. Que te conformes luego con lo que tengas ya sólo depende de tu espíritu de lucha, de tu forma de pensar y de las capacidades que tengas.
El sueño roto debe servirte como estímulo para el siguiente y no como losa para caminar con dificultad o permanecer inmóvil. Del sueño roto uno aprende que lo inalcanzable, muchas veces, lo es; aprende que el dolor puede ser intenso y que el alivio no siempre consiste en soplar o mirar hacia otro lado, pues quizá deje cicatrices. Unas cicatrices que deben de ser un estímulo para la superación.
El optimismo debería fomentarse desde la más tierna infancia; la vida permanentemente pone obstáculos en el camino para que el pesimista se acerque a tu vera y aporte buenas dosis de negativismo. Apostar por la vida es hacerlo por el sueño. Y del sueño a la utopía de una vida mejor, sólo hay un paso....
LUGARES PARA SOÑAR

cerrar lo ojos y sentir
lunes, 19 de diciembre de 2011
COSPEDAL, UNA MIRADA A OTRA REALIDAD...
Todos conocemos ya a la presidenta de Castilla la Mancha, alma mater de la candidatura del próximo presidente del Gobierno y por tanto alguien de vital importancia en las decisiones futuras de quien nos guiará como país en los próximos años.
Pues esta mujer tiene una curiosa visión de la realidad, una mirada diferente sobre cómo afrontar la crisis que tienen encima y que desde las filas de su partido primero contribuyeron a crear y luego no aportaron soluciones. Ha decidido suprimir fondos a colectivos minoritarios donde las protestas serán menos audibles que en colectivos donde las proclamas pudiesen hacerle daño.
Ha decidido suprimir las ayudas a las mujeres víctimas de maltrato, retirar los fondos que el Estado aportaba a través de las Comunidades Autónomas para la emancipación de aquellas mujeres que, ya víctimas de la violencia, no podían establecerse por su cuenta. Uno, ante una medida como esta, no puede menos que sentirse decepcionado porque una medida como esta sea tomada por una mujer que preside una Comunidad Autónoma. Quizá su interpretación de los derechos sociales sea diferente a la mía, tal vez los valores que ella querría para el resto de las féminas se sitúe también en las antípodas, pero lo que no puedo aceptar es que el recorte de dinero comience por un recorte de derechos, del derecho a la libertad, por un recorte al derecho a la vida.
Uno puede entender que muchas mujeres en su comunidad soporten a partir de ahora muchas más vejaciones ante las nula posibilidad de abandonar una vida conyugal terrible, al no poder acudir a la administración que debe de velar por su seguridad y pedirle una ayuda, sin la cual, no podrá irse.... terrible.
Cospedal es un peso pesado en su partido, alguien que no toma una decisión de esta magnitud sin haberlo sopesado con el núcleo de poder del futuro Gobierno. Uno siempre hace experimentos en pequeñas localidades antes de aplicarlas a la totalidad...¿anticipo de futuras decisiones de Rajoy? Querría creer que no pero mucho me temo que los recortes irán por ahí, por los que ya están acostumbrados a sufrir...
Desde luego es una lección de sociología que no me gusta recibir, una clase de civismo alejada del siglo XXI y una aberración intelectual...nada sorprendente por otro lado viniendo de quien viene.
Pues esta mujer tiene una curiosa visión de la realidad, una mirada diferente sobre cómo afrontar la crisis que tienen encima y que desde las filas de su partido primero contribuyeron a crear y luego no aportaron soluciones. Ha decidido suprimir fondos a colectivos minoritarios donde las protestas serán menos audibles que en colectivos donde las proclamas pudiesen hacerle daño.
Ha decidido suprimir las ayudas a las mujeres víctimas de maltrato, retirar los fondos que el Estado aportaba a través de las Comunidades Autónomas para la emancipación de aquellas mujeres que, ya víctimas de la violencia, no podían establecerse por su cuenta. Uno, ante una medida como esta, no puede menos que sentirse decepcionado porque una medida como esta sea tomada por una mujer que preside una Comunidad Autónoma. Quizá su interpretación de los derechos sociales sea diferente a la mía, tal vez los valores que ella querría para el resto de las féminas se sitúe también en las antípodas, pero lo que no puedo aceptar es que el recorte de dinero comience por un recorte de derechos, del derecho a la libertad, por un recorte al derecho a la vida.
