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domingo, 13 de mayo de 2012

LA REALIDAD ESTÁ AHÍ FUERA

Los movimientos sociales suelen dar una medida de cómo están en realidad las cosas en un país. Más allá de la propaganda política, de los manejos de los medios de comunicación etc. En el momento que un conjunto de ciudadanos se moviliza por un tema común, saliendo a las calles para manifestar su desconformidad con lo establecido, uno debe hacer una reflexión profunda preguntándose, cuando menos, por los motivos que llevan al movilización. Los cambios, cuando no son bruscos, suelen obedecer a un proceso lento en el cual la sociedad ve que debe ir en una dirección diferente a la de quienes pretenden dirigirla. Tan sólo aquellos que sean capaces de sumarse a la búsqueda de soluciones, alejadas del populismo, llegarán a ser verdaderamente eficaces. Ha pasado un año desde que el movimiento 15M saliese a las calles para manifestar su disconformidad con la realidad social existente. La búsqueda desesperada de alternativas a una realidad que subyuga buena parte de los derechos adquiridos con mucho sudor, con muchas lágrimas y con no poca sangre. Somos víctimas de nosotros mismos, del poder que hemos otorgado a ineficientes directivos de bancos, corruptos políticos, etc. Quienes rigen nuestros destinos han sido elegidos por nosotros mismos. Después, entre ellos, se han situado en los lugares que consideran necesarios para alejar de nosotros todo margen de maniobra que pueda perturbar su propio bienestar. Como ciudadano, como individuo, me resulta difícil asimilar que mi país tenga rescatar a unos bancos que no rescatan nuestra economía, sino que la hunden si es posible. Dicen que tienen que salvar a estas entidades porque sino sería la debacle de la economía. Lo comprendo, y me parece bien que el Estado subsane las desaprensivas prácticas de los ejecutivos de la banca, lo que ya no puedo aceptar es que sigan los mismos en sus puestos, o que hagan un mínimo maquillaje despidiendo a tres o cuatro (eso sí con unas indemnizaciones que ya quisieran otros). No se trata de criticar al partido dirigente, ni al que nos dirigió. Se trata de ser capaces de encontrar soluciones a problemas que son recurrentes en un país, el nuestro, donde los ladrones van a a la oficia casi a diario. Por otro lado se nos están recortando derechos a la misma velocidad que crecen las prebendas para aquellos que gobiernan en realidad (empresarios, banqueros, políticos...) Europa está viviendo una regresión brutal que terminará con un conflicto más importante del que quieren ver. Tal vez no se trate de un enfrentamiento bélico, pero con muchos menos motivos se iniciaron las dos grandes guerras que asolaron el mundo en el siglo XX. Seguro que muchos que tacharían de alarmista, pero la realidad está ahí fuera. Y esta realidad está situando al ciudadano medio al borde del cataclismo personal y familiar. Y cuando uno se encuentra en la tesitura del límite de la supervivencia, se encuentra abierto a los extremismos, a que se adentren en la mentalidad de un conjunto de personas razonamientos que nos empujen hacia el rechazo del otro o hacia la búsqueda conjunta de la satisfacción de las carencias que nos afligen. No podemos permitir que nos arrinconen desde la clase política, no podemos permitir que se conculquen día sí y día también derechos que nos ha costado tener, no debemos permitir que nos lleven al borde del abismo; un abismo donde las ideologías absorban las energías que necesitamos para buscar soluciones pacíficas y eficaces contra la ineficacia manifiesta de quien hoy lleva las riendas. La realidad está ahí fuera y cómo una tormenta tropical, el conflicto social está ganando cada día más intensidad y fuerza. Pronto (ojalá me equivoque) comenzarán verdaderos conflictos en otros lugares...y el viento quizá nos arrastre.

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