Uno puede entender que muchas mujeres en su comunidad soporten a partir de ahora muchas más vejaciones ante las nula posibilidad de abandonar una vida conyugal terrible, al no poder acudir a la administración que debe de velar por su seguridad y pedirle una ayuda, sin la cual, no podrá irse.... terrible.
Cospedal es un peso pesado en su partido, alguien que no toma una decisión de esta magnitud sin haberlo sopesado con el núcleo de poder del futuro Gobierno. Uno siempre hace experimentos en pequeñas localidades antes de aplicarlas a la totalidad...¿anticipo de futuras decisiones de Rajoy? Querría creer que no pero mucho me temo que los recortes irán por ahí, por los que ya están acostumbrados a sufrir...
Desde luego es una lección de sociología que no me gusta recibir, una clase de civismo alejada del siglo XXI y una aberración intelectual...nada sorprendente por otro lado viniendo de quien viene.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
OTEANDO AL HORIZONTE
De pronto uno frena en su caminar por la vida y piensa: ¿qué quiero hacer de mi vida?¿dónde quiero estar en el futuro?. Las respuestas se agolpan en la mente, pues las ideas son tantas y diferentes que no sería inteligente ni productivo intentar alcanzarlas todas.
Así que comienzas a descartar aquellos imposibles que lejos de ser plausibles se pierden en los pozos de la imaginación, allí donde de cuando en cuando recurriremos para salir de la sofocante monotonía.
En otra estantería de la mente sitúas las metas que, aún quedando lejos de las posibilidades actuales, quizá un día puedas aspirar a ellas. Casi todo lo que cabe aquí se circunscribe a lo material. A las pequeñas o grandes cosas que podríamos alcanzar si mejorase nuestra situación. Y uno, claro, debe de vivir esperando mejorar.
Finalmente, en la estantería más cercana a la realidad podemos observar los tangibles de los que disponemos; las someras realidades que disfrutamos y que, por ende, formarán parte de nuestro futuro inmediato. Aquí, donde se agolpan las realidades intentando convertirse en ilusiones, es donde debemos hacer un ejercicio de discriminación positiva. En el sentido de quedarnos con aquello que es verdaderamente importante y dejando de lado lo que al final supondrá un lastre.
Pensar en qué amistad es real y cual imaginaria. Cual se fundamenta en la aportación de dos y cual forma parte del dar y no recibir. Hay que eliminar aquellos sentimientos nocivos que uno cree a ratos maravillosos pero que, en el fondo, son una falacia del sentir.
Las decisiones que uno toma serán consecuencias en un futuro inmediato. El futuro todavía lo podemos escribir. No se trata tanto de una ensoñación como de ir situando en los lados del camino asideros a los que agarrarse cuando vienen mal dadas.
Oteando el futuro uno puede darse cuenta de cómo es su presente, de cómo vive una realidad que, en ocasiones, nos es esquiva en cuanto a su percepción y otras nos paraliza con su impacto. La vida es para vivirla, pero también para sentirla, para olerla, saborearla...
Ahora mismo, sentado en una piedra en mi camino me observo a mi mismo y a mi vida y descubro que no lo he hecho tan mal, que quizá hubiese sido mejor de otra manera, pero...ya está hecho, hasta aquí me ha traído mi cabeza y mi corazón. Eso no lo puedo ni quiero cambiar. El horizonte quiero verlo lleno de luz, color, sabor... y en ello estoy.
Así que comienzas a descartar aquellos imposibles que lejos de ser plausibles se pierden en los pozos de la imaginación, allí donde de cuando en cuando recurriremos para salir de la sofocante monotonía.
En otra estantería de la mente sitúas las metas que, aún quedando lejos de las posibilidades actuales, quizá un día puedas aspirar a ellas. Casi todo lo que cabe aquí se circunscribe a lo material. A las pequeñas o grandes cosas que podríamos alcanzar si mejorase nuestra situación. Y uno, claro, debe de vivir esperando mejorar.
Finalmente, en la estantería más cercana a la realidad podemos observar los tangibles de los que disponemos; las someras realidades que disfrutamos y que, por ende, formarán parte de nuestro futuro inmediato. Aquí, donde se agolpan las realidades intentando convertirse en ilusiones, es donde debemos hacer un ejercicio de discriminación positiva. En el sentido de quedarnos con aquello que es verdaderamente importante y dejando de lado lo que al final supondrá un lastre.
Pensar en qué amistad es real y cual imaginaria. Cual se fundamenta en la aportación de dos y cual forma parte del dar y no recibir. Hay que eliminar aquellos sentimientos nocivos que uno cree a ratos maravillosos pero que, en el fondo, son una falacia del sentir.
Las decisiones que uno toma serán consecuencias en un futuro inmediato. El futuro todavía lo podemos escribir. No se trata tanto de una ensoñación como de ir situando en los lados del camino asideros a los que agarrarse cuando vienen mal dadas.
Oteando el futuro uno puede darse cuenta de cómo es su presente, de cómo vive una realidad que, en ocasiones, nos es esquiva en cuanto a su percepción y otras nos paraliza con su impacto. La vida es para vivirla, pero también para sentirla, para olerla, saborearla...
Ahora mismo, sentado en una piedra en mi camino me observo a mi mismo y a mi vida y descubro que no lo he hecho tan mal, que quizá hubiese sido mejor de otra manera, pero...ya está hecho, hasta aquí me ha traído mi cabeza y mi corazón. Eso no lo puedo ni quiero cambiar. El horizonte quiero verlo lleno de luz, color, sabor... y en ello estoy.
lunes, 12 de diciembre de 2011
ES MUY INTELIGENTE PERO...
Muchos habremos escuchado en alguna ocasión esta frase referida a alguien, generalmente a niños y adolescentes a los que les cuesta estudiar; a adultos que fracasaron en el intento y ahora queman su vida en cualquier esquina, etc...
La realidad subyacente de esto bien podría ser que el sistema educativo ha fracasado, que ha sido desarrollado pensando en un modo determinado de fomentar el desarrollo mental, sin detenerse en las diferentes capacidades de cada persona.
No podemos intentar enseñar a varias personas de la misma forma, pues lo que para uno sirve, es un fracaso para el de al lado. La inteligencia es un don en si mismo, pero se puede mejorar con un poco de esfuerzo, tan solo hay que ser conscientes de las cosas.
Cada uno de nosotros tenemos unas habilidades diferenciadoras con respecto a otras que creíamos tener. Muchas personas son incapaces de articular un lenguaje medianamente educado y cabal, sin embargo pueden tener unas capacidades absolutamente brutales para hacer deporte, por ejemplo.
Y uno puede caer en la tentación vacía de manifestar que claro, para hacer deporte no hace falta esforzar la mente. Craso error, pues de todos es conocido que uno precisa tener una gran capacidad mental para desarrollar cualquier deporte a un cierto nivel de exigencia.
Como padres deberíamos ser capaces de fomentar en nuestros hijos aquellas habilidades para las que están especialmente motivados, sin menoscabo de una formación fuerte en otras áreas del saber.
Como sociedad tendríamos que fomentar el desarrollo de sistemas que garanticen la correcta evaluación de las personas en cuanto a méritos y capacidades. No podemos intentar que alguien se convierta en Picasso sólo porque le gusta pintar. La observación nos ayudará a descubrir qué y cómo.
Sólo las personas con discapacidades intelectuales, como los oligofrénicos, carecen de las capacidades necesarias para desarrollar plenamente su inteligencia. Así las cosas, cualquiera que esté bien es susceptible de desarrollarse plenamente. Más muchos son los que optan por el camino fácil de mínimo esfuerzo y el atoramiento de un futuro más que incierto.
La realidad subyacente de esto bien podría ser que el sistema educativo ha fracasado, que ha sido desarrollado pensando en un modo determinado de fomentar el desarrollo mental, sin detenerse en las diferentes capacidades de cada persona.
No podemos intentar enseñar a varias personas de la misma forma, pues lo que para uno sirve, es un fracaso para el de al lado. La inteligencia es un don en si mismo, pero se puede mejorar con un poco de esfuerzo, tan solo hay que ser conscientes de las cosas.
Cada uno de nosotros tenemos unas habilidades diferenciadoras con respecto a otras que creíamos tener. Muchas personas son incapaces de articular un lenguaje medianamente educado y cabal, sin embargo pueden tener unas capacidades absolutamente brutales para hacer deporte, por ejemplo.
Y uno puede caer en la tentación vacía de manifestar que claro, para hacer deporte no hace falta esforzar la mente. Craso error, pues de todos es conocido que uno precisa tener una gran capacidad mental para desarrollar cualquier deporte a un cierto nivel de exigencia.
Como padres deberíamos ser capaces de fomentar en nuestros hijos aquellas habilidades para las que están especialmente motivados, sin menoscabo de una formación fuerte en otras áreas del saber.
Como sociedad tendríamos que fomentar el desarrollo de sistemas que garanticen la correcta evaluación de las personas en cuanto a méritos y capacidades. No podemos intentar que alguien se convierta en Picasso sólo porque le gusta pintar. La observación nos ayudará a descubrir qué y cómo.
Sólo las personas con discapacidades intelectuales, como los oligofrénicos, carecen de las capacidades necesarias para desarrollar plenamente su inteligencia. Así las cosas, cualquiera que esté bien es susceptible de desarrollarse plenamente. Más muchos son los que optan por el camino fácil de mínimo esfuerzo y el atoramiento de un futuro más que incierto.
EL REGRESO DE LA “PERFIDA ALBION”
Que Gran Bretaña es un país diferente lo sabemos todos en Europa; ya decía su ilustre Winston churchill que “Europa era un Continente y ellos una isla”. Así que nada nuevo bajo el sol.
Resulta que han puesto a la Unión Europea en un trance tal que pareciera que la exclusión fuese la única salida a la encrucijada en la que nos ha querido situar su premier Cameron.
No estaría de más que esta vez fuesen los demás a una y dejasen fuera de la Unión a quien no desea permanecer en ella.
Seguramente dentro de Gran Bretaña muchos son los que están en contra de la decisión de sus gobernantes, pero el resto, los que si nos ceñimos a las decisiones franco – alemanas deberíamos pensar en este embrollo en clave europeísta.
Por qué en esa clave? La respuesta es sencilla, hoy día aquellos países que quieran estar al margen de las decisiones de Bruselas se sitúa al instante siguiente fuera de todo mercado. Lejos de la realidad que les rodea, aislado en medio de la nada.
Si un país, como es este caso y antes otros como la República Checa, tiene dirigentes que creen que estar fuera es mejor que permanecer al abrigo de todos, lo mejor que deben hacer el resto es darle vía libre, ahorrarnos los fondos que se les dan y a otra cosa.
Muchos creen que Gran Bretaña ha sido un país importante dentro de la formación y estabilización de la Unión Europea, y no es así. No entró hasta 1973 a formar parte y lo hizo cuando su situación económica les obligó a aceptar como socios a países de los que siempre ha desconfiado.
La prensa mundial se ha hecho eco de este impás, en el que unos se atormentan ante la ausencia de los británicos y otros hacen “palmas con las orejas” ante su salida y presunta debilidad del resto.
La historia debería enseñarnos que todo obedece a estrategias interiores de los dirigentes políticos; mecidos como están por las corrientes que sus encuestas internas les hacen padecer. Los conservadores británicos son mayormente euroescépticos; término éste nada moderno, pues nunca se han sentido verdaderamente parte, sino miembros.
Como español poco me importa lo que hagan en la isla, pues mi futuro lo marcarán en Berlín y París; a Londres iremos, como hasta ahora, para hacer turismo.
Resulta que han puesto a la Unión Europea en un trance tal que pareciera que la exclusión fuese la única salida a la encrucijada en la que nos ha querido situar su premier Cameron.
No estaría de más que esta vez fuesen los demás a una y dejasen fuera de la Unión a quien no desea permanecer en ella.
Seguramente dentro de Gran Bretaña muchos son los que están en contra de la decisión de sus gobernantes, pero el resto, los que si nos ceñimos a las decisiones franco – alemanas deberíamos pensar en este embrollo en clave europeísta.
Por qué en esa clave? La respuesta es sencilla, hoy día aquellos países que quieran estar al margen de las decisiones de Bruselas se sitúa al instante siguiente fuera de todo mercado. Lejos de la realidad que les rodea, aislado en medio de la nada.
Si un país, como es este caso y antes otros como la República Checa, tiene dirigentes que creen que estar fuera es mejor que permanecer al abrigo de todos, lo mejor que deben hacer el resto es darle vía libre, ahorrarnos los fondos que se les dan y a otra cosa.
Muchos creen que Gran Bretaña ha sido un país importante dentro de la formación y estabilización de la Unión Europea, y no es así. No entró hasta 1973 a formar parte y lo hizo cuando su situación económica les obligó a aceptar como socios a países de los que siempre ha desconfiado.
La prensa mundial se ha hecho eco de este impás, en el que unos se atormentan ante la ausencia de los británicos y otros hacen “palmas con las orejas” ante su salida y presunta debilidad del resto.
La historia debería enseñarnos que todo obedece a estrategias interiores de los dirigentes políticos; mecidos como están por las corrientes que sus encuestas internas les hacen padecer. Los conservadores británicos son mayormente euroescépticos; término éste nada moderno, pues nunca se han sentido verdaderamente parte, sino miembros.
Como español poco me importa lo que hagan en la isla, pues mi futuro lo marcarán en Berlín y París; a Londres iremos, como hasta ahora, para hacer turismo.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
¿ESCUCHAMOS LOS GRITOS DEL OTRO LADO DEL MURO?
Muchas veces me he preguntado por la sordera de esta sociedad en la que vivo; una sociedad que vive de espaldas a otras realidades existentes, que no repara en los sonidos que llegan desde el otro lado de ese muro que hemos levantado durante tanto tiempo y con el que hemos trazado una línea divisoria entre este mundo y los demás “mundos”.
En los últimos tiempos no conocemos más desgracias que las que nos dictan los mercados; nuestros días transcurren entre “la subida de tipos” y la “bajada” de nuestra economía; mientras, muy cerca, otros gritan simplemente por la libertad.
Las antenas parabólicas llevan más allá de nuestros muros una forma de vida que parece envidiable a ojos de aquellos que penan en países donde la libertad de expresión es una mera utopía. Ávidos de encontrar donde ellos viven cualquier pequeño resquicio que les haga soñar que podría ser posible este mundo allí, se lanzan a una lucha contra sus dirigentes, perdiendo la vida en el intento, o lo que es incluso peor, la dignidad.
En este lado del mundo ignoramos cuanto sucede al otro lado porque tememos que ellos puedan alcanzar un estatus parecido al nuestro; los que de verdad gobiernan el mundo, aquellos que con sus intereses económicos matan sin ningún complejo, son los mismos que nos benefician a nosotros a para tenernos donde quieren: silenciosos ante cualquier tropelía que ellos cometan.
Sí, hay organizaciones que se dedican a ayudar, en la medida de lo posible, a aquellos que lo necesitan. No es menos cierto también que tras muchas de estas organizaciones hay oscuras tramas encaminadas a situarse en una posición de privilegio y poder presionar a los que mandan en cada país y, así, conseguir concesiones por sabe Dios qué...
Una sociedad avanzada, moderna, en la punta de lanza del progreso suele tener como contrapartida una gran cantidad de “detritos” que va dejando atrás; toda esa acumulación de indignidad, de malversación, especulación y otros adjetivos malolientes son los que prestamos fácilmente fuera de los muros que nos rodean.
Tememos al que llega de fuera porque nos va a quitar la jubilación, porque inunda nuestros hospitales, porque ocupa nuestros puestos de trabajo...esto no son más que majaderías de una sociedad vieja que sólo vive lo inmediato sin recordar su pasado. Somos culpables de su situación, nos guste o no, porque permitimos que en nombre de nuestro bienestar esquilmen países que están poblados de personas como nosotros, que se encuentran, de pronto, sumidos en la desesperación de no poder dar de comer a sus hijos, de no poder hablar, de no poder vivir...
Siempre habrá diferentes velocidades en la evolución de las sociedades; habrá diferenciación entre unos y otros; cada sociedad tiene un modo de vida y ninguna debería inferir en aquella que no es igual. La igualdad de derechos no deja de ser una mera utopía en un mundo tan diferente. Escuchar con sordina lo que llega de fuera sólo nos hace más estúpidos, más sordos..
En los últimos tiempos no conocemos más desgracias que las que nos dictan los mercados; nuestros días transcurren entre “la subida de tipos” y la “bajada” de nuestra economía; mientras, muy cerca, otros gritan simplemente por la libertad.
Las antenas parabólicas llevan más allá de nuestros muros una forma de vida que parece envidiable a ojos de aquellos que penan en países donde la libertad de expresión es una mera utopía. Ávidos de encontrar donde ellos viven cualquier pequeño resquicio que les haga soñar que podría ser posible este mundo allí, se lanzan a una lucha contra sus dirigentes, perdiendo la vida en el intento, o lo que es incluso peor, la dignidad.
En este lado del mundo ignoramos cuanto sucede al otro lado porque tememos que ellos puedan alcanzar un estatus parecido al nuestro; los que de verdad gobiernan el mundo, aquellos que con sus intereses económicos matan sin ningún complejo, son los mismos que nos benefician a nosotros a para tenernos donde quieren: silenciosos ante cualquier tropelía que ellos cometan.
Sí, hay organizaciones que se dedican a ayudar, en la medida de lo posible, a aquellos que lo necesitan. No es menos cierto también que tras muchas de estas organizaciones hay oscuras tramas encaminadas a situarse en una posición de privilegio y poder presionar a los que mandan en cada país y, así, conseguir concesiones por sabe Dios qué...
Una sociedad avanzada, moderna, en la punta de lanza del progreso suele tener como contrapartida una gran cantidad de “detritos” que va dejando atrás; toda esa acumulación de indignidad, de malversación, especulación y otros adjetivos malolientes son los que prestamos fácilmente fuera de los muros que nos rodean.
Tememos al que llega de fuera porque nos va a quitar la jubilación, porque inunda nuestros hospitales, porque ocupa nuestros puestos de trabajo...esto no son más que majaderías de una sociedad vieja que sólo vive lo inmediato sin recordar su pasado. Somos culpables de su situación, nos guste o no, porque permitimos que en nombre de nuestro bienestar esquilmen países que están poblados de personas como nosotros, que se encuentran, de pronto, sumidos en la desesperación de no poder dar de comer a sus hijos, de no poder hablar, de no poder vivir...
Siempre habrá diferentes velocidades en la evolución de las sociedades; habrá diferenciación entre unos y otros; cada sociedad tiene un modo de vida y ninguna debería inferir en aquella que no es igual. La igualdad de derechos no deja de ser una mera utopía en un mundo tan diferente. Escuchar con sordina lo que llega de fuera sólo nos hace más estúpidos, más sordos..
lunes, 5 de diciembre de 2011
DE LA CIUDAD AL CAMPO
Resulta curioso el proceso migratorio que se produce en las sociedades modernas. Durante casi dos siglos el hombre ha protagonizado un abandono, paulatino, del campo para ir a la ciudad en busca de una mejora en su vida. La Revolución Industrial en primera instancia y las comodidades que de ella se derivaron hicieron que permanecer en el campo fuese cada vez más anecdótico.
Curiosamente ahora que el sistema capitalista ha fracasado de un modo tan obvio se está produciendo una nueva migración hacia el campo, una suerte de regreso al comienzo. Quizá para volver a tomar impulso y retomar la vida en la ciudad cuando vengan mal dadas; pero es posible que muchos hayan vuelto con la intención de permanecer en aquellos lugares (rurales) que, en época de crisis económica, ofrecen más posibilidades de subsistencia.
Antiguamente los pobres se agolpaban en los pueblos, con malas cosechas, incapaces de vivir con las exiguas producciones que las explotaciones agropecuarias producían. La ciudad era el refugio pues allí cualquier trabajo permitía tener al alcance de la mano lo que uno buenamente podía necesitar.
Hoy, las cosas ya no son iguales. Una persona que comienza un declive económico en la urbe se transforma en un excluido social con suma rapidez; la carencia de unos mínimos en la ciudad modifica la vida de sus ciudadanos de forma tal que terminan en una precariedad tangible.
El campo, al contrario, proporciona (con los medios actuales) un mínimo de producción suficiente como para poder comer cada día, algo que no siempre se dará en un lugar tan agresivo y frío como la ciudad.
Por otro lado está la calidad de vida, ese otro tangible que mide de forma exponencial nuestra felicidad. Uno puede ser dueño de muchas video consolas, de ordenadores y televisiones, de electrodomésticos básicos, que si no puede utilizarlos por tener que restringir su gasto, termina todo en el cajón de los trastos y uno frustrado por su mala suerte. Al otro lado, un paseo por un entorno natural siempre es grato, proporciona plenitud física y, por tanto, mental.
Seguramente pasada esta crisis los movimientos migratorios volverán a llevar a las personas a los núcleos industriales; y con seguridad, esto proporcionará a los trabajadores una mejor calidad de vida. Sin embargo bien harían en nadar y guardar la ropa; sería recomendable que esta vez el abandono del campo fuese mucho más escalonado y seguro, no vaya a ser que terminemos un buen día sin un lugar donde guarecernos...
Curiosamente ahora que el sistema capitalista ha fracasado de un modo tan obvio se está produciendo una nueva migración hacia el campo, una suerte de regreso al comienzo. Quizá para volver a tomar impulso y retomar la vida en la ciudad cuando vengan mal dadas; pero es posible que muchos hayan vuelto con la intención de permanecer en aquellos lugares (rurales) que, en época de crisis económica, ofrecen más posibilidades de subsistencia.
Antiguamente los pobres se agolpaban en los pueblos, con malas cosechas, incapaces de vivir con las exiguas producciones que las explotaciones agropecuarias producían. La ciudad era el refugio pues allí cualquier trabajo permitía tener al alcance de la mano lo que uno buenamente podía necesitar.
Hoy, las cosas ya no son iguales. Una persona que comienza un declive económico en la urbe se transforma en un excluido social con suma rapidez; la carencia de unos mínimos en la ciudad modifica la vida de sus ciudadanos de forma tal que terminan en una precariedad tangible.
El campo, al contrario, proporciona (con los medios actuales) un mínimo de producción suficiente como para poder comer cada día, algo que no siempre se dará en un lugar tan agresivo y frío como la ciudad.
Por otro lado está la calidad de vida, ese otro tangible que mide de forma exponencial nuestra felicidad. Uno puede ser dueño de muchas video consolas, de ordenadores y televisiones, de electrodomésticos básicos, que si no puede utilizarlos por tener que restringir su gasto, termina todo en el cajón de los trastos y uno frustrado por su mala suerte. Al otro lado, un paseo por un entorno natural siempre es grato, proporciona plenitud física y, por tanto, mental.
Seguramente pasada esta crisis los movimientos migratorios volverán a llevar a las personas a los núcleos industriales; y con seguridad, esto proporcionará a los trabajadores una mejor calidad de vida. Sin embargo bien harían en nadar y guardar la ropa; sería recomendable que esta vez el abandono del campo fuese mucho más escalonado y seguro, no vaya a ser que terminemos un buen día sin un lugar donde guarecernos...
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